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SESION DE 16 DE MARZO DE 1825

que Sotomayor designase, responde: que con ninguno. Que no tiene mas que declarar i que lo dicho es la verdad bajo la protesta hecha, en que se ratificó, leida su declaracion, i la firmó con el señor juez, de que doi fe. —Echevers. —Patricio Bustamante. —Ante mí, Arao.


En la ciudad de Santiago de Chile, a veintiún dias del mes de Febrero de mil ochocientos veinticinco, a consecuencia de haber recibido órden del señor Director Supremo, he llamado a don José Ignacio Sotomayor i preguntado conforme a ella, espuso: que, habiendo venido el viérnes a las doce del dia el declarante a la Sala de despacho del señor Director Supremo, como lo hubiese sabido don José Gregorio Argomedo, le preguntó a la oracion del mismo dia en la Alameda de la Cañada, estando junto con el señor don Francisco Fontecilla, cuál habia sido el motivo de su viaje, i habiéndole contestado el declarante que el de buscar al edecán don José Sota para liquidar una cuenta, le dijo don José Gregorio: "Primero morir que confesar"; i firmó esta dilijencia despues de ratificada en ella con el señor juez, de que doi fe. —Echevers. —José Ignacio Sotomayor. —Ante mí, Arao.

Declaración de don José Gregorio Argomedo

Los señores de la Comision, al efecto de tomarle su declaracion al señor don José Gregorio Argomedo, actual diputado del Congreso Nacional, pasaron a la pieza donde guarda su reclusion i por ante mí, el presente escribano, le espusieron tenia que decir la verdad i protestó decirla. En su virtud, se le preguntó cómo se nombra, de dónde es natural, su edad, estado, ejercicio, si sabe la causa de estar preso. Responde: nombrarse don José Gregorio Argomedo, natural de San Fernando; su edad, de cincuenta i siete para cincuenta i ocho años; su estado, casado; representante del Congreso Nacional, i ántes Presidente de la Suprema Corte de Justicia; sobre la causa de su prisión, responde: que el dia veinte del corriente, a la una de la mañana, estando acostado i acabado de recibir un sudor que principiaba a causar un efecto copioso, se apareció a su cuarto el edecán don Enrique Campino, diciéndole que venia a llevarle preso al cuartel de Guías, de órden del señor Supremo Director, i observó que venia también jente armada; que entonces uno de sus hijos suplicó al señor Campino que le permitiese pasar donde el señor Directora significarle el triste estado en que se encontraba su padre; que efectivamente pasó i ofreció cuantas seguridades estimasen necesarias hasta quedar él preso con todos sus hermanos, i se le respondió que dijese al edecán que cumpliese prontamente ron la órden; que, en esta virtud, se vistió, i al salir le intimó igualmente órden de que le entregase todos sus papeles, que lo hizo así sin reconocerse, ni que tomase la llave un ministro de fe, ni se lacrasen las cerraduras de la escribanía en que fueron; que aunque no ha tenido desconfianza la menor del predicho oficia, pero ha temido que tal vez alguna mano maestra, empeñado en su mina, pueda haberle introducido algunos, mucho mas cuando hasta el día ni se le ha llamado para el reconocimiento, ni sabe cuál sea la suerte de la escribanía, por su rigorosa incomunicacion; que así se le condujo al predicho cuartel, depositándole en un cuarto que cree sirve a la Mayoría por las armas que vió en él; que al siguiente mui temprano, le trasladaron a un calabozo inmundo, dejándole por compañeros un ejército de pericotes i fetor del infierno, a donde se mantuvo gravemente enfermo, i en la misma rigorosa incomunicación seis dias; que, despues de este término, pasó el edecán don Manuel José Reyes a intimarle, de órden del Congreso Nacional, su traslacion a una de las piezas de la casa de sus sesiones, en donde se mantiene aunque incomunicado, pero mui contento por la comodidad de su habitacion; que así es que no sabe la causa de su prision; que, en su conciencia, nada le acusa, pero que cree que sea mui grave cuando en su persona se ha ajado toda la Soberanía Nacional, se han vulnerado las leyes tanto constitucionales anteriores cuanto del actual Congreso, i se le ha mirado con tanto desprecio; pero que, vuelve a repetir que, descansando en el testimonio íntimo de su conciencia, está mui pronto a responder a cuantos cargos quisieran hacerle, exijiendo por gracia que no se le tenga la menor consideracion.

Se le preguntó qué sabe del suceso de don José Ignacio Sotomayor, en la noche de su prision, i responde: que el oficial que fué a prenderlo le dijo que Sotomayor habia tratado aquella noche de asesinar al doctor don Bernardo Vera i a don Joaquin Campino, i que decia iba a hacerlo de órden de don Francisco Fontecilla i del declarante; pero que desprecia esta especie tanto por conocer el carácter de Sotomayor cuanto por haberle dicho el mismo oficial que iba sumamente ébrio; mucho ménos ha creido que ésta sea la causa de una prision tan rigorosa, sin haber tratado ántes de examinar la verdad, i de obligar al delator aprobar su delación, a no ser que vivamos en los tiempos de Sila, Tiberio i Augusto, que declararon la impunidad del calumniador en los delitos de Majestad.

Preguntado si tiene amistad estrecha o de política con Sotomayor, responde: que está tan léjos de tener amistad estrecha con Sotomayor que no se acuerda si fué en miércoles o juéves anterior a su prisión, en que le sucedió el hecho siguiente: Recojiéndose de la Alameda, poco despues de la oracion a su casa, pasó por el lugar en donde estaban sentados don Francisco Fontecilla, Sotomayor i muchos otros, i despues de saludarles, le convidaron a sentarse. Que Fontecilla le habló sobre un negocio particular