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SESION DE 7 DE MARZO DE 1828

necesidades i costumbres, las leyes directivas del órden i administracion interior; convengan perfectamente entre sí. La sabia norma de los lejisladores debe ser la esperiencia de los pueblos mismos que dirijen; sin ella las leyes mas sabias serán burladas como quiméricos delirios, los gobiernos mas firmes cederán al influjo de la opinion comun, i las sociedades mas dóciles para dirijirse, se verán en continuo vaivén i desorden. ¿Qué es, pues, lo que la esperiencia nos dice acerca de la formas que deban servir de base al Gobierno de nuestro pais? Los repetidos ensayos que se han hecho en las diferentes administraciones que se han sucedido, desde la emancipacion política de la República, en desiguales circunstancias, han dado el mismo resultado con bien poca diferencia; de lo que debemos inferir que el sistema de gobierno que nos convenga por ahora, ese mismo nos convendrá siempre, como que es independiente de los tiempos i de los hombres i del todo inherente a la naturaleza i estension del territorio i a la localidad i relaciones de las provincias que componen el estado.

Los primeros tiempos de nuestra libertad se deslizaron rápidamente en las tinieblas de la infancia política, o en los furores de la guerra contra el poder colonial; pero los fundadores de la independencia no fueron ni ménos libres, ni ménos ilustrados que lo somos ahora, para conocer i distinguir el réjimen del gobierno mas conveniente a los intereses del pais. En cierto modo puede asegurarse que ellos estaban mas al alcance de juzgar acerca de las innovaciones necesarias, como que aun tocaban las huellas del sistema opresor, cuyas heridas mal sanadas indicarian fácilmente el remedio mas eficaz. Tampoco se puede suponer jamas a los pueblos tan ignorantes que desconozcan el estado de su situacion cuando se trata de mejorarla, aunque no entiendan el lenguaje de la política ilustrada. En tales circunstancias, salimos de una dominacion destructora, ¿qué estraño hubiera sido verlos arrojarse a los estreñios de una libertad ilimitada que, con olvido de la amistad que fraternalmente los ligaba, les hiciese mirar con desprecio las ventajas de la reunion de las fuerzas i la concentracion del poder? Pero léjos de realizarse esta idea, el eco de union i el respeto a la consolidacion del gobierno circula en todos los ángulos del pais; los pueblos se apresuran a prestar sus homenajes i servicios a la unidad de la soberanía i el estandarte de la libertad fué firme desde su nacimiento.

Si la rejeneracion política de los pueblos envejecidos en la esclavitud cuesta imponderables sacrificios para llevarla a su fin, no fueron ménos los que la República superó en tan laudable empresa, hasta verse nuevamente ocupada por sus opresores a favor de la intriga i la infidencia en sus mismos pactos i transacciones convenidas, de la cortedad de nuestros recursos, i lo que es peor, de la discordia, cuya maligna influencia nos desorganizaba. Entonces ¿qué hubiera sido de los libres si perseguidos, prófugos i emigrados a una república vecina, no hubieran logrado por fortuna, de un momento de consolidacion del poder en ella misma para conseguir los únicos auxilios con que recuperar el pais? ¿Qué hubiera sido de ellos si aquellos pueblos se hubieran visto divididos por el sistema destructor que los ha devorado despues de esa época? No era de esperarse que los patriotas que apénas escaparon con sus vidas, hubieran podido por sí solos reunir la opinion de unas provincias separadas por inmensos territorios, i conseguir en la debilidad de su aislamiento, los recursos necesarios i la combinacion de un sistema de defensa cuyo mejor éxito consistía en la unidad de la accion, en el secreto, i en la ejecucion mas pronta i mas espedita.

Emancipada segunda vez la Nacion de la tiranía española, los primeros empeños del Gobierno se dirijieron a purgarla de tan encarnizados enemigos, que buscaron asilo en los confines del Estado, i despues a concluir la guerra de vandalaje que infestó i acabó de arruinar una de nuestras principales provincias.

En seguida la libertad del Perú fué la digna empresa cuyo éxito coronó las glorias de nuestra República, i se consiguió por la opinion i desprendimiento del gobierno que seria imposible encontrar en el egoismo e inferioridad de sentimientos de que se resienten los pequeños pueblos divididos. Tan importantes atenciones no dejaban pensar en la grande obra de la organizacion del poder. Sin embargo, la Nacion caminaba aun grado de prosperidad imponente; la agricultura, el comercio i la industria hacian rápidos progresos, i cada dia se aumentaban nuestras relaciones i crédito para con las naciones estranjeras, de suerte que todo nos hacia creer que Chile era el pais feliz de América i el modelo de la tranquilidad interior.

Tan imponderables beneficios se debian indudablemente a la forma intrínseca del Gobierno que nos dirijia; pero tambien es cierto que éste se hallaba sin leyes fundamentales i los pueblos ya tranquilos i felices, querían garantías en la administracion pública de sus negocios. Ellos alzaron la voz para afianzar sus derechos a la soberanía i poner trabas a un poder ilimitado en su término i riesgoso en su ejercicio. La Nacion se reunió entonces en la Asamblea mas libre que ha visto el mundo, i la mas ilustrada que ha podido formarse en Chile. La esperiencia fatal de los males del despotismo colonial i de los sacrificios inmensos para sacudirlo; la memoria i el conocimiento de los intereses i opiniones de los pueblos i de la variabilidad de las revoluciones que se sucedieron en las diferentes épocas de la libertad; i el ejemplo reciente de la última administracion que con un sistema invariable habia amo fijado la suerte venturosa del pais; tales eran los datos que tenia el cuerpo lejis