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SESION DE 1.º DE AGOSTO DE 1827

al ménos se creó bajo ella el ejército del sur; se ajustaron las cuentas de la tropa; se le pagó su sueldo i su nombre es bendecido por el primero i último soldado; desde que salió del mando se suspendieron los pagos. Si recordamos el estado en que se hallaba la República cuando estaba al frente de los negocios se convendrá en que todo no iba tan mal como decian algunos.

La administracion del jeneral Freire, que esperimentó los mismos obstáculos nada hizo i sin embargo echó las bases de una libertad que nunca podrá perecer por mas conmociones que esperimente la República, ¿Es éste un pequeño servicio?

La nueva administracion, que se puede comparar a las que han precedido, está libre de toda traba por cuya razon ha tenido el talento de hacer mucho, en poco tiempo, pero convendria saber si lo que ha hecho es bueno. Dejaremos decidir a otros la cuestion. I si admirados algunos de oírnos decir que la administracion ha hecho mucho, preguntasen cuál es lo mucho que ha hecho, no aguardariamos a que se nos repita la cuestion: la contestaríamos francamente.

Copiamos literalmente el parte que pasó el comandante D. M. Urquizo, al capitan J. M. Iñiguez, comandante interino del segundo escuadron de Cazadores de a caballo de Curicó.


COMANDANCIA DE ARMAS DE TALCA
Talca, Julio 21 de 1827

A las cuatro de la mañana se me dió aviso de que se hallaba sublevado el escuadron de mi mando; a la misma hora me dirijí al cuartel i los centinelas de los sublevados me impidieron la entrada. Con este motivo me resolví a pasar inmediatamente al cuartel del batallon Chacabuco de donde empecé a tomar las mas sérias providencias para contener tan gran desórden. A las nueve de la mañana se me hizo llamar por los sublevados, i lo verifiqué en el acto; en la entrevista me hicieron saber que únicamente reclamaban sus pagos, a lo que contesté: que no estaba en mis alcances el condescender con su peticion, i aunque para contenerlos apuré todos los medios que en iguales casos dicta la prudencia me fué enteramente imposible i el desórden tomaba ya un aspecto de gravedad. Acordé en junta de guerra lo que se debia hacer en esta materia, i se resolvió repelerlos con el batallon Chacabuco i las milicias que pude reunir: éllos hicieron resistencia en la guardia de la cárcel i en el cuartel, con bastante obstinacion. Al ver que me eran infructuosas todas las medidas de pacificacion me determiné a rendirlos a fuego, como efectivamente se verificó. Me anticipo a avisar a Ud. este resultado porque mas de treinta sublevados se han dirijido a esa capital. Pudiera ser que estos relajados intentasen contaminar a esa tropa, encargándole a Ud. las providencias que creyese oportunas para evitar cualquier desórden.

Con este motivo aseguro a Ud. los sentimientos de mi aprecio. —Manuel Urquizo. —Señor Comandante de la frontera de Curicó don J. Maria Iñíguez.


Núm. 42

Oficio del Comandante del tercer Escuadron de Cazadores a caballo[1].

Talca i julio 23 de 1827.

El veintiuno del que jira como a las tres de la mañana, se acercó violentamente a la casa de mi habitacion el cabo de mi escuadron Narciso Millan, a darme parte que la tropa de mi mando se habia sublevado. Quise indagar del individuo quiénes eran los autores del movimiento, sobre qué bases lo habian hecho i cuáles eran sus aspiraciones; mas como no fuese comprendido, no se hallaba al cabo del acontecimiento. Con esta noticia el primer paso que di fué dirijirme inmediatamente al cuartel i cerciorado de ser cierto por haberme contenido las avanzadas el ingreso, me volví volando al de Chacabuco, e informando a su jefe de lo acaecido, tratamos allí Reservadamente si habria algun contajio en el cuartel, i asegurado de que nó, di órden se pusiese el batallon sobre las armas.

Al instante me encaminé a la guardia de cárcel que la cubrian doce cazadores al mando de un sarjento, cuya guardia custodiaba los almacenes de armas cívicas i municiones. Allí se me hizo la misma resistencia que en el cuartel. En estos momentos volví a mi casa i oficié a las autoridades del pueblo para que por su parte tomasen providencias de seguridad.

Dado este paso volví nuevamente al cuartel Chacabuco a hacer nuevas observaciones sobre la disposicion de la tropa, i aumentar las órdenes que hallé por conveniente.

Cerciorado plenamente que este cuerpo se hallaba fuera de todo comprometimiento i que estaba ciego al obedecimiento de mis órdenes, mandé a mi cuartel a mi asistente, (único hombre que se hallaba en franquia de todo el escuadron) para que se me permitiese hablar con el que comandaba la tropa, pues hasta entonces yo lo ignoraba.

Se me accedió, i en el momento fui con éllos, entré al cuartel i encontré en él el mayor desórden. Los oficiales todos presos con centinelas; el escuadron; formado i los sarjentos desarmados, aunque en sus puestos. El almacen descerrajado, i puestos al frente de la línea las

  1. Este documento ha sido tomado de la Clave-1-1827-1828-pá]. 14.