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392 ASAMBLEA DE DIPUTADOS

sionado que se habia nombrado para escribirlo, i que era miembro de este Cuerpo, en una jestion o disputa que se habia suscitado en el Congreso sobre este mismo punto, se esplicó diciendo que no era su intencion el que se aboliese aquella Asamblea ni la de Concepcion; que lo que únicamente no le parecia bien o no era su dictámen, era que se declarase soberana cada provincia, pero que, de no ser así, podian tener sus Asambleas que entendiesen en lo económico de sus respectivas provincias con dependencia siempre de un centro comun.

Continuando sobre esto, me dijo que era la intencion de aquellas provincias que se les conceda tener su Asamblea, porque están cansadas ya de los males que han sufrido por no tener un cuerpo como éste, que contenga los abusos de los gobernantes que les mandan; que en todo lo demas están prontas a obedecer i a depender de un centro comun; que, a mas de esto, quieren que se les conceda los diezmos; no en términos de exijirlos con violencia, sino que el Congreso les conceda, si halla por conveniente, la administracion del diezmo de aquella provincia, con el cargo de que dolarán los curas i todas aquellas iglesias, i lo sobrante lo destinarán para consolidar el crédito provincial.

Me ha dicho tambien que quieren establecer una casa de moneda, pero no independiente de la capital, sino que quieren un cuño, i que de aquí vayan los que quieran sellar. Esto es por la conveniencia misma del Estado, porque me dice que todos los años perderá el Estado cincuenta mil pesos de la plata que llevan en piña los ingleses; i ahora con esta riqueza, si hasta aquí ha dado cincuenta i tantos mil marcos, que quitaban al Estado cincuenta mil pesos, ahora serán quinientos mil los que pierda.

Luego se habló sobre el estanco de tabacos i de la desesperacion de Coquimbo en esta parte[1]

Volviendo a la moneda ¡cómo es posible que deje de venderse toda aquella plata que sale de los minerales, i que es tanta! Ademas, los pobres quisieran ver su dinero para proporcionarse lo necesario, i que no lo pueden hacer con la plata en pasta; los comerciantes quieren lo mismo para continuar su jiro, i como no pueden venir muchas veces a la capital, por los gastos que se les orijina i por lo largo i lo molestoso de los caminos; para remediar, pues, todo esto, parece que no hai otro arbitrio que concederles la casa de moneda.

Solicitan tambien el que los habitantes de aquellas provincias gocen, respecto a los puertos, de las mismas leyes i privilejios que rijen en cuanto a los puertos de la capital.

Esto fué lo que me espresó, i que siempre que se haga esto, están prontos a entrar por todo lo demas i a mandar sus diputados al Congreso.

Otra cosa se espresó: que luego que se haga la Constitucion, se envíe a la Asamblea para que la revise.

Se ofreció hablar allí que al señor Director se habian ofrecido cien mil pesos para esta espedicion a Chiloé, i él dijo que no habia embarazo, porque aunque, cuando él salió de allí, no habia nada de esto, pero que no creia hubiese embarazo para contribuir con esta suma.

Considerando, pues, las circunstancias en que nos hallamos; que este mismo señor individuo de aquella Asamblea me ha espuesto todo esto; que es preciso aprovechar de ocasiones tan bellas, i cuando se ha descubierto una riqueza, con que la Providencia parece que quiere enjugar las lágrimas que los americanos han vertido por espacio de 15 años; hemos de tener presente tambien que esto ha de producir celo al español, i que se apresurará, movido del interes, a espedicionar sobre este país; que tambien esto mueva a la Santa Alianza para que ayude al español en sus empresas, al portugués tambien lo puede mover, como Ministro de la Santa Alianza, a estender sus miras sobre esto i tal vez tome la providencia o se apresure a aprovecharse de Chiloé: ¡qué males no nos traeria esto, o que a Coquimbo venga una espedicion, que seguramente no seria resistida por no haber fuerza suficiente en aquel país! Mucho mas se puede presumir esto por las grandes riquezas que contiene aquella provincia, pues desde que se descubrió la América no habrá dado tanta plata como esta mina puede rendir. Ya sabemos que ésta es la manzana de la discordia: la riqueza es la que mueve el corazon del hombre i es la causa de sus guerras i disensiones. Por todos estos principios, pues, debemos procurar con la mayor exijencia tratar sobre la union de aquellas provincias, i de este modo estar unidos a ellas con vínculos los mas estrechos; no sea que despues la provincia de Coquimbo, por ejemplo, hallándose abundante en riquezas, i con este mineral que ha de producir millones de millones, se niegue a entrar en la union, porque no hai duda que las riquezas producen cierto orgullo i superioridad sobre los demas, ellas tambien aumentan la poblacion; así es que dentro de un par de años hai en la provincia de Coquimbo doscientas mil almas; i si nos negamos con terquedad ahora a lo que esta provincia tan justamente pide, puede que con las riquezas que van adquiriendo se nieguen enteramente a unirse con nosotros. ¿I qué bienes no perderemos por esto? ¿Cuántos males i abatimientos no vendrán sobre nosotros al ver que aquellas provincias se exaltan i se engrandecen, miéntras ésta vaya cayendo en el abatimiento? Ahora nos ruegan para unirse con nosotros, i despues aunque los roguemos, acaso no haya para nosotros entrada. Por estos principios, pues, i como representantes de todos los pueblos, no

  1. Esta desesperacion es la de todo el Estado chileno, que en la plantificacion del estanco cree reconocer la época mas humillante de la marcha de su revolucion.