Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XI (1824-1825).djvu/290

Esta página ha sido validada
290
ANTECEDENTES

trasporten fuera por este vehículo; mas, es necesario i mi honor primero que todo.

Suplico al público se sirva ocuparse, ántes de entrar en los particulares de la lectura, de los siguientes documentos:


Oficio del Cabildo de San Fernando al señor Ministro del Interior

En vista del oficio de US., de 16 del presente, referente al decreto supremo de 15 del mismo, al reclamo hecho por algunos vecinos de esta delegacion; i teniéndole a la vista, escandalizado este Cabildo de la animosidad con que se atreve una faccion improperante, prevalida de falsos hechos que espone, a pretender eludir el alto respeto de esa suprema autoridad, bastante informada por el acta que tuvo el honor de dirijir a sus superiores manos, trata solo de contestar punto por punto dicho reclamo.

Repare US. como el oficio de esos reclamantes afirma i asienta que el primer acto que se propuso por la reunion del pueblo, fué el que precisamente debia el gobernador para procederse a lo que US. ordena de depositar el mando. Advierta, igualmente, US. que el documento número 1 acredita cosa mui diferente, como se espresa, a saber: si debería hacerse allí la votacion que se ordena sobre la admisión o nó de la Junta, o debería trasladarse a la sala de Cabildo; he aquí la inconsecuencia. El oficio citado dice que se inició el acto por la proposicion de separar i quitar el mando al actual gobernador, i esta es la verdad; i el documento número 1 citado, dice que se inició por pedir la traslacion a la sala de Cabildo. Resulta manifiesta la falsedad del documento.

Continúa el actuario de dicho documento confesando a mas no poder el allanamiento del comandante Puga, quien, efectivamente, sacó su tropa de aquel sitio para que sin pretesto se hiciese libre la votacion. Compare US. este hecho asentado con lo que mas abajo dice i asienta de que, al retirarse, el comandante hizo una señal a la tropa, la que al momento se formó en batalla, haciendo el punto a la reunión. ¿Dónde estaba esta tropa, cuando ya tiene confesado que a primera instancia se habia retirado? I a dónde? A la plaza mayor, distante dos cuadras de San Francisco. Hé aquí otra inconsecuencia del actuario en sus mismas aseveraciones. Desde el principio de su esclamacion, comienza a faltar a los hechos verdaderos de aquel jacto, i continuando su falsa relacion no espone nada de verdad, mas que lo que se halla estampado en el acta remitida.

Es de notarse tambien que el dicho actuario esponga varios debates precedentes a la sacada de la tropa; pero no espresa cuáles, ni sobre qué se suscitaron, porque le conviene a él i a sus coligados ocultarlo. Estos fueron los insultos mas enormes a la autoridad que presidia, con tanto orgullo i amenazas que no dejó de ser destestado por aquel gran concurso. Esto indujo de uno a otro abismo a los altercantes, amenazando al delegado con altaneras voces, le quitarían el mando. Entonces él, dejando el asiento i puesto en pié se espresó diciendo:El mando no lo entrego de ningún modo mientras no sea por el conducto que me fui conferido: si Uds. son tan valientes, como lo son para hablar en esta concurrencia, salgan de a dos conmigo o donde quieran. Esto fué hablando con los que le insultaban. Entonces ellos dijeron que el concurso presente así lo quería El pueblo, al oir esto, alzando el grito dijo:Viva el señor Freire! No queremos Junta ni otro gobernador que al señor Quintana! quien, al oir esta aclamacion, habló de este modo:No quiero se presuma que mi presencia influya en este gran concurso; traten Uds. como gusten de mi deposicion, pues estando yo presente muchos no votarían en mi contra como Uds. se lo tenían ordenado; quede el pueblo libre i obre como quiera ; i dírijiéndose a su casa, lo sigue el pueblo con las mismas aclamaciones, sin que lo pudiese contener don Rafael Muñoz, el comandante Puga i otros varios que en la puerta pretendían atajar el gran torrente que no paró hasta la casa del gobernador, exijiéndole les recibiese sus firmas, para mas acreditar lo que públicamente i por su libre voluntad habían espresado, todo lo que presenció el perverso Juan Arellano que, como escribano de Cabildo, habia sido traído para que autorizase el acto de su referencia, el cual, no olvidándolas sendas oblicuas de su conducta, por la cual no mucho tiempo ántes habia sido depuesto de la diputacion de Rancagua, que imputamente obtenía, i habiendo dejado la casa del gobernador por un recado privado de los facciosos, se fué a la Sala de Cabildo, donde no habia cómo ni en qué escribir, porque todo se habia conducido al lugar de la votacion, i allí dió la falsa fe, según él dice, a las dos de la tarde, cuando al dia siguiente la dió en casa de don José María Argomedo, punto céntrico de reunión para todos los facciosos. También dice que el informe se estendió a pedimento de cuatrocientos individuos que comisionaron a los nominados facciosos para que reclamasen ante esta Superioridad, cuando todos hemos visto que no pasaban de siete los que se dirijieron a la casa de Argomedo, donde se han estendido los documentos i practicado todas las dilijencias, i que a la Sala de Cabildo no asistieron arriba de treinta, a quienes el sarjento Bahamóndes, por otro nombre Alférez, con amenazas i promesas, habia venido a llevar de casa del gobernador, donde se estaban atrepellando por entrar a firmar, lo que solo pudieron conseguir los que alcanzaron la luz de la tarde, retirándose gran parte sin poderlo verificar, satisfechos de su pública aclamacion, habiendo firmado 349, lo que acredita las firmas posteriores que en dicha casa han venido a prestar espontáneamente, que pasan de setenta.

No debe echarse en olvido la grande instancia