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CÁMARA DE SENADORES

las clases inferiores; hábitos que desaparecerán gradualmente a medida que se vayan jeneralizando en ellas la educación i la industria."

Cualquiera que medite el contenido de estas pocas líneas, no podrá ménos que confundirse al contemplar que, en la poblacion principal de la República de Chile, centro de los recursos, depósito de las luces, i, por decirlo así, el corazon de su vida social, haya una policía tan nula que no es capaz de ejecutar las providencias sanitarias mas indispensables. ¿En qué consiste esta incapacidad o esta ineficacia? ¿Procede acaso de las personas empleadas en este ramo, de sus recursos, o de su órden administrativo, o quizá estas providencias indispensables son de un jénero tan elevado, cuya ejecución no está al alcance de nuestra policía? Por lo que hace a nosotros, observamos que en este párrafo no tuvo presente el Ministro, o que hacía una confesion mui vergonzosa al desempeño de su cargo, o que el pais no se halla en el estado de prosperidad que realmente puede atribuírsele. Partiendo del principio de que en Santiago hai algunos funcionarios que administran la policía, por defectuosa que esta sea, no puede dejar de servir siquiera para ejecutar las providencias sanitarias indispensables, a no ser que se considere a este pueblo en una situacion tan epidémica que ninguna clase de ajentes, por numerosos que sean, puedan llevar adelante las providencias que se dicten para contener la mortalidad. En el estado ordinario de las cosas, no hai para qué tomar grandes medidas a cuya ejecucion no basten los encargados de ellas; i si estos no hacen efectivas las que comunmente deben ocurrir, el mal consiste entónces en su conducta, o en el órden que los rije. Estos dos defectos debían haber sido correjidos por el Ministro, para lo que tiene suficiente autoridad, i no presentarlos al Congreso desnudamente, sin algún proyecto de remedio.

Es cierto que la policía de Santiago está en desarreglo, i no hacen muchos meses que hubo en el Cabildo fuertes debates para separar un empleado, a quien se pagaba un crecido sueldo por administrar la pequeña cantidad con que se le contribuía para el servicio. Este desórden i otros semejantes debían haber sido enmendados por el Ministro; pero no ha dado el menor paso, sino que los ha dejado correr para lamentarlos ante las Cámaras que, por su parte, no hará mas que leer una relacion de lo que todos presencian, admirando la neglijencia del encargado de su arreglo.

Sistema económico. —Este artículo es excelente rasgo para un periódico que escribiese un filósofo contemplativo; pero no corresponde a la Memoria de un Ministro que únicamente debe ocuparse en dar cuenta de realidades.

Caminos. —No es necesario ocurrir a la Lejislatura solicitando leyes particulares para refaccionar los caminos antiguos. Pídanse enhorabuena para abrir los que de nuevo se necesitan; pero para aquéllos, basta poner en ejecución las disposiciones anteriores que nos rijen. Un poco de enerjía para obligar a los propietarios a que cieguen los pantanos i no arrojen las aguas de sus acequias a lo largo de los caminos, contendría el mal que cada dia se reagrava con perjuicio de todas las clases laboriosas. No sabemos dónde hallar las mejoras de caminos a que alude la Memoria, escluyendo el de Valparaiso que, dicen, se le ha hecho una pequeña compostura. Por cualquier punto que se intente salir de Santiago no se encuentran mas que estorbos, por no decir precipicios. Aun dentro de sus mismas calles, es preciso que los carruajes anden con demasiada vijilancia para no volcarse o romperse contra las piedras de los puentes, que a cada momento se destapan para estraer las basuras.

Al hablar de Santiago nos ha parecido oportuno hacer al Ministro una observacion sobre la policía de aseo de esta ciudad, cuyo ramo se halla tan descuidado, i no ha sido mencionado en la Memoria. Por todas partes se oyen quejas contra él, í creemos que no carecen de justicia.

La poblacion tiene la desgracia de que todas las casas esten atravesadas por acequias que se hacen servir para cloacas i resumideros que, en lugar de proporcionar un beneficio, ocasiona males evidentemente conocidos, infestando la atmósfera, i haciendo aspirar en ella principios de corrupcion i de insalubridad. No se ha tenido cuidado con el curso i nivel de las acequias internas en los edificios que se han construido de pocos años a esta parte, i se han hecho alteraciones que, estorbando el libre curso de las aguas, forman depósitos de basuras i materias fecales cuyas exhalaciones se perciben hasta mui léjos.

En el año pasado observamos en un barrio que la fetidez de estas materias detenidas en las acequias, reunida a la que el viento nos atrojaba de los hornos de ladrillos que la neglijencia ha permitido levantar hácia este rumbo, lo hacían inhabitable.

Las sesiones del Senado se hacen muchas veces insoportables por las repetidas evaporaciones mefíticas de las inmundicias que se aglomeran en la acequia de esta casa, a causa de la falta de corriente de las aguas. La calle del Estado de la plaza a la esquina de don José Antonio Rosales, hace muchas veces a los que la transitan sujetar la respiración por la fetidez que arroja la acequia.

Se puede asignar como causa de estos males, el desórden que se observa en el repartimiento de las aguas que corren por el centro de la ciudad. A veces se cierran las bocas-tomas por algunos dias, i sin considerar la mala costumbre que hai en algunas casas de arrojar las basuras a las acequias, se suelta el agua de repente, i de aquí proceden inundaciones en las calles i casas, i ya se ha visto desplomarse un edificio por esta causa, con peligro de toda la familia que alber-