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SESION DE 15 DE MAYO DE 1827

muchas materias inútiles, comparadas con la importantísima de dar la Constitución del Estado; han corrido tres meses, i habiendo solo sancionado nueve artículos, parece este negocio interminable, o al ménos nece-itarse dos años i medio para concluir los ciento cincuenta artículos que comprende el proyecto. Las opiniones entre federalistas i unitarios se ajitan, i entretanto, ¿tendremos a las provincias en el estado de disolución en que se hallan? Las atribuciones dadas por el Congreso a las Asambleas han sido entorpecidas, i un jénio contrario a las ideas del Congreso ha hecho ilusorias las leyes benéficas que ha dictado: ¿i podremos entre la oposicion i discordia hacer la felicidad de la República? ¿No será, pues conveniente que, según los proyectos presentados, se consulte a las provincias la forma de gobierno que crean mas conveniente adoptar? ¿Es acaso un término que no llegará su fin, que los pueblos nombren otra Representación Nacional, que bajo la éjida que hayan dado esas provincias, formen la gran carta deseada por toda la Nacion? Acaso se dirá que opino contra la federación: nó, señor, esta forma de gobierno vive con mis sentimientos, i mis comitentes la distinguen i conocen por la única ventajosa a los intereses comunes. Yo creo, i aun estoi cierto que, en la consulta, los pueblos darán la preferencia al sistema federal, que ya les ha hecho sentir los bienes de la libertad, i entónces el Congreso venidero, ceñido a esta base, no se dividirá en opiniones como el actual. Debemos, pues, convencernos que nuestros trabajos son sin fruto, i yo nunca convendría en los proyectos si viese una marcha firme i constante para dar las leyes fundamentales. Pero, ¿qué nos importan bellas teorías, inútiles en la práctica, que halagan por un momento la imajinacion i nos dejan en posesion de un fruto estéril? Mi diversa opinion no nace de apostasía de los principios liberales que profeso, sino de las circunstancias.

El señor Sapiain.—El señor preopinante me ha recordado el acuerdo de la Saia en meses anteriores, cuando se hicieron iguales indicaciones a las que hoi se discuten. Parece que el Congreso sancionó entónces que, para evitar entorpecimientos en su marcha, se discutiesen eselusivamente la Constitución i otros negocios graves que se puntualizaron en dicho acuerdo, desearía verlo, porque, si está vijente, es necesario que primero se trate de su revocación; pido, pues, que se mande leer. (Se leyó, i continuó el señor Sapiain:) He aquí que se quiere inducir al Congreso a una contradicción; por ese acuerdo que he leído, debe discutirse el proyecto de Constitución; se han discutido efectivamente mucho de sus artículos, i ahora se dice: Cese esa discusión i acábese el Congreso. ¿I no nos argüirán los pueblos de debilidad i de inconsecuencia si así lo ejecutamos? Los motivos que ahora se alegan para esa disolución, ¿no se espusieron en el mes de Mayo en que se produjo esta misma mocion, i no fueron entónces mirados por la Sala con el mas alto desprecio? ¿I por qué ahora se han de volver a tomar en consideración? No se crea, señor, que me interese por la permanencia del Congreso, pero no convendré en que se disuelva con descrédito suyo, i sin haber llenado el objeto de su misión, o porque solo aparece un papel en que se dice Acábese el Congreso, la salud del pueblo lo exije. ¿Qué pueblo ha dicho hasta ahora que cese la Representación Nacional? Al contrario. ¿No esperan que ella les dé leyes que garanticen sus derechos? Es posible que despues que el Congreso se ha sostenido contra los ataques esteriores, hayan dentro de su mismo seno quienes quieran hacerlo desaparecer? Seamos, señor, consecuentes, i no alteremos el acuerdo que hemos dictado i al que tuvimos a bien darle el carácter de irrevocable. En su virtud, opino que no deben tomarse en consideracion las mociones que se han presentado.

El señor Aguirre. —Es indudable que ese acuerdo i todos los demás son mui dignos de nuestro respeto; mas, ninguno es de naturaleza irrevocable. Al mismo tiempo que se dictó ese decreto, para que solo se tratase de la Constitución, lo hemos visto infrinjir con la introducción de otros asuntos bastante estraños, i que diariamente aparecen nuevos. De aquí es que aunque llevamos tres meses en discutir el proyecto de Constitución, solo se han sancionado nueve artículos. I marchando el Congreso con esta lentitud, ¿no sufrirán los pueblos grandes males? Luego, pues, la Sala misma que dictó ese decreto, viendo la dificultad de observarlo, debe justamente dictar su revocación i admitir las dos indicaciones que hai hechas, para que el Congreso se ponga en receso, sin que esto pueda decirse indecoroso es su representacion.

El señor Sapiain.—Creo que el señor preopinante debe estar trascordado de ese anterior acuerdo. En él se designan los asuntos que a mas del proyecto de Constitución pueden tomarse en consideración; tales son: los de insurreccion-en algún pueblo; las solicitudes de las Asambleas; el informe de la Comision de Justicia sobre los recursos introducidos al Congreso; las observaciones del Ejecutivo sobre las atribuciones de las Asambleas i no sé qué otras cosas; si, pues, para tratar de esos negocios se ha distraído el Congreso del proyecto de Constitución; de ningún modo aparece infrinjido (como se dice) el citado decreto. I sobre todo ¿los lejisladores han de trabajar a tarea las leyes? ¿Se les mide a éstas el peso? Eso se queda bueno para un labrador, que se ocupa en cosas mensurables. Nos demoramos mucho, aburrimos a los pueblos, i por eso están descontentos; es otro de los fundamentos de las mociones presentadas. ¡I qué! ¿No hemos visto al Congreso de Buenos Aires ocupado en la misma obra que nosotros, i que en ella lleva cerca de tres años? ¿Por qué, pues, se llama demasiado tiempo el de diez meses?