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374 CONGRESO NACIONAL

Organización de los cuerpos

La Junta, al fijar la fuerza de cada batallón, ha tenido presente la que conviene darle en tiempo de guerra, que debe ser de unos 700 hombres, tomando el término medio entre 600 i 800, que son los limites que le asignan todos los tácticos. Reducido, por consiguiente, el número de soldados de cada compañía a 48, por considerarlos ahora en el pié de paz, debeiá doblarse este número si el temor de alguna invasión u otro caso semejante lo exijese, i así vendrá a quedar un batallón con la fuerza de unos 650 hombres, del cual, deduciendo un quinto por las bajas indispensables que ocasionan la deserción, las enfermedades i otras comisiones del servicio, lo efectivo de aquélla no será sino de 520 hombres próximamente. Este número se presta mui bien a las divisiones i subdivisiones de un batallón en compañías, mitades í cuartas; pues, resultando cada una de las primeras de unos 80 hombres, su frente en batalla ocupará 25 varas con mui corta diferencia i el batallón entero 150 varas, cuya estension puede atender mui bien un solo jefe i mucho mejor sí se ha separado algunas de las compañías de preferencia, como se hace casi siempre, para formar columnas de granaderos i cazadores. El número de oficiales de cada compañía deberá, sin duda, ser el mismo que en el dia tienen, a saber, un,capitan, dos tenientes i un subteniente, o si se quiere, por economizar gastos, un capitan, un teniente i dos subalternos.

Los que conozcan las atenciones que cada uno debe llenar para tener en el mejor órden de disciplina e instrucción la compañía que está a su cargo, convendrán con la Junta en esta necesidad; pero confiada ésta en que, cuando las circunstancias lo requieran, se aumentará este oficial mas siri pararse en lo que dicta una economía mal entendida, ha convenido en suprimir la clase de tenientes segundos, porque con un capitan, un teniente i un subteniente, se pueden desempeñar fácilmente las funciones del servicio, teniendo las compañías la mitad de su fuerza.

La práctica de dividir cada una de éstas en ocho escuadras, debe observarse también en lo sucesivo, i bajo este supuesto se designa ocho cabos por compañía, a fin de que vijile cada uno independientemente la suya.

La Ordenanza señala dieziseis cabos por compañía, dedicando dos a cada escuadra, uno primero i otro segundo; pero la Junta cree algo excesivo este número de jefes para una sección de seis a doce hombres, i ademas tiene el inconveniente de que el mando así dividido no impone una responsabilidad tan directa como cuando recae en uno solo.

Dos escuadras reunidas dependerán inmediatamente de un sarjento segundo, i con la misma independencia entre éstos romo la que existe entre los cabos de escuadra. De este modo queda perfectamente establecida la escala de su bordínacion i responsabilidad en una compañía, pues los cabos lesponden a sus respectivos sárjenlos segundos, éstos al sarjento primero, i de éste, por el conducto de los subalternos, pasan las noticias al capitan, que las comunica a su vez al sarjento mayor, el cual da conocimiento del estado de todas las compañías al comandante del batallón, que es el centro de acción a donde se dirije i de donde parten todas las demás. Igual organización se ha dado a las compañías i cuerpos de caballería, habiendo, sin embargo, dejado a las primeras la misma dotacion de cuatro oficiales, a saber, un capitan, un teniente i dos alféreces; lo uno, porque habiendo reducido considerablemente esia arma, queda solo lo necesario de ella para la guerra de los indios; i lo otro, porque las obligaciones de un oficial de caballería son mucho mas complicadas que las del de infantería, i porque muchas veces se destaca en compañía un corto número de hombres al cargo de un oficial, lo que no es tan común en la infantería.

Pero, al suprimir en ámbas armas los ocho cabos que ahora tienen de mas las compañías, la Junta no puede dejar de advertir que los que quedan deben disfrutar el sueldo, como si fuesen primeros, aunque no lleven esta denominación. Es preciso que haya algún estimulo en la graduación de ascensos, pues de lo contrario se relajan los principales resortes que ponen en movimiento nuestro eorazon, i este principio, tanto mas debe observarse cuanto mas se disminuye la espeianza de ascender.

Artillería e injenieros

Hasta aquí se ha considerado la parte del proyecto que tiene una relación mas inmediata con las armas de infantería i caballería; pero, así como la segunda puede mirarse como accesoria, respecto de la importancia de la primera, entra también en la composicion de un ejército otros elementos, de los cuales no es posible prescindir sin dejar imperfecto un sistema de organización jeneral.

Tales son las armas de artillería e injenieros, que respectivamente son la tercera i cuarta del ejército, pero tan esenciales en él, como las dos primeras. La artillería en campaña inspira confianza a la tropa que la lleva i, por el contrario, influye poderosamente en el enemigo, obligándote a marchar con circunspección por el terreno hasta donde alcanzan sus fuegos; se compensan por ella la inferior calidad de las tropas; es indispensable para el ataque i defensa en la guerra de puertos; es absolutamente necesaria para contestar a la del enemigo, i en jeneral, para remover o destruir los obstáculos que oponga para hacer mas fuerte su posicion.

Los injenieros, tanto en paz como en guerra, tienen a su cargo comisiones tan fijas i determinadas como las que corresponden a los oficiales