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CONGRESO CONSTITUYENTE

estómago se comunican a la orina, i es sabido que el espíritu de trementina, tomado en mucha cantidad, produce una orina sanguinosa. Teniendo estos hechos a la vista ¿podrá dudarse que los alimentos estimulantes e indijestos no sean la causa mas común de las enfermedades que aquí se padecen en los órganos urinarios? El doctor Prout, uno de los primeros físicos de Londres, hablando de las enfermedades urinarias se espresa así: " Las secreciones viciadas de todo jénero deben resultar de las causas jenerales o locales, o de ambas juntas. Pero cuando reflexionamos cuán poco espuestos están los órganos secretorios a ser afectados i cuán raras veces lo son, escepto por medio de la pérdida jeneral de la salud, somos naturalmente inclinados a considerar ésta como la causa primaria de este desorden. La indiferencia es obvia. Cualesquiera remedios que tengan tendencia a restaurar la salud jeneral, la tendrán igualmente a asegurar el buen desempeño de todas las funciones i entre ellas de la secreción. No será necesario estenderme sobre los principios que son por todos bien entendidos i sobre la elucidación i aplicación de aquellos que tan justamente se han calificado por los grandes descubrimientos de la medicina moderna, pero simplemente observaré que por atender a la salud en jeneral i especialmente a las funciones del estómago i de los intestinos, he sido muchas veces testigo de la pronta remocion de los depósitos urinarios i de la completa restauración de esta secreción a su natural apariencia i propiedades [1] "

La frecuencia con que encontramos aquí las enfermedades del corazon, también se debe atribuir a la naturaleza de los alimentos indicados, porque por su acción estimulante sobre el estomago, exitan una acción desordenada en la simpatía nerviosa que existe entre el corazon i este órgano i por este medio producen un desórden en las funciones del corazon, que, a la larga, causa enfermedades orgánicas en este importante viscus. El efecto que acompaña a las medicinas que mejoran el estado de los órganos dijestivos en los muchos casos de funciones desordenadas del corazon, que diariamente nos ocurren, es una suficiente demostración de la doctrina que deseamos inculcar. Con respecto a la terrible enfermedad de apoplejía, ofreceremos algunas observaciones que podrán enseñar a inquirir con mas éxito la naturaleza de una enfermedad que, desde el tiempo de Hipócrates, ha permanecido envuelta en una densa nube de oscuridad patolójica. Es sabido que la irritación del estómago e intestinos, producida por las lombrices, es causa mui frecuente de convulsiones en los niños. A la misma causa se ha atribuido la manía, epilepsis i algunos casos de ceguera; la hidrocefalia también ataca a los infantes por la irritación que causa la dentición sobre la membrana de las encías, que es una continuación de la del estómago i de la de los intestinos. Los calambres en varias partes del cuerpo i los letargos, comunmente aflijen alas personas afectadas por la enfermedad que aquí llaman lepidia i la que tiene su asiento en el estómago e intestinos. Algunas personas que tienen las entrañas estreñidas, esperimentan dolores de cabeza, cuya circunstancia prueba la delicada simpatía que existe entre las funciones del cerebro i de los órganos de la dijestion. Hemos visto en esta ciudad a muchas personas caer víctimas de la apoplejía, sin descubrir alguno de aquellos signos que los autores han mencionado como característicos del diátesis apoplético, pero que han sido de constituciones mui débiles i sujetas por muchos años a varios de los síntomas que denotan desórden en las funciones de la dijestion. Asistimos a una persona que tuvo dos ataques de apoplejía i que frecuentemente esperimentaba su cabeza descompuesta cada vez que los intestinos no estaban corrientes. Conocemos otras de mala dijestion que eran afectadas con la pérdida parcial de la vista i varios síntomas de las enfermedades del cerebro, aparecían junto con los de la dijestion. Somos demasiado cautos sobre las enfermedades patolójicas que reinan hoi respecto a la apoplejía, i conocemos que los primeros escritores médicos del siglo aconsejan el sistema de deplecion como el mas a propósito para su cura. Pero ¡cuántas veces no hemos usado la deplecion en un grado estremo sin el menor suceso! ¡Cuántas otras, despues de la muerte, no hemos encontrado que las apariencias del cerebro i sus membranas no justificaban nuestra determinación! Hemos visto aquí morir personas con todos los síntomas de verdadera apoplejía, cuyo cerebro examinado no presentaba señal alguna de comprensión o turjencia i hemos visto también otros muertos de la misma enfermedad en los que no pudimos encontrar signos de enfermedad alguna, escepto en el estómago e intestinos. Todos estos hechos nos hacen pensar que la apoplejía es jeneral mas en una enfermedad de los nervios que del sistema vascular, i que el mayor número de casos que ocurren en esta ciudad nacen de una irritación del cerebro o sus membranas, que ha venido a aquellas partes por medio de algún desórden en la viscera de la dijestion. Ultimamente, estamos bien persuadidos que todas las enfermedades, de que acabamos de hacer mención, continuaran aflijiendo a los habitantes de esta ciudad i haciéndolos víctimas de su furia, si ellos no adoptan un plan de dieta mas conveniente al tono del sistema mas conforme a la naturaleza i mas adaptables a los órganos de la dijestion.

DEL AYUNO

El ayuno merece ser contado entre las causas

  1. Doctor W. Prout on the chemieat properties and composition of sorne of the proxiniate principies of the uriñe, Páj. 37.