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CONGRESO CONSTITUYENTE

Pero considérome por un momento bajo el supuesto imperio de la lei i que su virtud me llame a justificar mi enfermedad con arreglo a ella: ¿es de peor condicion la palabra de un represen- tante ante el Congreso, que la de un médico? ¿Será posible inferir a un ciudadano, cuyo amor público tiene largo tiempo justificado, el agravio de que a su palabra se dé ménos asenso que a la de un facultativo? A mas de que yo no he hablado al Congreso de una imposibilidad actual que me impida satisfacer mis compromisos; mi renuncia habla de una medida de precaución a favor de mi salud. Yo puedo estar enfermo i capaz de una asistencia diaria ahora, pero no puedo estarlo dentro de quince dias o un mes, cuando todo recurso me sea estemporáneo. De una desgracia semejante en un pueblo sin relaciones es de la que trato de evadirme, renunciando en tiempo mi cargo conforme a la lei. La patria no puede exijir de mí mas que lo justo; bastantes sacrificios le tengo rendidos desde mi mas temprana edad para que con bastante justicia me escuse este último.

A estas consideraciones lijeramente bosquejadas se sigue otro motivo no ménos poderoso. Cuando fui llamado por la voz uniforme del pueblo libre de Linares a contraer el empeño honroso de representarlo en la Asamblea Nacional, lo admití equivocadamente, persuadido que podia hacer un servicio efectivo a sus intereses, sacrifiqué mis particulares atenciones a sus deseos, mas por el reconocimiento que me imponía la gratitud hácia un pueblo virtuoso que por considerarme bastante capaz de desempeñar de un modo satisfactorio una comision tan eminentemente difícil. Por consiguiente, mi renuncia la demanda el justo temor de una enfermedad peligrosa i la prudencia al confesarme convencido de mi incapacidad de llenar cumplidamente el augusto cargo que se me ha confiado. Sabe la Sala cuanto mas útiles les serian los conocimientos de mi suplente. Su patriotismo, sus principios, su amor a la causa de los pueblos, la respetabilidad de su persona, son otros tantos motivos que le llaman a ocupar mas dignamente el asiento que yo le cedo gustoso.

En esta virtud, sírvase la bondad de US. hacer presente de nuevo al Congreso estas reflecciones, que del modo mas respetuoso, someto a su examen, para que si lo tiene a bien vuelva a reconsiderar mi renuncia.

Dios guarde a US. muchos años. —Valparaíso, Junio 24 de 1828. Ignacio Molina. —Señor Secretario del Congreso Nacional.