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CÁMARA DE DIPUTADOS


ANEXO

Núm. 201

En el momento de recibir ayer la comunicacion de la Cámara de Diputados por la cual se me anunciaba la última resolucion del Congreso Nacional con respecto al Presidente de la República, se la trascribí, despachándosela por estraordinario al punto de Colina donde sabia se hallaba entónces. La contestación que me acaba de dirijir es la siguiente:

"Excmo. Señor don Francisco Ramon Vicuña, Jefe Supremo de la República. —Santiago, Octubre 18 de 1829. —He recibido el oficio de V.E. del dia de ayer, en que se sirve trasladarme el que con igual fecha le dirije el Presidente de la Cámara de Diputados, comunicándole la órden del Congreso jeneral, para que me apersone ante él hoi a las doce del dia a recibir el cargo de Presidente de la República.

"El inesperado honor que me hace la Representación Nacional en este decreto, despues de la repugnancia que he manifestado dos veces a tomar sobre mis débiles fuerzas la responsabilidad de tan alto cargo, me deja penetrado de reconocimiento; pero de ningun modo altera mi resolucion.

"No insisto en mis enfermedades habituales.

No invoco el principio incontestable de que toda grave responsabilidad debe ser voluntariamente contraida. En otras circunstancias hubiera renunciado gustoso este derecho. Motivos de un órden superior me hacen imposible hacerlo.

"Algunas de las primeras operaciones del Congreso adolecen en mi concepto de un vicio de ilegalidad, que estendiéndose necesariamente a la administracion que obrase en virtud de ellas, o que pareciese reconocerlas, la haria vacilar desde los primeros pasos, i la despojaria de la confianza pública.

"No me erijo en juez del Congreso. Lo respeto sobre manera. La intelijencia que doi a la Carta Constitucional será talvez errónea, pero basta que en un punto de tanta importancia difieran mis opiniones de las del Congreso; basta que entre los principios que le dirijen i los mios no exista aquella armonía sin la cual no concibo que ninguna administracion pueda ser útil; basta sobre todo la imposibilidad de aceptar la Presidencia sin aparecer partícipe en actos que no juzgo conformes a la lei, i de una tendencia perniciosa, para que me sea no solo lícito, sino obligatorio el renunciarla.

"Al espresar por la tercera, i espero que por la última vez, esta resolucion, he creido que debia a la Nacion que me ha distinguido con su confianza, la esposicion franca de mis sentimientos, i suplico a V.E. me haga el honor de trasmitirla al Congreso. —Dios guarde a V.E. muchos años. —F. A. Pinto."

Tengo el honor de trascribirlo al Congreso Nacional, ofreciéndole nuevamente las seguridades de mi aprecio i respeto. —Santiago, Octubre 18 de 1829. —Francisco R. de Vicuña. —Melchor José Ramos, Pro-Secretario. —Al Congreso Nacional.