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SESION DE 27 DE MARZO DE 1830 285

Intendencia de Coquimbo. —Serena, 9 de Marzo de 1830. —Francisco Sains de la Peña. —Señores Presidente i Secretario del Congreso de Plenipotenciarios.


Núm. 356

El Congreso Nacional de Plenipotenciarios en sesion de hoi ha resuelto lo siguiente:

"Articulo único. Dígase al Presidente de la República que el Congreso ha leido con sentimiento el número 4 del papel que se acompaña titulado Cura Monardes, por los ataques i el ridículo en que trata de ponera esta Corporacion, encargándole lo pase al Ministerio público para que lo acuse ante el Juez, precediéndose en ello con toda brevedad i avisándose del resultado."

Lo que tengo el honor de comunicar a V. E. para los efectos que se indican, ofreciéndole con este motivo las seguridades de mi mayor estimacion. —Santiago, Marzo 27 de 1830. —Cardoso, Presidente. —Molina, Secretario. —Al Poder Ejecutivo.


Núm 357[1]

CONGRESO

El Congreso de Plenipotenciarios, obra de unos tratados que no existen, continúa funcionando i sus trabajos ocuparán la parte mas preciosa e interesante de nuestra historia. Este Cuerpo monstruoso bajo todos aspectos, se ha atraido sobre sí el desprecio jeneral, ya por las materias que con tanto descaro está tratando, i ya por las personas que lo componen.

A la verdad que jamás podrá decirse con mas razon, que la opinion pública no ha tenido parte en la eleccion de estos miembros, porque no es posible suponer que se haya engañado de tal suerte, que de los seis que lo componen no haya uno que merezca la aceptacion pública. Sin intencion de inferirles el menor agravio i respetándolos en su clase, somos de opinion que difícilmente podian haberse escojido hombres menos a propósito para restablecer la tranquilidad pública i servir de centro de union a los chilenos. Los revolucionarios perdieron su tino en esta vez i sin pensar que es imposible alucinar a los pueblos tanto tiempo, colocando en destinos tan elevados a seis hombres, de los cuales unos están acusados ante los tribunales i por la prensa de crímenes atroces, otros han sido puestos a juicio i desterrados por una administracion sabia i benéfica, i otros han estado perseguidos por el imperio de las leyes que han querido atropellar. Podríamos indicarlos con sus nombres; pero los hechos que acabamos de referir son demasiado notorios, i por ellos el público los conoce. De estos miembros, hai uno principalmente que poco há era el objeto aborrecido de los chilenos i cuyo nombre se pronunciaba con horror i espanto por los crímenes que cometió durante un período que hasta ahora se recuerda con lágrimas. Los Carreras i todos sus amigos fueron víctimas de la influencia de este hombre. ¡Cuántas fortunas arruinadas! ¡Cuántos destierros! ¡Cuánta sangre derramada! ¡Cuánta perfidia i mala fé no se vió en ese entonces! I ¿será posible que el autor de tamañas atrocidades sea hoi el órgano de la Nacion, el ájente principal de los negocios, el Director del país? ¿Los chilenos querrán estar sometidos nuevamente a su mas atroz enemigo? ¿Han olvidado el carácter hipócrita i la alma feroz que distingue a este caballero? ¿Tienen valor para esperar mas males que los que ya les ha causado? Sin contraernos mas a su vida pasada, tendamos la vista sobre los desastres que ha sufrido el país desde el momento rrismo que salió de su retiro. Tan pronto como obtuvo los sufrajios de una provincía en la cual, por desgracia, tiene algunos amigos, i tan pronto como se presentó al público, introdujo la discordia en el Congreso, sembró la desunion entre sus miembros, incendió la provincia de Concepcion, hizo venir un ejército pacífico i virtuoso, se puso al frente de una division, se unió con sus mayores enemigos, halagó las pasiones, de todos, i sin un ápice de pudor i rodeado de descontentos, dió rienda a su ambicion i a ese jenio díscolo i turbulento que lo devora.

Hoi, sin respeto a las leyes ni a ese tratado que ha dado existencia al Cuerpo a que pertenece, presenta materias a la consideracion de sus compañeros ajenas de su instituto i propias solo de un Congreso legalmente constituido. ¿Dónde en el tratado se les ha dado facultad para aprobar los nombramientos de Ministros Plenipotenciarios? ¿Dónde para que autoricen al Gobierno para nombrar Intendentes? ¿Dónde para exijir que los reconozcan las autoridades? ¿Dónde para renunciar dietas que la lei no les designa? ¿Dónde para acordar bases de tratados con otras Repúblicas? ¿Dónde para quitar empleados i sustituir otros? Pero a dónde iremos a parar si continuásemos esta relacion Baste decir que el Congreso ha querido tener parte en todos los ramos de la administracion i que ya lo habria conseguido si el Presidente no hubiese puesto un dique a sus funestísimas intenciones. Sin embargo, mucho ha hecho i nada nos admira, porque todo debia esperarse de hombres de esta naturaleza.

  1. Este artículo ha sido trascrito de El Cura Monardes, núm. 4, correspondiente al 24 de Marzo de 1830. (Nota del Recopilador.)