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262 CONGRESO NACIONAL

pagados con exactitud los que se ocupan en él, creerían que iban a sufrir otro tanto, de consiguiente, por este medio jamas tendremos un recluta. El proyecto de la Comision, en que se pide que se fije el número de jente que debe haber en el ejército, lo creo mui fundado.

El fijar el número que debe tener el ejército, es obra del lejislador; mas, para hacerlo, es preciso que conozca las necesidades de la República, que conozca sus recursos i otros gastos que solo puede ofrecer el Ejecutivo. Por consiguiente, esta mocion la veo mas fundada que la anterior, porque presenta el verdadero remedio contra el mal que se desea cortar; es insuficiente en el caso; pero, con el tiempo, puede hacer sea los hombres mas apetecible la milicia; de consiguiente, mi opinion es que éntre a discusión el dictámen de la Comision i no el proyecto a que él se refiere.

Sancionando el dictámen de la Comision, se sanciona tácitamente el proyecto, porque se remedia el mal de que se queja el autor.

El señor Infante. —Toda la Sala i todos los pueblos están penetrados del abuso horrible con que se hacen las levas. No creo necesario decir mas en prueba de esto que, para ellas, va i se aprehende a los hombres, i amarrados se les manda para que vengan a servir en el ejército. Mas, no se han contentado los Gobiernos con esto; el abuso se ha estendido a mas: se invita a los hombres ya a las funciones públicas, ya a las carreras o a otras concurrencias i allí capciosamente se les toma de leva, i a esos infelices se les priva aun de la libertad de asistir a las diversiones públicas. Hemos visto que, aun cuando van a cumplir con el santo precepto de la misa, se rodean los templos i allí mismo se les prende para llevarlos a los cuarteles.

Señor, cuando dependíamos de la dominación española, todos éramos oprimidos; mas, despues que estamos libres de ella, ya Chile no es mas que un país de opresores i oprimidos. Vemos que se hacen levas i ¿contra quién? contra los infelices habitantes de los pueblos; pregúntese si el hijo del rico, si el hijo del noble, en una palabra, si el aristócrata (que todo es lo mismo) es atacado alguna vez de aquel modo, i vemos que en nuestros códigos no se decanta otra cosa que todos son iguales ante la lei, cuando esos funcionarios públicos atacan del modo mas injusto al infeliz que no tiene relaciones i empeños para libertarse del gravámen de ir a servir de soldado; séanlo todos en horabuena indistintamente, i proporcióneseles ascensos según sus méritos hasta llegar al grado de capitan jeneral, o mas si quiere determinarse.

Vemos a cada paso elojiar los nombres de los oficiales que han perecido en defensa de la libertad, i en la plaza pública se inscriben corno beneméritos ciudadanos que defendieron la República; así lo vimos en un aniversario del 18 de Setiembre: ¿i vemos acaso alguno de los distinguidos soldados que derramaron su sangre i pelearon esponiendo mas sus vidas que aquéllos a quienes se llena de elojios? Por todas partes vemos que la lei no es igual, i ahora observamos con vergüenza que se está tratando en el Congreso esta lei, que es lo mismo que si se discutiera: si se permiten o no los asesinatos; i se pedirá tal vez tres discusiones, como para decidir que se quiten las prorratas. Señor, yo creo que nunca estará mas segura la República que cuando se diga: "No hai levas, no hai prorratas; ninguno será capaz de privar a otro de su libertad." Se dice que no hai con qué reemplazar las levas, así como se ha dicho ya que no hai cómo reemplazar las prorratas; síganse, pues, las levas. Señor, dictemos la lei de prorratas, al mismo tiempo que la que se discute, que en ocho dias, no por estar sin dictarse la lei que prevenga el modo de llenar el vacío que dejan, ha de perecer el Estado. Repito lo que dije ántes: estamos tan acostumbrados a los abusos que no queremos dejar de seguir en ello: ¡qué vergüenza, señor, estar la Patria defundida por vagos i rateros! Roma era una República, i no permitía en sus ejércitos sino a los que tenían hogares. Los ciudadanos propietarios son los que deben defender la Patria, porque tienen intereses que defender. Señor, esta lei debe dictarse al momento, demos ese consuelo a los pueblos; empecemos a formar la opinion, formando leyes que les aseguren sus propiedades i su individuo. No por eso me contentaré con el dictámen de la Comision, porque lo considero mui diminuto. El primer artículo es bueno, i es lo que todos quieren: queda abolido el uso de hacer levas; mas, el 2.º, que habla del enganche, no dice de cuánto es ese enganche; determínese la cantidad o la gratificación que debe recibir el que voluntariamente se presente, i sabrán los infelices cuanto va a ser el premio del mayor sacrificio que pueden hacer. El infórme se remite a la ordenanza, pero no todos saben la ordenanza Creo que se debe decir si son 10, 8 o 6 pesos. Se ha opinado contra la lei de enganche, esponiendo no habrá quien voluntariamente quiera servir. Seria tan fácil conseguir esto, que me parece que si por medio de las levas no se consiguiese cien soldados, por medio de enganches voluntarios se conseguirían miles.

Bien veo que todos los habitantes de los pueblos, aunque vean leyes nada creen, porque hasta aquí nada se les ha cumplido. En el año 18 hemos visto un decreto que dice: "que se repartirían terrenos a los milicianos que fuesen a pelear a Maipú." Se ganó aquella batalla i las promesas no se cumplieron. Ofrézcaseles seis pesos de enganche, i sí no quieren, dénseles diez o veinte. El decir que no se querrán esponer a los peligros de la guerra: ¿quién por el Ínteres no es capaz de e¿ponerse a todo? Un individuo que va a trabajar de jornalero, si sabe que su paga, entrando al servicio ha de ser mayor, que ha de ser pronto, ¿se resistirá a estas ventajas? Otra circunstancia falta también en el proyecto, i consis-