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SESION DE 2 BIS DE JULIO DE 1828

tes, perdiendo de vista las mudanzas atmosféricas, atribuyen la disminución de las fiebres esporádicas en el verano, al mucho uso de las frutas de esta estación. No negaremos que el uso de las frutas mejora considerablemente la salud de aquellas personas que en el invierno ¡ primavera se han mantenido con alimentos fuertes i estimulantes, propios a perjudicar las funciones de la dijestion. Pero estamos mui distantes de conceder al uso jeneral de las frutas el asombroso beneficio que se supone jeneralmente. Sabemos que otros paises igualmente abundantes de frutas como Chile, pero ménos favorecidos con un clima tan benigno, las enfermedades de carácter epidémico reinan mas en verano que en invierno. Por otras muchas razones que seria supérfluo detallar, nos creemos justificados de disentir en este punto de la opinion pública i autorizados para atribuirla disminución de esas enfermedades en dicha estación a causas mas conformes con la filosofía médica, a saber: el benéfico estado de la atmósfera en verano, el ejercicio corporal que hacen todas las tardes en esta estación las clases de la comunidad i la buena ventilación de que gozan, permaneciendo casi siempre con las puertas abiertas i aun durmiendo muchos al aire libre.


HOMICIDIOS

Entre los defectos de la policía debemos mencionar otras dos fuentes mui fecundas de enfermedades i mortalidad en esta ciudad, que son esos bárbaros instrumentos de destrucción tan jeneralmente usados por la clase ínfima, á saber, el cuchillo i la piedra. Es repugnante a la naturaleza humana, es vergonzoso para esta capital, que con orgullo podríamos llamarla un pueblo libre i civilizado, es, por último, una horrible mancha para la nación chilena, que en esta época de ilustración se permita que las clases ínfimas continúen matándose diariamente, sin que se tomen activas i eficaces medidas para contener su brutal ferocidad. ¿Podrá oirse sin asombro que en la sola ciudad de Santiago, cuya poblacion apénas llegará a 70 mil almas, en el año 1828, ante un solo facultativo i en el corto período de trece días, se hayan presentado 29 heridos por el cuchillo de los asesinos, de los cuales ocho sufrieron la muerte? ¡Que en un solo hospital no baje la entrada mensual de treinta heridos por cuchillo o piedra! ¿Qué concepto formarán las naciones estranjeras que sepan estos hechos, sin verlos marcados con nuestra indignación? Si esta ciudad fuese visitada por alguna epidemia estraña, que traiese un nombre espantoso, como el de peste ó fiebre amarilla i que semanalmente arrebatase la existencia de cinco o seis habitantes ricos ¿cuál no sería el susto que se apoderaría de todos? ¿Cuál el triste i melancólico estado de las familias? ¿Cuántos planes no se formarían i cuánta actividad no serían ejecutados? Solo se oirian proyectos, ninguna medida dejaría de probarse a cada instante; se convocarían juntas de sanidad; nadie dormiría ni descansaría hasta concluir con la causa destructora de la ventura del pueblo. Empero, treinta o cuarenta personas mueren mensualmente por el puñal de los asesinos, que en propiedad podría llamarse la peste de Chite, i ¿ningún corazon se conmueve, ni ninguna medida se toma para contener este ignominioso diluvio de sangre humana? La voz de la naturaleza esclama contra esta brutalidad. Un pais naciente llora su despoblación. ¿Y no serán oidos sus jemídos? ¿Ningún corazon se abrirá a la compasion, ningún biazo se armaiá en defensa del inocente contra el asesino? Majistrados, hombres filántropos, oid el grito de la naturaleza i detened la salvaje carnicería de vuestros semejantes. Hacedlo por vosotros mismos, por la humanidad, por el bien de vuestra patria, por la causa de la civilización i por la relijion misma. Acordaos que teneis que comparecer ante el Eterno a dar cuenta de vuestras acciones i de los bienes que habéis dejado de hacer. ¿Hasta cuando estará envainada la espada de la justicia? ¿Hasta cuando nuestros Majistrados, con su apatía i fria indiferencia a los asesinatos que se cometen a su vista, haián que las naciones miren con horror i desprecio este encantador i delicioso pais? Miéntras que en otros paises la crueldad aun con los brutos es castigada con prontitud y severidad ¿será posible que en Chile se sufran los crueles e ignominiosos asesinatos sin buscar medios de prevenirlos? Hemos sabido que en dias pasados se colectaban suscriciones para traer de Alemania una colonia de agricultores. ¿Qué necesidad puede haber de esto? ¿Los chilenos campesinos son acaso inhábiles o la naturaleza les ha privado del uso de sus brazos? No. ¿I entónces, por qué empeñarse en traer estranjeros que trabajen lo que ellos son capaces de hacer? Si se educasen esas clases hoi abyectas i se protejiesen sus vidas con leyts propias i eficaces, se veria que cultivaban mejor su suelo natal que cualquiera otra raza que se pudiese introducir. ¿Cómo podremos tener una abundante poblacion, si la inmoralidad i todos sus malos efectos no son correjidos por una administración enérjica por leyes adecuadas? Recuérdese que Roma, la soberbia dominadora del mundo, cayó bajo el peso de sus propios vicios. Una vez corrompidos i degradados sus habitantes fueron, por consiguiente, incapaces de gozar largo tiempo las delicias del don celestial de la libertad.

INFLUENCIA SOLAR

Vamos ahora a considerar la tercera causa de las enfermedades que aquí se padecen, es decir, la influencia del sol. Antes de entrar en la consideración de este objeto, es necesario dar una breve noticia de las leyes de cierto principio, a que tendremos frecuentes ocasiones de referirnos en las siguientes pájinas. Este principio es jeneralmente nombrado irritabilidad i existe en cada