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CONGRESO NACIONAL


Núm. 381 [1]


A los arsitócratas
"Une fuerté invincible, un courage indomptable, une liberte de principes et de pensées qui ne se soumet qui a la raison seule, et qui repousse tout autre empire, une independauce qui ne cede ni aux plaisirs, ni aux peines de lopinion, telle est l´aime d´ un republicain; mourir plutot que de changer, telle est sa deviseau. —MIRABEAU.
(Una firmeza invencible, un coraje indomable, una libertad de principios i de pensamientos, que no se somete mas que a ia sola razón, i que resiste todo otro poder; una independencia que no cede, ni a los placeres ni a los cuidados de la opinion, tal es el carácter de un republicano; i morir ántes que mudarse, tal es su divisa.) —MIRABEAU.

Como hemos tenido al público por confidente en todas nuestras operaciones, nos creíamos fuera del deber de justificarlas de nuevo, cuando anteayer un papel firmado por los 19 señores que impelieron al Gobierno a la disolucion del Congreso, ha aparecido, provocándonos a quebrantar el silencio en honor de la Representacion Nacional, a que pertenecimos en clase de diputados por los pueblos. Ellos ponen en descubierto el crédito del país, i esta mancha no puede ser indiferente a los que nos preciamos de chilenos.

Todos saben que el Cuerpo Representativo desde su instalacion tuvo enemigos que lo quisieron sofocar casi en su propio nacimiento. Fueron repetidas las indicaciones para destruirlo, por sustos, recelos, temores, invasiones, rapidez en los negocios, etc. etc. etc., a pretesto de reducir la Representacion a un corto número de individuos, hasta que las circunstancias proporcionaron acometerle de frente. Aparecieron en los pueblos circulares seudonómicas dirijidas a trastornar el órden, i se pretendió que la Lejíslatura tentase al Ejecutivo, proponiéndole la suspension de las garantías de la seguridad individual; hubo querella de que se habia querido asesinar a dos diputados con el objeto de intentar una conspiracion, en que se decia complicado otro; i se hizo mocion firmada por 14 señores [2] con el aparato de sesión estraordinaria, para que se disolviese el Congreso.

En todas estas ocasiones hubimos republicanos ardientes que la sostuvimos con el mayor calor, i defendimos con firmeza la causa de la humanidad, triunfando así del partido de la oposicion; pero, como 110 teníamos otras armas para sostener el ímpetu desolador que las de la palabra i las de la fuerza del atrevimiento republicacano, continuaron las tentativas aunque de diferente modo. Faltando el derecho, se apeló al hecho, i los diputados descontentos dejaron de asistir con el innoble i escandaloso fin de que, no habiendo número suficiente para llenar el de los dos tercios, prefijado como indispensable para abrir las sesiones, se embarazase su curso. Muchos dias se pasaron sin que pudiésemos hacer cosa alguna por esta deserción, hasta que, abatiéndonos, en obsequio de nuestra adorada Patria, tuvimos que traer a la Sala, casi por galanteo, a varios de los disidentes, i aprovechándonos de la oportunidad, conseguimos modificar a la mitad, de la lei que prefijaba los dos tercios.

En este acontecimiento creímos ganar otro triunfo; pero pronto nos desengañamos con dolor. Ya llegaban frecuentes avisos a nuestros oidos de que ciertas personas, creyendo darse aire de importancia, se empeñaban en ridiculizar el poder de los pueblos, cuando sentimos otra vez el propio entorpecimiento que ántes; i por los mismos medios alcanzamos a resolver que cualquier número que se reuniese era bastante para obrar con lejitimidad. Nosotros descansábamos en la rectitud de nuestras intenciones i en la valiente confianza de que, aunque fuésemos pocos, nuestros ilustres compatriotas, terror de los tiranos, no serian indiferentes al conato de nuestras pasadas tareas por su bien. Pronto tuvimos la dulce satisfaccion de ver que nos alentaban con su continua i numerosa asistencia a la barra, llegando muchas veces a quinientos, sin que pudiese contarse uno solo de la clase abyecta. El Congreso, a pesar de sus reveses, se habia hecho amable a los ciudadanos, i las circunstancias eran las mas favorables para elevarlos a la pura democracia, a que los llamaba el dogma sagrado de la igualdad, que les habíamos hecho apreciar de corazon, arrancando de sus ideas el respeto a los ídolos tanto aristocráticos como estratocráticos.

El númen de la libertad parece que trataba de probar nuestra fuerza republicana, presentándonos ocasiones de manifestarlo, aunque con riesgos, tanto mas gloriosos cuanto mas grandes. Por la grave enfermedad del Director de la República, estábamos entendiendo en dictar una lei para que siempre ubiese quien le subrogase, cuando por uno de nosotros se advirtió a la Sala que la tranquilidad pública estaba espuesta, a consecuencia de que, dándose los oficiales de la guarnicion por quejosos de que en aquélla se habia dicho dias ántes que los soldados que no fuesen indispensables al servicio, podrian ocuparse en las labores del campo, ínterin se desahogaba el Erario, apoyados por sus jefes i por el del Estado Mayor Jeneral, pedian satisfaccion. Tomado en consideración el asunto, se resolvió por lo pronto pedir al Ejecutivo los antecedentes. Traídos a la Representación Nacional al dia siguiente, ocuparon cinco en la discusion. En cada uno de ellos manifestaron los diputados la indig

  1. Este documento ha sido trascrito del volumen titulado Documentos para la Historia, tomo III, pajina 37, de la Biblioteca Nacional. (Nota del Recopilador.)
  2. De ellos a los pocos dias se manifestaron algunos los mas decididos por la permanencia de la Representacion.