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SESION DE 10 DE OCTUBRE DE 1834 455

La cuarta causa de la desorganizacion de nuestro sistema de rentas fué la pérdida del crédito que acompañó a esta série no interrumpida de desgracias. Agotados los recursos de la Hacienda Nacional se vieron nuestros Gobiernos en la triste precision de faltar a sus promesas, i dieron impremeditadamente el golpe mortal a la confianza pública. Desde entónces toda contrata fué onerosísima para el Erario, porque los contratistas, ántes de aventurarse a correr riesgos o esperimentar demoras inevitables, exijían una compensacion superabundante que los indemnizase de cualquier peligro calculado sobre las mas adversas probabilidades. Sin hipérbole puede asegurarse que el armamento i provision de nuestra escuadra, i el vestuario i subsistencias del Ejército costaron a la Nacion mas del duplo del valor corriente que tenían las especies suministradas en virtud de estos contratos. Desde entónces tambien apareció un jénero nuevo de ajiotaje que consistía en descontar letras emitidas por el Gobierno a largos plazos contra los ramos de ingreso, con un dos o un tres por ciento mensual de pérdida; i esta partida de bastante importancia, se agregó como gravámen accesorio a los gastos ordinarios de la administracion.

Siguiendo el plan que me he propuesto en esta memoria, debo dar cuenta ahora de las providencias tomadas por el Ministerio para restablecer el crédito que recibió destruido. La primera fué prescribirse una escrupulosa fidelidad en el cumplimiento de sus Compromisos, i no contraer obligacion alguna sin tener certidumbre de que podía desempeñarla. La segunda, suspender la celebracion de nuevas contratas hasta adquirir la confianza pública, para hacerlas con ventaja, como últimamente lo ha conseguido. La tercera, negarse a toda negociacion que incluyese descuento o pago de intereses; i puede gloriarse de no haber sacrificado, en medio de los mayores apuros, un solo centavo a título de pérdida inevitable. La cuarta, solicitar de la Lejislatura la lei que declaró al Fisco solidariamente responsable por los libramientos que la tesorería jirase contra sus deudores a favor de un acreedor, en el caso de protestarse por falta de pago.

Tales fueron los medios elejidos para volver a crear el crédito i establecer con él un fondo inagotable de recursos, a cuya presencia desaparecen ya los embarazos que aflijieron a las administraciones precedentes. La buena fé i la exactitud jamas desmentidas han hecho que las letras del Gobierno se prefieran a las de cualquier particular, lo que sirve de ámplia recompensa al conato puesto en conseguir tan interesante resultado.

Sin embargo de que hablando a los representantes del pueblo sobre hechos evidentes debo dispensarme de citarlos, cedo esta vez al deseo de hacer observar como prueba irrecusable estado actual de nuestro crédito, la asombrosa subida que han tenido los billetes de la Caja de Amortizacion en el espacio de cuatro años. Segun los datos oficiales el curso corriente de dichos bilietes era el 20 de Agosto de 1830 al 24 por ciento de valor real, i el 6 de Setiembre de este año se han amortizado al 68, lo que establece una diferencia de 44 por ciento en favor del crédito, diferencia a que sin duda ha contribuido la amortizacion de 135,100 pesos efectuada en el mismo período; pero mas que esto la confianza absoluta que el Gobierno inspira a los acreedores del Estado.

La quinta i última causa que influyó en el desgreño de nuestra Hacienda fué el espíritu de innovacion propagado como un contajio entre todas las clases de la sociedad. Dos motivos justificaban esta ansia del pueblo por una reforma jeneral de las instituciones: el deseo de estinguir hasta la memoria del réjimen colonial, cuya conservacion se consideraba ignominiosa para la República, i el natural anhelo que los hombres tienen a mejorar de suerte, cuando viven bajo la influencia de leyes que se oponen a su bienestar. Si estos sentimientos, ordenados en sí mismos, se hubieran contenido dentro de los límites que prescribía la prudencia, nada habría que decir en cuanto a sus efectos. Mas, se les dió en la aplicación una latitud contraria al verdadero interes del pais, i produjeron males que ni siquiera se han advertido.

Conviene tener presente que, cuando la manía de innovarlo todo se apodera de aquellos hombres que ejercen ascendiente sobre la multitud, obra como fuerza compulsiva respecto de los directores del Estado, i los pone entónces en la necesidad de improvisar planes de reforma buenos o malos, so pena de perder su crédito; siguiéndose de aquí que sin voluntad de errar se cometen desaciertos, i se empeora la situacion de los negocios por consecuencia de los mismos medios elejidos para mejorarla. Bien a costa de la Nacion se ha verificado la exactitud de este principio, si consultamos la historia de las leyes fiscales promulgadas despues de nuestra emancipacion. Un número asombroso de disposiciones incoherentes o contradictorias; reglamentos derogados por otros reglamentos; decretos sueltos para esplicar el sentido inesplicable de estas leyes versátiles, he aquí lo que contendría la compilacion del Código de Hacienda, si se emprendiese el ímprobo trabajo de ordenarlo.

Apénas podrá concebirse cuanta fué la confusion que introdujo en el réjimen de las oficinas el desarreglo de la lejislacion. Las Aduanas diferían en la intelijencia de sus ordenanzas, i el derecho exijido por una, dejaba de cobrarse por otra, sirviendo para ámbas el sentido equívoco de una misma lei. En muchos casos, que sería fácil citar, la costumbre prefirió al mandato, i quedaron sin efecto las órdenes supremas por respeto a la práctica establecida.; Parecerá aca