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SESION DE 5 DE OCTUBRE DE 1835

América civilizada donde el trabajo se hace por manos libres, donde no hai separacion de castas, i donde no existe un Código privativo que con ultraje de la Naturaleza degrade i oprima una clase numerosa del Estado, para mantener el equilibrio social espuesto siempre a romperse por efecto de la misma tiranía que se emplea en conservarlo. Sin señoríos ni encomiendas entre nosotros carece de significado la voz vasallo, por que el derecho de dominio se ejerce sobre la tierra mas nó sobre sus moradores. Exentos de mitas i de todo servicio personal compulsivo, nadie puede impedir a los habitantes de la República un trabajo forzado que su voluntad resista; i libres al mismo tiempo de encabezamientos i de tributos individuales, apénas se percibe el peso que la necesaria conservacion del órden público exije se distribuya entre los miembros de la sociedad.

Los impuestos se decretan por la Nacion representada legalmente i gravan con igualdad a todas las clases del Estado. No hai privilejios ni prerrogativas hereditarias que establezcan una distincion humillante entre el súbdito pechero i el noble libre. Se ha derogado el sistema de Aduanas interiores [1] que duplicaba los cobros i vejaciones en detrimento del tráfico i las mercaderías estranjeras, hoi solo pagan a su entrada un moderado derecho de consumo, miéntras las nacionales circulan en el jiro terrestre con absoluta franqueza. Cualquiera industria puede ejercerse en el pais por el artista que la profese sin sujecion a ordenanzas gremiales i sin necesidad de aprendizaje ni licencias. Han desaparecido los Reglamentos de Abastos i con ellos las posturas i tasa sobre artículos de subsistencia. La pesca de los mares i rios es permitida a todos i su producto se halla enteramente libre. Apénas existen terrenos consejiles o baldíos de propiedad pública, i aun estos i las heredades amayorazgadas o pertenecientes a manos muertas se pueden por la lei enajenar. Nuestros puertos permanecen abiertos al comercio jeneral del mundo i los estranjeros encuentran en el suelo hospitalario de la República, proteccion i seguridad hasta despues de su muerte.

¿Podrá acaso negarse, estamos en pleno goce de unos beneficios que inútilmente anhelan otros pueblos cuya suerte tenemos la flaqueza de envidiar?

Pero, si llevando adelante la investigacion, inquirimos cual ha sido el influjo de estas leyes protectoras sobre la industria nacional, descubriremos una série de hechos que prueban la marcha progresiva del pais en los diversos ramos que constituyen su riqueza.

Por todas partes el cultivo hace nuevas adquisiciones; las fábricas i talleres toman mayor actividad, el comercio dilata el campo de sus empresas; i los capitales i la poblacion aumentan simultáneamente prestándose recíproco fomento. Recuérdese lo que fuimos para saber apreciar lo que somos i entónces nuestra admiración recaerá no sobre el atraso de una industria incipiente sino sobre el progreso increíble que ha hecho en pocos años de órden i tranquilidad; entonces, léjos de mirarla con desden, hallaremos justo motivo para congratularnos por su acelerado adelantamiento i para fundar esperanzas aun mas a hagúeñas en su porvenir.

La agricultura en que consiste nuestra principal riqueza, es también lo que presenta un aspecto mas interesante. Campos estensos que ántes no estaban ni acotados se transforman dia por dia en pingües dehesas i en prados artificiales donde se apacientan i multiplican los rebaños. Nuevos canales de regadío convierten en tierras de labor los incultos eriazos; miéntras por otras partes el solícito propietario deseca los marjales i descuaja los montes para dar ensanche a la labranza.

Se cubren las campiñas de chozas i alquerías; las masas de ganados toman considerable aumento; mas de veinticinco millones de cepas pueblan nuestras viñas [2] i las plantaciones, los sembrados i todos los ramos de la industria rural reciben impulso i mejoramiento, aunque disten todavía de aquella perfección que solo se adquiere despues de largo tiempo de estudio i esperiencia.

No es ménos consolador el estado de prosperidad en que se hallan los distritos mineros, especialmente respecto a la esplotacion de plata i cobre. Las minas del primer metal, que bajo la dominacion española no alcanzaban a rendir por término medio veintitrés mil quinientos marcos anuales, produjeron en 1834 ciento sesenta i cuatro mil novecientos treinta i cinco, es decir, siete veces aquella suma; i las de cobre, que solo daban veinticinco mil quintales cada año, han triplicado este producto.

De modo que, agregando a una i otra partida el importe del oro amonedado i de los minerales de bronce que se esportan en bruto, la industria minera pone en circulación un valor de mas de tres millones de pesos anuales, que sirven para vivificar el tráfico interior i para sostener el cambio de las mercaderías estranjeras necesarias a

  1. La Aduana de Santiago que por hallarse establecida en un pueblo mediterráneo parece depone contra la abolicion del sistema de aduanas interiores; solo cobra derechos de primera entrada o salida, sobre mercaderías cuyos consignatarios prefieren pagarlas en ella i en nada contradice su existencia la proposicion que se asienta en el testo.
  2. Para calcular en veinticinco millones las plantas de vid que actualmente existen en la República, se ha tenido presente el censo de las propiedades rurales formado con el fin de repartir el catastro. Según este documento, el año de 1832 habían 19.664,905 parras frutales; pero como jamas los Estados que se levantan para imponer contribuciones dejan de ser diminutos, porque siempre el interes individual se sobrepone a los débiles esfuerzos del celo público, debe suponerse cuando ménos la ocultacion de una quinta pirte, i añadiendo el número considerable de cepas que se han plantado despues, resulta no hai exajeracion en el cálculo i que, ántes bien, es este moderado.