circunstancia la armonía i buena intelijencia consiguientes. Mas, ni la conducta que observó con respecto a dicho Vicario, ni los obsequios ni consideraciones que se le prodigaron, fueron bastantes a satisfacerle ni a impedir la inesperada resolución de su partida. Pretendió injerirse en negocios ajénos de su objeto i de su jurisdicción puramente espiritual; i trastornando todos los principios del derecho político, exijió con el tono altivo de la supremacía del tiempo de Hildebrando el asentimiento junto con la degradación del Gobierno, i la ruina de instituciones fundadas con el precio de quince años de sacrificios por la libertad. El Gobierno de Chile opuso sus derechos i prerrogativas a tan exorbitantes pretensiones; i el Vicario Papal, que ya había desmentido los sentimientos de humanidad i de beneficencia cristiana, propios de su carácter i misión apostólica, precipitó su marcha, encubriendo misteriosamente la causa, i abandonó con negra ingratitud un pueblo humano, hospitalario i católico, que habia sacrificado cuantiosas sumas en su obsequio. Es de esperar que la Santidad del actual Pontífice León XII, habrá desaprobado altamente la conducta del Vicario Muzzi, i hecho justicia en su opinion a la relijiosa Nación chilena i su Gobierno; i que no se resistirá a prestarnos el alivio espiritual de nuestras urjencias, ni a nuestros anhelos por establecer la comunicación que debe existir entre el Padre común i una considerable parte de sus fieles.
He aquí, señores, el cuadro, aunque imperfecto, que me ha sido posible trazar para daros una débil idea de la situación interior i esterior del Estado en sus diversos ramos. Algunos,es verdad, han recibido mejoras durante mi administración; mas, pueden ántes considerarse como paliativas que como eficaces i radicales; están, por consiguiente, mui léjos del término de perfección de que son susceptibles. Otros ni aun han podido obtener esta mediana suerte, porque las considerables atenciones de una guerra (por ventura ya terminada) en circunstancias las mas críticas i angustiadas, mal podian combinarse con la meditación i sosiego que requiere una total mejora o reforma de la administración interna. Acontecimientos inherentes a toda época de revolución política, i que han turbado alguna vez, bien que instantáneamente, la armonía social, han frustrado asimismo mis deseos bien patentizados de cimentar ántes de ahora por medio de un Gobierno representativo el crédito i honor nacionales, vulnerados en lo esterior mas allá de lo que exijian la imparcial verdad i el respeto debido a la dignidad de un pueblo libre. Yo debo encomendarlos al silencio, pues que en los momentos de júbilo que inspira a todo ciudadano vuestra suspirada instalación, justo es que la jenerosidad cierre las llagas que la fogosidad de un exaltado patriotismo, la inconsideración i la ciega inesperiencia dilaceraron en el seno de la madre Patria.
Ni la esposicion de nuestras faltas serviría tampoco sino para prestar pábulo a la malignidad de nuestros detractores que se gozan en abultarlas, llevando su imprudente descaro i mala fe hasta el estremo de pintarnos alternativamente sumidos en el despotismo o la anarquía. Chile ho ha esperimentado estas terribles plagas en la época de mi mando, sí lijeras oscilaciones nacidas en gran parte de mis sentimientos i carácter personal, que huyendo siempre de tocar el estremo de la tiranía, he podido tal vez dar en el de una peligrosa libertad, preferible, no obstante, a los horrores de una silenciosa servidumbre. Si esta fuese un error, él hallará disculpa ante vosotros i mis conciudadanos, mayormente cuando del fondo de mi conciencia oigo una voz que me grita, que jamas ninguno de aquellos crímenes harto frecuentes en la historia de las turbulencias de los pueblos, ha mancillado mi conducta pública. —La libertad de la prensa, desconocida hasta la época de mi administración, me habría denunciado al mundo entero; i yo me glorío de que durante ella, ha conservado aquella institución saludable todo el tono i valentía que la hacen ominosa a los tiranos.
Toca ahora a los padres de la Patria, a los dignos ▼Representantes de esta Nación heroica, el remedio de los males que aun nos aquejan. La rejeneracion insensible de las costumbres por medio de la educación moral i de leyes análogas; la difusión de la enseñanza, i con ella de las luces a todas las clases del Estado; el fomento de la agricultura; la vivificación del comercio i de la industria; los medios de comunicación interior que le sean favorables; la protección de los establecimientos útiles de todo jénero; la creación, finalmente, de todas aquellas instituciones que promueven el bien jeneral de la sociedad, son otros tantos objetos que desde hoi deben ocupar vuestra meditación, i excitar vuestro empeño i desvelos paternales.
Mas, ante todo, reclama preferentemente vuestras tareas el mas esencial i el oríjen común de los bienes sociales, es decir, la formación de las leyes políticas i fundamentales. ¡Una constitución! Este es el grito universal del pueblo chileno, el colmo de sus deseos, la base en que se asientan todas mis esperanzas. ▼Lejisladores, el primero es este de vuestros deberes, i el mió pediros elijáis desde luego el ciudadano virtuoso, en cuyos hombros haya de librar el grave peso de mi autoridad; que yo, volviendo a confundirme gustoso con el resto de mis conciudadanos, sabré, si la necesidad lo exijiese, empuñar la espada que, como soldado esgrimo, siempre contra los enemigos de mi Patria, jamas contra su libertad.
¡Plegue al cielo daros el acierto necesario! Todo debe esperarse de vuestras luces, celo i patriotismo. —Santiago, Julio 4 de 1826. —▼FREIRE.