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34 CONGRESO NACIONAL

sion por la separación de sus familias; he aquí la causa de la despoblación de la provincia. Apénas hai algún minero que progrese en su ejercicio. Los que utilizan son los comerciantes que compran i venden los metales. Si se computan los caudales que Coquimbo invierte en granos, cecina i ganados desde Concepción hasta sus límites, i a esto se agrega la importación de hierro, acero, azogue, pólvora i otros artículos necesarios para las minas, comparado el valor de todo con el producto de las pastas que se estraen de nuestros puertos, difícilmente se conoce ganancia. Las minas tienen un atractivo mui engañoso i la esperanza suple a la realidad. Las minas carecen de la reproducción, i el forado que hacemos en el cerro jamas vuelve a llenarse de metal. Los campos feraces se cubren todos los años de excelentes frutos. Si se tasasen todas las minas de Coquimbo, quizá no valdría tanto como una sola hacienda de Santiago o Concepción; luego la riqueza solo consiste en el trabajo e industria del hombre, ramos espeditos igualmente para todos los pueblos de la República; i los del Sur nos llevan la ventaja de poseer mayores i mas seguros principales.

No debemos omitir un equívoco que padecen los que calculan por los derechos de aduanas. Es evidente que en nuestros puertos percibe la Nación dos tercios mas que en cualquiera otro, excepto Valparaíso; pero eso es porque la producción de Coquimbo está gravada con un veinte por ciento de esportacion, cuando los frutos de los demás Estados apénas pagan el seis, otros ménos i algunos nada. No sabemos por qué es esta desproporción en los derechos del cobre con las demás especies. Aun hai mas: que la alcabala es anexa al contrato de compra i venta; los agricultores no compran ni venden las cosechas que consumen, i, de consiguiente, nada pagan por su mantención. Los habitantes de Coquimbo tienen que comprar sus víveres, i como el vendedor carga sobre el valor intrínseco de la especie la cantidad que le imponen de contribución, resulta que Coquimbo paga los derechos de los frutos que le venden las demás provincias. No es, pues, la mayor riqueza lo que aumenta nuestro Erario, sino la desigualdad que un gobierno central nos ha hecho sufrir. Hemos dicho que esta provincia siempre será la ménos independiente de toda la federación, i no se necesita apurar el discurso para demostrarlo. Todos los pueblos de Chile producen lo necesario para su subsistencia; Coquimbo tiene que comprarlo todo, porque no produce mas que metales. Los ganados menores se traen desde Chillan; mas de seis mil vacas vienen todos los años desde los suburbios de Santiago; la cecina i sebo del Maule; las harinas i granos, de Aconcagua; las maderas, de Chiloé, Valdivia i Concepción; inmediatamente que nos nieguen estos renglones, Coquimbo tiene que parar sus faenas i prevenirse para una emigración. De modo que siempre ha de estar contemplando con los países gricultores para que no la sitien por hambre. Por la inversa, ¿para qué necesitan las demás provincias de Coquimbo? Ni aun para el espendio de su sobrante, porque tienen facilísima salida a las costas del Perú.

En conclusión, aquel socio saca mas ventajas de una compañía, que pone ménos principal i percibe mas utilidades. El principal con que Coquimbo concurre a la federación es el ingreso de su caja i no utiliza mas que lo que gasta en sí misma; luego, si Coquimbo tiene una caja mas pingüe i sus gastos son ménos, porque no es frontera a los indios, i porque no hai un enemigo dentro de su territorio, la federación le es desventajosa. Concepción contribuye ménos i gasta mas; luego, sale agraciada por las demás provincias en la compañía que le proponen, pues nadie le obliga a que dé mas de lo que puede. En cuanto a la jente que debe dar cada pueblo para completar los cuerpos veteranos i para un caso de guerra, parece que no habrá queja, porque el sistema federal provee a todo con absoluta igualdad. Pero si lo que se quiere es que un gobierno central unitario, bastante enérjico i activo, traslade las minas, las casas i aun las virtudes de estos ciudadanos a los lugares que mas han sufrido en la revolución, eso será imposible. Sin embargo, la Asamblea protesta a la faz del mundo que cumplirá sus votos. Lo que siente únicamente es que, si la Constitución no es federal, durará tanto como las anteriores, porque las mismas provincias quehoi piden la centralización han de tratar de destruirla luego que vean sus efectos. —Sala de sesiones en la Serena, Octubre 6 de 1826. —Gregorio Cordovez. —Pedro Juan Osorio. Buenaventura Solar. —Francisco Basculan Aldunate. —José Joaquín Sosa. —José Agustín Cabezas. —Daniel IV. Frost. —Manuel Antonio González, secretario de la Asamblea.


Núm. 37

Con arreglo al superior decreto, se reunieron hoi veintiséis diputados para dar principio a las sesiones preparatorias. La elección de Presidente interino recayó en mi persona, i la de secretario en la del diputado don José Santiago Montt. Al anunciarlo a V. E. me congratulo por ofrecerle a V. E. los sentimientos de mi aprecio i consideración. —Al Excmo. Supremo Director de la República.


Núm. 38

La Sala, en sus sesiones preparatorias, ha acordado se pidan a V. E. los taquígrafos que, en los Congresos anteriores, han desempeñado el mismo cargo. Asimismo, necesitando ya de los edecanes para el servicio, exije de V. E. al coronel