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CONGRESO CONSTITUYENTE

que por tantos respectos es superior a las felicidades i fruiciones de la opulencia, sea acompañada con circunstancias tan poco merecidas por su naturaleza. Mas, ¡ai! ¡En este mundo se encuentra mezclado el placer con el disgusto; no hai en él verdadera dicha ni la felicidad es permanente!

Pensamos haber demostrado con claras i justas razones, que las habitaciones que ocupan los pobres en esta ciudad son en alto grado perjudiciales a la salud de sus miserables habitantes i esperamos que en obsequio de la humanidad i en favor del aumento de la poblacion, los que presiden los destinos de la República tomarán nuestras observaciones en consideración i remediarán los males que hemos enumerado. El mejor medio de hacer habitables esos cuartos seria el de obligar a sus propietarios a que en todos ellos abriesen espaciosas ventanas i que el que los alquilase sin este requisito incurriese en graves penas. Cuando la felicidad i salud pública se ven amenazadas, ninguna consideración hácia los intereses de unos pocos individuos debe impedir que la mano déla filantropía se interponga en su favor.

MIASMAS

Hai otra circunstancia en la policía de esta ciudad, que por su grande i diversificada estension debe considerarse aun mas perjudicial que la que hemos ántes manifestado. Nos referimos al estado inmundo de las acequias i calles. Es demasiado i jeneralmente sabido que en todas las estaciones del año, i por varios consecutivos dias de cada semana, las acequias interiores de las casas se hallan tan completamente obstruidas por la acumulación de animales muertos i materias vejetales, que cierran enteramente el paso a la menor cantidad de agua. Las calles atravesadas i muchas de las principales no son ménos inmundas; por lo que un estranjero que visita a Santiago podria creer que es la poblacion mas sucia de la América del Sur. . . Una triste esperiencia, principalmente en los últimos tiempos, ha enseñado que la descomposición de las materias organizadas, ya sean animales o vejetales, causada por el calor o la humedad, despide ciertos efluvios, cuyas propiedades son sobremanera perjudiciales a la salud del hombre. Las pruebas de esta verdad las encontramos en los escritos de una multitud de autores médicos. [1]

Afortunadamente para los habitantes de esta ciudad, el estado de su atmósfera no obra tan activamente sobre las materias de putrefacción que pueda causar aquellas epidemias que cosechan tantos millares de vidas en varias partes de España, Norte-América, India, Méjico, Panamá, Vera-Cruz i otras muchas rejiones de ambos mundos. A no ser así las campanas tocarían diariamente el triste doble de la muerte i las casas serian melancólicos teatros de llanto i de dolor. Pero aun cuando no sea tan activa aquí la influencia de la atmósfera sobre las materias putrefactas, es innegable que ejerce su acción maligna sobre la salud i que causa las disenterías, typhos i otras fiebres que aparecen en ocasiones epidémicamente. En verdad, a alguna causa de esta naturaleza debemos atribuir las violentas i fatales disenterías que tanto prevalecieron en el año de 1826 i que se han repetido en los meses de Abril i Marzo del presente; esa molesta especie de fiebre puerperal que atacó a tantas mujeres recien paridas en los principios de 827-i los typhos (o chabalongos) que abundan casi todos los años. Raciocinando según el principio jeneralmente reconocido, de que el aire caliente ocasiona mas exhalaciones en los cuerpos que el aire fresco i según lo que sabemos que influye el calor de verano en otros países, deberíamos suponer que las enfermedades ocasionadas por los efluvios serian aquí mas jenerales en verano que en invierno, pero el conocimiento que tenemos de este clima nos sujiere la opinion contraria.

Aquí en el verano la atmósfera es uniformemente limpia i clara i las exhalaciones que se levantan, no encontrando nubes o nieblas que impidan su ascenso, se desparraman con facilidad por el grande espacio i se mezclan con los otros cuerpos de la atmósfera. Sucede lo contrario en invierno. El calor del sol es siempre mui considerable o al ménos suficiente para estraer de esas acumuladas inmundicias los vapores nocivos con que las ha impregnado la putrefacción; al fin del dia esos vapores se encuentran con las nubes que nos rodean i con el aire frió de la próxima noche i consiguientemente son precipitados a la tierra i echados por la brisa nocturna al interior de las habitaciones. He aquí una juiciosa i fundada razón para que las enfermedades prevalezcan mas en el invierno que en el verano, i juntando en nuestras meditaciones esta circunstancia con la mala ventilación de que gozan los habitantes de las clases pobres (a que debe obligarles su propia pobreza careciendo del socorro de fogones [2] i vestidos o cobijas), percibimos la causa porque en esta estación sufren mas enfermedades los pobres que aquellos que pueden con el dinero guardar mejor sus casas de los rigores del invierno, sin contrariar al mismo tiempo su salubridad. La jeneralidad de las jen

  1. Vide Dr. Jackson on Fever. —Dr. Halloran on the yellow fever of Spain. Ilumbold's Political Essay on the kingdon of New-Spain. F .lemens de Chimie art. Putrefaction de Subst. anim., tomo IV, vol. II . Dr. Chishohn's paper in the Edimb. med. and Sirurg. Journal, An. 1S10, páj. 388, et. seq. Pringle on the diseases of the army, p. 322. et. seq., etc. etc.
  2. Regularmente suplen esta falta con los braseros, que son doblemente perjudiciales en esas habitaciones cerradas, así por el tufo que despide el carbón en su combustión, como por el aire que consume o descompone.