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CÁMARA DE SENADORES

espediente de la materia, para que en vista del contenido se digne resolver lo que crea mas conveniente.

Con este motivo el que suscribe saluda al Presidente de la Cámara del Senado con las consideraciones de su mayor distinción i aprecio. —Santiago, Setiembre 3 de 1828. —F. A. Pinto. J. Manuel Borgoño. —Al Presidente de la Cámara de Senadores.

Se dirijió a la Cámara de Diputados con el número 9 i se contestó con el número 13. —Sala de Senadores, Setiembre 5 de 1828. —Amunátegui. —A las Comisiones Militar i de Gobierno.


Núm. 364

En virtud de la nota de V. S., fecha 22 del pasado, dirijida a este Gobierno, referente a hallarse restablecido el órden que la división amotinada habia perturbado, se hallaba este pueblo en la mas perfecta tranquilidad i contento. No ha dudado un momento esta corporacion en creer que el benéfico i digno corazon del señor Vice-Presidente de la República, con sus acertadas medidas hubiese logrado conciliar los ánimos de estos estraviados para hacerlos entrar en sus deberes. Pero desgraciadamente no fué éste el último resultado de aquella insurrección, pues cuando mas distantes nos creíamos de una convulsión (que tantos males orijina) fuimos repentinamente informados de una nueva sublevación en esa capital por el Tejimiento de Dragones, i que éstos se encaminaban a esta provincia, para hacer una guerra desolante. Esta funesta noticia puso a este pueblo en la mayor consternación, sin tener un recurso suficiente que fuese capaz de impedir los grandes males que a este desgraciado partido se le preparaba con la introducción en su territorio de unos hombres corrompidos (pues así los creíamos); i que talvez unidos con los facinerosos de Pincheira, acabarían de concluir con nuestras vidas i haciendas. Este Gobierno, en circunstancias tan apuradas, mandó reunir un escuadrón de milicias de caballería acordonándolo inmediatamente en las márjenes del rio Maule; ordenando al mismo tiempo que las embarcaciones se sacasen a tierra, para de este modo impedir el tránsito de los sublevados. Del mismo modo se hizo cortar el puente del Andanibel para quitarles todo recurso en su pasaje, hasta tanto disponía otro cosa el señor comandante jeneral del cantón don Manuel Bulnes, que se hallaba en la plaza del Parral. Sin embargo de estas medidas, ellos se resolvieron a vadear el rio no obstante lo peligroso de él. Hallándose de esta parte dirijieron desde allí (el vado de Queri) una nota a este Gobierno, fecha 24 del actual, en que anuncia el comandante de aquella división don Gregorio Murillo, que sus miras eran pacíficas; i que solo trataban de obtener un indulto de sus estravíos por el influjo de estos pueblos i el señor comandante jeneral don Manuel Bulnes. En estas circunstancias, i cuando ya se hallaba en esta plaza el señor Búlnes con sus Granaderos, por haber activado prontamente sus marchas, se dirijió a encontrarlos con su rejimiento que a distancia de tres leguas de esta poblacion se hallaban; i apersonándose con ellos, logró persuadirlos, i atraerlos con su persuasiva i modales de su benéfico corazon; ahorrándonos este digno jefe con su actividad i oportunas medidas los inminentes males que indispensablemente acamaba el estravio de estos hombres.

Es un deber de esta Ilustre Municipalidad, solicitar del piadoso corazon de S. E. el señor Vice-Presidente de la República, se digne ratificar el indulto i perdón a todos los amotinados, pues se han hecho acreedores por la buena disposición con que se han conducido; i que protestan una eterna sumisión al órden i al digno jefe que con tanto honor manda la República.

Esta corporacion espera de V. S. se sirva elevar esta súplica al superior conocimiento de S. E. el señor Vice-Presidente, ofreciéndole a V. S ., al mismo tiempo, todas las consideraciones de nuestro respeto. —Sala capitular del Interior, Agosto 27 de 1828 —Juan Antonio Lavin. —Antonio Salvador Toro. —Manuel Novoa. —Francisco Moya. —Joaquin Barros. —Vicente Basualto. —Andrés Hosse. —Señor Ministro del Interior.


Núm. 365

Cuando el teniente Murillo llegó a este pueblo comandando el cuerpo de Dragones, fugado de esa capital, solicitó se reuniese el cabildo i vecinos, porque dijo quería manifestar sumisamente i con el mayor Ínteres el dolor de que se hallaba penetrado por el atentado cometido, a que le habia estrechado la necesidad de salvar la vida; i de que se confesaba arrepentido, protestando no hacer mal alguno, ni permitir lo hiciesen los individuos de su tropa; que su fin no era otro que esta corporacion implorase el perdón ante el Soberano Congreso i Supremo Gobierno de la República. Reunido el cabildo con los vecinos, i oídole su esposicion se franqueó a interponer su valimento, atendiendo a que los hombres estraviados del camino que debe conducirlos por la senda de la razón i la justicia, precisamente han de caer en el despeñadero de su total infelicidad. Así sucede con los que haciendo el mas triste recuerdo de su situación tocan el único arbitrio que les queda para restituirse a la gracia perdida. La soberanía tiene potestad para perdonar si el Supremo Gobierno se mueve a otorgar el indulto. ¿Qué no pierde la patria, señor, con perder a esos bravos defensores? ¿I qué de males no causaran si desesperados de alcanzar induljencia se reúnen al enemigo? El Gobernador i cabildo que suscribe, vive en la seguridad de que ámbas