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CÁMARA DE DIPUTADOS

Lima. El Espectador asegura que no podemos hacerlo porque carecemos de medios i de aquí desciende a insultar al Gobierno, diciendo que hai dos, uno público i otro secreto, para lo cual no hace mas que repetir frases que ya había estampado El Verdadero Liberal en el año de 29. El Mercurio nos llama ingratos por haber olvidado los servicios de O'Higgins; i con respecto a esto dice La Miscelánea que el Gobierno, a fuerza de intrigas, hizo que no se discutiese la mocion del doctor Marin en que pidió se le restituyese su empleo de Capitan Jeneral, porque se estremeció de solo imajinar que iba a tener por testigo i censor de sus operaciones a un hombre como el virtuoso O'Higgins. El Conciliador grazna con la lei sobre el impuesto a los azúcares i chancacas. Mas, todo esto está espuesto en un lenguaje en que se descubre el conato de ofender sin causa ni provecho. Se ha revivido la palabra májica Estanco de que ya nosotros estamos olvidados, i tras de ella sigue un índice de crímenes figurados aquí en otro tiempo i repetidos ahora allá, como cosa nueva. Así burlan a los sencillos peruanos los periodistas actuales.


Pero, hablando en realidad, queremos dar por ciertas todas las imputaciones que vomitan aquellos escritores. ¿Qué influencia tienen nuestros negocios o nuestros vicios en los del Perú? Sin duda se han propuesto desacreditarnos en el esterior; mas, para esto deben advertir que los observadores de ámbos paises son unos mismos, i que a sus ojos nada hai secreto. Ellos ven la conducta del Gobierno de Chile i la comparan con las relaciones falsas con que sus enemigos la describen; compadecen al Perú engañado i detestan a sus embusteros i descarados periodistas. Nada debemos temer de su juicio, i ojalá los que aspiran a ser nuestros rivales, llegaran a colocarse en el predicamento en que nosotros nos hallamos.



Núm. 411


Remitido[1]

SS. EE.


Disponiéndome para marchara Francia i en los momentos de hacerse a la vela el buque que me conduce, he leido el artículo "Perú" del número 125 de su ilustrado periódico. Creyendo que ustedes no me negarán la defensa que debo hacer de Bolivia, mi patria, i de su Gobierno, insertando esta tijera contestacion, les ruego se tomen la molestia de darla a luz para que aparezca en el mismo periódico en que se halla el artículo que contesto.


Los acontecimientos que forman la historia de las negociaciones entre el Perú i Bolivia, son suficientes a demostrar la mala fé e injusticia de la una parte, miéntras se encuentra a la otra haciendo sacrificios estraordinarios para conservar la paz i evitando el escándalo de una guerra. Me limitaré a referir los hechos cuando las circunstancias de mi próximo viaje no me dan lugar a largas reflexiones. Los hombres ménos imparciales decidirán cuya es la razon en una contienda que el Perú por su propio honor debería abandonar para no verse vencido a cada instante.


Desde que el Jeneral Gamarra, asaltando la autoridad lejítima del Perú, arrojó de la primera majistratura a un hombre virtuoso, la opinion pública le señaló como a un insigne usurpador; entonces el disgusto hizo aparecer algunos pocos patriotas que, invocando las leyes, trataron de restablecer su imperio. En Lima i en Cuzco hubo revoluciones que intimidaron al Jeneral Gamarra, quien, sin examinar la causa verdadera que las producía, encontró en el Presidente de Bolivia un pretesto que justificara sus maniobras, que tuviera en perpétua alarma al Perú, que le permitiera conservar una fuerza como el instrumento de sus planes, que perturbara la quietud de Bolivia, i que, constante en oprimir, pudiera sostener la táctica que le ha dado duracion en el mando.


Para tranquilizar al Gobierno del Perú i arreglar definitivamente las cuestiones suscitadas, fuí nombrado el año 30 de Ministro Plenipotenciario de Bolivia cerca de aquel Gobierno. Nadie ignora que entonces se quiso obligar de la manera mas inaudita a que Bolivia entrara a la fuerza en un tratado de alianza, i que se pusiera por base de toda negociacion un pacto de esta naturaleza. Me basta referirme a los documentos que se publicaron entonces pata justificar al Gobierno boliviano. A los hombres que conocen los derechos de los pueblos, es suficiente decirles: Bolivia se negó a una alianza indeterminada, oscura i que tenía el carácter de alevosa; i por esta causa se intentó invadirla, destruyendo sus leyes i su Gobierno. El Ministro de Bolivia fué notificado de un ultimátum humillante, desconocido en las formas diplomáticas, i que por sí solo caracteriza al Gobierno que tuvo la falta de intimarle. Como el ajente de Bolivia supo llenar sus deberes con enerjía, se le espulsó acusándolo de revolucionario i promotor de desórdenes. Las pruebas de esta inculpacion jamas aparecieron ni hubo datos que la apoyaran. Entre tanto, el Jeneral Gamarra reunía sus fuerzas en la frontera; pedía autorizacion para invadir a Bolivia, i por fin, mandó hacer aquel motin contra el Jeneral La Fuente que se oponía a la guerra. El Congreso del Perú decretó una nueva negociacion, a cuya consecuencia se estipularon los preliminares de Tiquina. Bolivia hizo cuanto le fué posible por llegar a este término; dirijióse al Gobierno del Perú 1 a su Congreso; pidió la mediacion de

  1. Este artículo ha sido tomado de El Araucano, número 127, del 15 de Febrero de 1833. —{Nota del Recopilador.)