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CÁMARA DE SENADORES


Núm. 47[1]

La Asamblea de esta provincia ha aprobado una mocion de uno de sus miembros para que el Ejecutivo solicite ante las próximas Cámaras Lejislativas la prohibicion de las manufacturas estranjeras que puedan subrogarse con las del pais.

Es vergonzoso entrar en debate sobre una cuestion decidida por los principios, por la conveniencia nacional i por la esperiencia, porque a todo se responde: los principios de economía son teorías; la Francia, la Inglaterra, naciones sábias, tienen o han tenido iguales prohibiciones; es preciso dar ocupacion a los hijos del pais; es preciso restablecer los husos, los telares de algodon, los de bayetas, los de sayal, de que ántes se vestía la jente para que se empleen mas brazos i no salga la plata fuera del pais. Refutar científicamente ese absurdo sistema de prohibiciones que la manía por lo antiguo, la poca observacion i la obstinada deferencia a opiniones que ni el mismo dueño puede esplicar racionalmente, es manifestar al mundo que en Chile se ignora completamente la economía política, i es empeñarse en vano en vencer caprichos con razón. Dejémonos de principios, i no entremos en disensiones en que no tienen parte el raciocinio i el convencimiento, i en donde la ceguedad i la obstinacion son las razones. Vamos al resultado que tendría en Chile la prohibicion de introducir manufacturas estranjeras.

Los autores de la mocion deberían haber manifestado las conveniencias que resultan de un sistema inventado por la ignorancia i sostenido por la mezquindad. Pero ¿cuáles son las ventajas que va a adquirir el pais con esa prohibicion?

La conveniencia de una nacion se mide por la comodidad que goza la jeneralidad de sus habitantes, i no unos pocos centenares de individuos.

Las manufacturas que se tratan de prohibir apénas pueden dar ocupacion a cuatro mil personas; a estas solas hará progresar el monopolio de la industria fabril, si es que puede producir algún resultado favorable, pero el resto del pais queda sometido a la lei que quieran imponerle artesanos sin estímulo, obligados a comprar caro i, por consiguiente, en necesidad de vender lo mismo.

No sigamos discurriendo, porque ya divisamos sacudir la cabeza a los protectores de las manufacturas chilenas, i decir entre dientes:teorías, teorías. Vamos a ejemplos.

Se trata de prohibir la introduccion de tejidos de algodon i de medias para restablecer las fábricas que ántes había de estas especies. Téngase presente que el algodon es una produccion estranjera i que es preciso conducirla a Chile a costa de gastos; que, para limpiarle, hilarle i reducirle a tela, necesita muchas maniobras que aumentan los gastos, i cuando ya está en estado de presentarse al consumo no puede venderse por ménos de cuatro reales vara sin pérdida del fabricante.

El infeliz gañan o el artesano pobre que, por economía o por escasez, quiera vestirse del jénero mas barato, tiene que pagar al fabricante de Chile cuatro reales por una especie que el comerciante estranjero le da por ménos de un real.

Se establecerán doscientas fábricas de tejidos de algodon o tocuyos, como se dice vulgarmente, para vestir a la plebe; se dará ocupacion a mil personas en este solo ramo, pero la masa de la poblacion tendrá necesidad de triplicar sus trabajos para adquirir valores triples con que proporcionarse ropa blanca. Esta misma carestía hace subir el precio de la obra de mano, porque el trabajador tiene igual necesidad, i así es que, en lugar de producir ventajas a la sociedad la ponderada restriccion, va a ocasionar miserias en el pobre, i grande escasez en el que tiene alguna comodidad. Acostumbrados ya a vestir con decencia i a poca costa con jéneros estranjeros, cuando sientan el trabajo que les cueste el hacerlo con efectos del pais, dirá la poblacion entera ¿Qué importa la ocupacion dada a unas cuantas docenas de personas, cuando nuestra situacion, que ántes era cómoda, ahora nos es intolerable?

Hemos tomado por ejemplo los tejidos de algodon, porque es lo primero que se cita por los devotos de las prohibiciones, en cuanto a perjuicios ocasionados a la industria fabril en la libertad de comercio. No hai forma de convencerse que el hombre abandona naturalmente una ocupacion que no le produce ningún provecho. En la miseria a que estamos reducidos en la vida colonial, era un gran recurso la elaboracion de esos tejidos, pero la libertad, abriendo los ojos a los chilenos, enseñándoles otras comodidades que no habían conocido, les presentó un campo inmenso de arbitrios i de trabajos mas cómodos i mas productivos que esos miserables telares.

El influjo de la civilizacion, encerrando necesidades que ántes no se conocían, ha abierto canales inmensos de riquezas, multiplicando los objetos de trabajo. La variacion de costumbres domésticas, sola es un argumento, cuya conviccion no puede negarse sin sustraerse al dominio de la verdad.

En aquellos tiempos en que las mercaderías europeas valían mucho, i que la economía consistía hasta en las inmundicias, una infeliz lavandera prestaba sus servicios a toda una familia por veinte reales al mes, i ahora, por el saludable uso de mudarse con frecuencia, el la

  1. El artículo que sigue ha sido trascrito de El Araucano núm. 36, de 21 de Mayo de 1831. —(Nota del Recopilador.)