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CONGRESO CONSTITUYENTE

pendiente; han de haber gozado de una segregación, que reúna en cada una de ellas todo lo que se necesita para formar un Estado. Si no se hallan preparados estos elementos, si la soberanía es una sola, i uno solo el cuerpo social, no hai federación, sino unidad.

Es verdad que de un cuerpo único se pueden formar, por medio de la división, muchos cuerpos separados, i que siguiendo este principio, de un Estado único se pueden hacer muchos estados diferentes; mas, para esto, es absolutamente indispensable que todos ellos quieran entrar en semejante desmembración i que ella sea resultado de un pacto tan solemne como uniforme; porque no verificándose asi, ¿qué haremos con las provincias que la rehusen? ¿Se les obligará por la fuerza [1] a entrar en un contrato que juzgan no convenirles i estar en contradicción con sus habitudes i recursos? Desengañémonos, cuando los pueblos no admiten un don tan seductor que halaga su amor propio, seguramente tienen poderosos motivos para ello. Valdivia acaba de emitir su voto, i se empeña sobre todo en declarar que no quiere federalismo. ¿I creeremos que esta repugnancia es efecto de preocupación, de ignorancia, de opinion política? Nada ménos; es una consecuencia natural i forzosa de la condicion en que está colocada esa provincia. En el mismo documento en que se hace mención de aquel sufrajío, se encuentran también los motivos en que se funda. Valdivia carece de lo necesario para sus mas urjentes atenciones, implora los socorros del gobierno como indispensable a su bienestar. En esta penuria, ¿podria cubrir el aumento de gastos que se le orijinarian como estado federal? ¿Podría pagar sus gobernadores, tribunales, etc? I una vez manifestada esta repugnancia e imposibilidad, queda desbaratada la federación en todo el resto de la república: ella no puede realizarse sin el concurso espontáneo de los individuos que han de componerla.

Pero si por esta u otras razones mas o ménos graves, renunciamos al federalismo, por ahora es preciso renunciar igualmente a todo lo que se comprende bajo esta voz; pues no pudiendo entender el federalismo moderado de La Clave, no podemos concebir qué parte de este sistema ha de poder entrar de una república unitaria: tan fácil nos seria, para volver a nuestra comparación, trazar un círculo con una parte del triángulo. Si las provincias están sometidas a un Congreso solo, es preciso que haya un solo gobierno i un solo cuerpo de autoridad judicial: alterar este órden seria formar el caos mas complicado; seria erijir el desorden en lugar de constituir el pais.

Lo que justifica mas estas consideraciones es el conjunto de circunstancias políticas i morales, que forman la índole particular de nuestra Nación. Por un efecto natural del estado de colonia en que hemos vivido, nuestra gran masa social es pobre, ignorante i desidiosa, el número de jornaleros está en una desmesurada superioridad con respecto al de poseedores; los establecimientos de utilidad jeneral, i especialmente los consagrados a la educación déla juventud escasean, o por mejor decir, no los hai: un clero adoctrinado en los antiguos métodos i amoldado al dé la metrópoli, se ha apoderado de una gran parte de la opinion; los capitales se han concentrado en tres o en cuatro puntos del territorio; faltan jeneralmente ocasiones i elementos para formar hombres públicos i es tal la ignorancia de algunos de los que hoi figuran, que no ha faltado entre ellos quien, imitando la ferocidad del rei de España, haya propuesto la proscripción de una sociedad tan antigua como el mundo, i que cuenta en su seno los personajes mas distinguidos de Europa i América.

Estos males, cuya permanencia es incompatible con las instituciones liberales que poseemos, solo pueden removerse por medio de un poder activo, rico, enérjico e ilustrado. Seguramente las provincias están mui distantes de abrigar en su seno el bálsamo que ha de curar tantas heridas.

Si no hai en toda la nación bastantes hombres ilustrados para formar un solo Congreso, ¿cómo los ha de haber para formar nueve cuerpos lejislativos? Si apénas encontramos dos o tres capaces de presidir la administración, ¿cómo hemos de linsojearnos con la esperanza detener nueve buenos gobernadores? ¿Si en la capital misma la escasez de buenos letrados i jueces ocasiona tantos males i suscita tantas quejas ¿cómo han de formarse en las provincias otros tantos foros respetables i otras tantas majistraturas sábias i justas?

Pero el principal inconveniente está en las rentas, las cuales en la actualidad, i con un solo sistema administrativo, se hallan en la mas deplorable neglijencia i en la dilapidación mas escandadalosa, no obstante su inmediata dependencia de la autoridad suprema de la República, i apesar de las buenas intenciones de la persona que la ejerce. ¿Qué seria pues, si en cada provincia hubiese diferentes centros de recaudación i contabilidad? ¿Qué seria si nos hallásemos en el caso de crear una hueste de administradores, contadores, tesoreros i dependientes, cuando solamente los que hai en la capital bastarían para las finanzas de un vasto imperio? Ademas de la imposibilidad de encontrar impuestos que basten a tantas atenciones, siendo ya gravísimos los que pesan sobre los contribuyentes, i de los funestos efectos que produciría esta amortización de brazos útiles, cuando solo debia pensarse, por el contrario, en aumentar el número de los consagrados a trabajos productivos.

Tales son, sin duda, las poderosas razones que han movido a la mayor parte de nuestras provin

  1. Un publicista profundo, quizá el mayor amigo de la libertad, asienta por un dogma en política, que no es lícito forzar a los pueblos aun para que admitan el bien: porque no puede haber uno que lo rehuse, a no ser que se componga todo de locos, lo que es imposible.