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DOCUMENTOS


Núm. 382 [1]


El Director Sumpemo a los pueblos de la República

Al tomar sobre mí el enorme peso del mando supremo de la República, mi única aspiracion fué consagrarme a su felicidad. Exaltado al Gobierno por el voto uniforme de la Nacion, colocado al frente de ella sin los manejos tortuosos en que abundan los tiempos de revolucion, llevado, por decirlo así, violentamente a la primera silla de la República, todo mi cuidado fué reunir su representación (2)[2] para que al mismo tiempo que el país reviviese con su influencia, pudiese admitir, con la resignación del mando, la prueba mas auténtica de mi desprendimiento i de que solo pude aceptarlo por satisfacer el compromiso en que me hallaba para con los pueblos, a quienes habia servido de caudillo en el movimiento jeneral de 822. Se los anuncié así con repeticion i ellos lo miraron cumplido despues de poco tiempo.

Chile vió por la primera vez un Congreso Jeneral Constituyente. En sus manos fué depositada esa autoridad que la Nación, por medio de sus plenipotenciarios, puso interinamente en las mías (3)[3]. Yo tuve la satisfaccion de volverla sin mancha i de llenar con dignidad mi palabra i mis deseos.

El Congreso, a pesar mió, volvió a entregarme ese depósito sagrado (4) [4] i mi respeto a sus deliberaciones hizo que de nuevo se rindiese mi voluntad.

La Representacion Nacional deliberó libremente i encontró siempre en mí el primer apoyo de sus decisiones. Ella dió una Constitucion, fui el primer ciudadano que la presté obediencia; hizo alarde de sujetarme a sus preceptos, miéntras que la Nación misma no la estimó perjudicial a sus intereses.

Ellos la condujeron a suspender su ejecucion; i el Gobierno Supremo, consecuente a sus principios, respeta hasta hoi sumisamente lo planteado de aquella lei, que se dejó con vigor en esta parte al anularla en lo demás.

Revestido de la plenitud de facultades que se agregaron al Gobierno por las ocurrencias del 19 de Julio último [5] en nada pensé ménos que en prolongar aquella época. Me fué insoportable una carga tan desmedida, i si el imperio de las circunstancias exijió de mí que la sobrellevase, era de mi deber i estaba en mis deseos alijerar el tiempo para deshacerme de ella. A pesar de las dilaciones que demandaban la estación i la distancia de algunos pueblos, la República se vió al momento convocada para un nuevo Congreso i las dificultades se superaron hasta el grado de hallarse reunido en el corto tiempo que se calculó indispensablemente necesario.

Calmó entónces mi inquietud, i descargué sobre sus robustos hombros la enorme carga que gravitó cuatro meses en los débiles mios. El Congreso tuvo en sus manos todos los elementos que necesitaba para hacer el bien [6]. El Gobierno dió siempre el primer ejemplo en someterse a sus deliberaciones, i ellos gozaban de toda la libertad de que es capaz un cuerpo representativo. Acaso esta misma dirijió al principio uno u otro paso que los pueblos miraron con disgusto i que el Gobierno ni siquiera indicó que pudiesen variarse, por no contrariar aun indirectamente esa plenitud de libertad de que felizmente se hallaba apoderado el Congreso. Si sus tareas no han producido todo el fruto que la Nacion deseaba, obra es de las circunstancias i del estado naciente de la ilustración americana. Diverjencia de opiniones, altercados inútiles i perjudiciales, exaltacio de pasiones i sus funestas consecuencias, exceso de fervor en un pueblo concurrente a la barra; todo, todo es el resultado necesario de nuestra infancia política. Los países mas cultos del globo nos presentan un dechado de sus primeros acontecimientos.

Es mui crítica la violenta transicio de las tinieblas a la luz meridiana, de una estrecha esclavitud a una absoluta libertad.

  1. Este documento ha sido trascrito del volumen titulado Pepeles sueltos, tomo XIX, pájina 57 vuelta, de la Biblioteca Nacional. (Nota del Recopilador.)
  2. En 25 de Mayo de 823 fué espedida la convocatoria a que se hace referencia.
  3. La República toda i especialmente su capital se halla instruida de los esfuerzos que necesitó el Congreso del plenipotenciarios para la admision del mando interino. El acta de 31 de Marzo del citado año de 23 es el mejor comprobante de esta verdad.
  4. Yo creo supérfluo insertar aquí los documentos que comprueban mi tenaz resistencia en admitir el nombramiento de Director que el Congreso Constituyente del año 23 hizo en mi persona. No hubo un medio de cuantos estuvieron a mi alcance que no emplease para hacerle variar de idea. Fué notorio que, aun despues de admitido el mando, a consecuencia de la repelida instancia en conferírmelo, lo delegué i partí silenciosamente para Concepcion. Reiterados oficios, una comision del seno del Congreso i sobre todo una órden terminante suya fueron los resortes que se emplearon para mi vuelta. Esta ocurrencia hará en todo tiempo la mejor apolojía de mi conducta; i el honor de que me llenaron los sentimientos de aquel Cuerpo Soberano, me vestirá siempre del noble orgullo de haber merecido la mas alta confianza de la Nacion.
  5. Acta del Senado Conservador i Lejislador, fecha en 21 de Julio de 824.
  6. El intermedio desde Julio hasta Noviembre cuasi fué ocupado esclusivamente en preparar elementos para que el Congreso, con ménos fatgas i mayor celeridad i ventaja, pudiese dictar las leyes que tanto necesita el pais. Cuanto se creyó de primera importancia le fué presentado en proyectos que, adoptados cor, tal o tal reforma o adicion, habrían hecho la riqueza i engrandecimiento de la República, perfeccionando de una vez su organizacion. Desgraciadamente, ninguno de ellos logro la sanción del Congreso, acaso por su misma multitud. Sin embargo, el Gobierno recordará siempre con satisfaccion suya, que nada omitió por su parte para que las tareas de la Representación Nacional fuesen provechosas al Estado.