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SESION DE 11 DE JUNIO DE 1828

nal el 4 del corriente con el oficio que en copia le acompaña el Gobierno para su conocimiento.

Con este motivo el Vice-Presidente de la República reitera a la Sala las seguridades de su consideración i aprecio, —Santiago, 9 de Junio de 1828. —F. A. Pinto. Carlos Rodríguez. —Al Congreso Nacional.


Núm. 85

Tengo espuesto al Congreso Nacional que no puedo admitir los poderes que me han encargado. Es cuanto tengo que decir en contestación a las notas de V. S. de 4 i 6 del presente mes.

Dios guarde a V. S. —Santiago, 7 de Junio de 1828. Ramón Errázuriz. —Señor don Carlos Rodríguez, Ministro de Estado en el Departamento del Interior. —Es copia exacta del orijinal que queda archivado. —Ramos.


Mum. 86

El Gobierno tiene la honra de elevar a la resolución del Congreso Nacional un espediente seguido por los vecinos de algunos valles contiguos entre sí de la provincia de Coquimbo, pidiendo se les permita reunirse en un pueblo con el nombre de Tuquí.

El Vice-Presidente de la República encontrándola justa cree de su deber recomendarla a la Sala i ofrecerle con este motivo las seguridades de su adhesión i aprecio. —Santiago, Junio 9 de 1828. F. A. Pinto Carlos Rodríguez. —Al Congreso Nacional.


Núm. 87

Señor Ministro:

Al pasar por estos valles en mi tránsito para Combarbalá a donde me llevan asuntos de mí particular, me entregaron sus vecinos, por el conducto de don Mariano Aristía, la adjunta representación que tengo el honor de poner en manos de V. S. —Recomendar esta clase de establecimientos, seria demás cuando V. S. conoce mejor sus ventajas i el adelantamiento de los hombres viviendo en Sociedad; estos ciudadanos en su solicitud se espresan con claridad i hacen ver el conocimiento que tienen de sus intereses particulares i jenerales de la provincia.

El que suscribe cree cumplir con su deber recomendando al señor Ministro un proyecto tan ventajoso esperando se sirva informar favorablemente al Excmo. Vice-Presidente para su superior resolución. El Gobernador-Intendente de la provincia de Coquimbo al suscribirse asegura al señor Ministro del Interior los sentimientos de su mayor respeto. —Torre 12 de Abril de 1828 José María Benavente.

Elévese al Congreso Nacional para su resolución i contéstese. —Santiago, 9 de Junio de 1828. —(Hai una rubrica). —Rodríguez.

Los ciudadanos que abajo suscribimos, vecinos de los valles de Sotaqui, Andacollo, Tuquí, Montepatria, etc., excitados de los sentimientos fue inspira el mas puro patriotismo, respetuosamente esponemos a V. S., que tiempo ha hemos concebido i tenemos mui meditado el royecto de reunimos en sociedad i formar un pueblo en Tuquí, para cuyo importante objeto nos hemos comprometido a construir en él un templo, cárcel, dotar una escuela i efectuar los demás gastos que demanda la erección de una poblacion. A esta empresa nos han inducido consideraciones mui nobles, que creemos oportuno tocarlas aunque mui lijeramente.

Primeramente estamos convencidos, que la sociedad suaviza el carácter del hombre, da cultura a sus modales, despierta la razón i estimula sus deseos para adquirir conocimientos útiles i hacer progresos en la civilización.

Diseminadas nuestras familias en una vasta superficie, como en el dia nos vernos confinados a una especie de aislamiento, por las distancias, sin contacto ni comunicaciones frecuentes entre sí, la escala de nuestros conocimientos se ha mantenido en un grado estacionario, al paso que la hemos visto elevarse en los habitantes de los pueblos a una altura comparativamente inmensa al estado de nuestras luces i adelantamientos en nuestra educación.

Calculando sobre estos datos, que son notorios, podemos asegurar que los habitantes de la campaña casi estamos fuera de la órbita de la civilización, i que no llegándonos su calor sino mui lenta i oblicuamente, nos vemos condenados a cosechar mui tarde los frutos de la libertad que nos debe tantos sacrificios.

Si los perjuicios que trae a la República el aislamiento de sus habitantes se concentraran solamente en nosotros, es decir, en nuestra jeneracion, el mal, aunque grande, no seria de tanta consecuencia; pero cuando vemos a nuestros hijos condenados a la misma rusticidad en que nos hemos educado, cuando estamos palpando las enormes dificultades que presentan las distancias aun para instruirlos en las primeras letras, i cuando consideramos las facilidades que ofrece un pueblo para su educación civil i relijiosa, entónces nos hemos persuadido que el mas importante servicio que podemos prestarles, el mas patriótico i el mas digno seria el de reunimos en sociedad para facilitarles los medios de aprovecharse de los progresos que cada dia hace la civilización en nuestro pais.

Contamos con todos los elementos para fun-