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SESION DE 2 BIS DE JULIO DE 1828

su profesion le liga no solo con el siglo en que vive i ti pueblo en que reside, sino también con la posteiidad i todo el jénero humano, i todas las naciones de la tierra son el objeto de sus reflexiones. Como el custodio de la salud pública i el preservador de su especie, el profesor médico es ob igado moralmente a esforzarse cuanto le sea posib'e, no solo a curar las enfermedades que se le presenten en la práctica, sino también a trasmitir los conocimientos que pueda adquirir en su carrera a los que le sucedan. La esperiencia i los talentos confinados dentro del mismo individuo que los posee, son tan inútiles al público como si no existiesen, son como un río que tomando un curso subteiráneo apénas se deja conocer de los secretos i solitarios arroyos que lo forman. Pero cuando contribuyen a la diseminación jeneral de los conocimientos por medio de la imprenta, se asemejan al que serpenteando su largo curso, bajo un sol vivificante, convierte áridos campos en encantadoras heredades. El grande Autor de nuestro ser ha gravado en el hombre una propensión a comunicar sus adelantos a la posteridad. La historia nos manifiesta esta verdad i nos la prueban también las muchas publicaciones que han hecho i hacen las imprentas sobre todas materias. Si no fuese por esta útilísima propensión ¡cuán deplorable no seria hoi el estado de las ciencias! La mas tenebrosa ignorancia i melancólica oscuridad i abatimiento reinaría en la sociedad. En efecto, si no existiesen entre nosotros ciertos conocimientos no tendríamos otra guia en nuestras meditaciones i acciones sino el falible dictámen de nuestro juicio individual o los inconstantes impulsos de nuestra caprichosa fantasía. Sí no fuese por la clasificación de los síntomas i la historia de los signos que distinguen una enfermedad de otra, por cuyo medio nos han guiado Hipócrates, Galeno, Celso, Sydenham, Cullen i otros, la profesion médica seria hoi una empresa sumamente tediosa i padeceríamos el trabajo de clasificar los varios fenómenos de las enfermedades i de formar correctos diagnosis. Debemos ciertamente confesar que la mayor parte de los conocimientos que poseemos sobre esta materia son adquiridos mas con el estudio de los escritores médicos que con nuestra propia esperiencia. Hai mui pocos médicos prácticos que hayan logrado instruirse por sí mismos, mui pocos que hayan adquirido un conocimiento de las varias formas de las enfermedades por sus propias observaciones. En verdad, la medicina es una ciencia que sobre todas las otras requiere para su cultivo variados talentos i solo por la acumulación de determinados hechos i por los trabajos intelectuales de muchos individuos, puede llegarse a la perfección. En este pais el cultivo de la medicina ha sido mui vergonzosamente olvidado. Quizas esta neglijencia habrá nacido de la suposición que la descripción que dan los libros médicos de la naturaleza i curación de las enfermedades en otras partes del globo, serán aplkables también a las que aquí se padecen. Tal suposición será desvanecida con el solo exámen de ellas. Aquí el campo de las dolencias que aflijen a la humanidad es mui estenso i peculiar en su aspecto. Unas no se encuentran en Europa i otras aunque pertenecen a la clase i órden allá establecido se presentan agravadas i tan aumentado el número de sus síntomas colaterales, que es tarea difícil encontrar su semejanza; miéntras que otras son enteramente desconocidas i no se les puede asignar correctamente a alguna de aquel as clases. Hai dos mui importantes razones para cultivar la medicina en el pais. La primera es la que acabamos de apuntar i la segunda la necesidad de algunos escritos esclusivamente consagrados a la naturaleza i causa de las enfermedades a que están sujetos sus habitantes, para dar a los médicos estranjeros en el principio de su carrera profesional en él, los conocimientos de las enfermedades que se les presentarán diariamente. No podrán negarme mis compañeros los médicos europeos, que a su llegada ignoran enteramente la exacta fuerza i testura, si puedo usar de esta espresion de las enfermedades propias del clima, i que solo despues de haber practicado algunos meses comienzan a adquirir ideas sobre su naturaleza i principios sobre su curación. Estos hechos innegables abogan enérjicamente en favor de la necesidad de cultivar de un modo particular el campo de las enfermedades de Chile. Por esta razón i recordando las muchas dificultades que encontré al principio, me he decidido a emprender este ensayo, confiando sinceramente en que el ejemplo que da el mas humilde indidividuo de la Facultad, producirá el provechoso efecto de excitar la atención de sus compañeros i de inducirles a publicar el resultado de sus esperiencias, sobre las recónditas causas de tantas enfermedades que continuamente deben encontrar. Solamente añadiré que esto lo debemos a nosotros mismos, a la comunidad en que estamos incorporados i a la posteridad. Cumplir con tan sagrada obiigacion son los mas ardientes deseos de mi corazon.

Pensando que este ensayo sirva solo de introducción a un exámen mas estenso de las enfermedades que se padecen en esta parte de la República, i siendo escrito, como se ha dicho, con la intención de excitar a otros profesores a la publicación de sus observaciones, me he limitado enteramente a la discusión de las causas mas comunes de las que prevalecen. Por las mismas razones me he abstenido de ofrecer en este papel algunas observaciones patolójicas o terapéuticas, reservando la publicación de mis opiniones sobre estos puntos hasta que vea la recepción que merece al público este trabajo. Al exámen de cada una de estas causas he añadido algunas advertencias sobre los mejores medios de prevenir sus efectos sobre el sistema