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SESION DE 11 DE JULIO DE 1826

El pueblo que en Chile ha proclamado mas la federación es Coquimbo; ¿qué es lo que le hemos visto adelantar? Nada mas que aquella efímera grandeza de su instituto. ¿Y cuáles son los progresos de aquel establecimiento? ¿Cuáles son los hospitales, las casas de corrección, ni los tribunales de justicia? Figurémonos ahora que sea bueno el sistema federal; pero los fondos para sostenerlo ¿de dónde salen? Chile que con las entradas nacionales no alcanza a cubrir los gastos ordinarios, ¿cómo podrán éstos cubrirse si se aumentan, como deben aumentarse, adoptando el federalismo? La mayor parte de estas entradas las da la capital, ¿i seria justo que este pueblo mantuviese los gastos de las otras provincias si se les declaraba independientes? Concepción está en un estado nulo. Concepción, que no solo está desolada por la guerra que sostuvieron allí los españoles, sino también por los bandidos, ¿podrá dar recursos para pagar sus empleados? ¿Qué dará Coquimbo? ¿Qué darán todas las demas? ¿Con qué mantendrán ellas esos grandes ejércitos que aun es preciso mantener? La guerra no está concluida todavía; la guerra por parte del Perú está al asomar. Si hai ejército hai grandes gastos; esta es una verdad; ¿de dónde se sacarán, pues, para mantenerlos? I si, por desgracia, una potencia estranjera viene a invadirnos, ¿a dónde están esos recursos? Pin estos gobiernos federales es muí espuesta la seguridad de la Nación en tiempo de guerra, porque en el acto de negarse una provincia a concurrir con el continjente, todas las demás hacen lo mismo; una dice: "A mí no me corresponde tanto"; la otra: "A mí tampoco", i un enemigo, aprovechándose de estas discordias interiores, puede introducir la guerra entre los mismos pueblos o hacer una invasión.

Déseme salida a esto i no tendré dificultad para opinar por el sistema federal. No se me diga que los fondos aumentan, porque no veo recursos en el país i sí solo la multitud de nuevos empleados que deben nombrarse para gobernar esa complicada máquina. Volvamos la vista al estado miserable en que quedamos con la abolicion de la Constitución, que yo solo tuve el honor de defender, cuando se reunieron cuatro hombres a quitarla. Digo que si la abolicion de la Constitución nos ha hecho perder el crédito de las naciones i causado infinitos males en todos los ramos, la federación sería la última ruina que sumerjiria a todos los pueblos de Chile en la miseria i la deshonra.

El señor Presidente. —El señor preopinante se hace primeramente cargo de rebatir mis sentimientos i los de otros señores, con decir que no hai caudales para mantener esas repúblicas o esos pueblos confederados. Ya he dicho que no necesitan que se los den, que ellos mismos, por su propio Ínteres, se los irán procurando; porque su voluntad se ha manifestado terminantemente en favor de este sistema, i lo que ellos i todos queremos es reformar los abusos cometidos bajo el gobierno unitario que hasta aquí nos ha gobernado desde el principio de la revolución, i que parecen como inherentes a esta misma forma de gobierno. Hasta aquí no se han sentido sino males, dilapidaciones i excesos. ¿I es posible que se quiera sostener este gobierno, que no ha hecho mas que abrumar a los pueblos? Por lo mis rao que las entradas no han alcanzado a cubrir los gastos, deberá haber en cada provincia una Asamblea que vele sobre la buena administración de esas mismas entradas i les dé el mejor destino; a mí me consta por esperiencia, en el tiempo que estuve en el Senado, que las entradas son superiores a los gastos, i que si no han bastado, ha sido solo por las dilapidaciones que ha sufrido el Erario, i que siempre será imposible evitar bajo el sistema unitario. Se dice que las provincias de Buenos Aires están sintiendo todavía los malos efectos del sistema federal. No es eso lo que ha arruinado a las Provincias Unidas, sino el despotismo jeneral que sostuvo el abuso de mandar gobernadores a todos los pueblos; de aquí que esos mismos pueblos, cansados ya de la servidumbre en que los tenia la capital, se levantaron i rompieron los vínculos que ántes las unía a su metrópoli; el resultado preciso fué la guerra civil i la anarquía. Despues se ha querido unirlas, se ha trabajado mucho en esto, pero aun no se han apaciguado completamente, i costará mucho trabajo el volverlas a la tranquilidad i a los antiguos lazos que las unian. Las mismas consecuencias funestas se aguardan a Chile, si no destruimos ese antiguo réjimen de opresion i tiranía. ¿O esperamos obligar a las provincias con las armas en la mano i que unas con otras se destrocen? Tengamos por cierto, señores, que si a los pueblos no se les permite gozar de sus derechos, ellos, cansados de sufri, sabrán vengarse de los que ahora pretenden remachar sus cadenas, i darán un ejemplo a todas las naciones, castigando a los que no han querido respetar los sagrados derechos de un pueblo. (Palmoteos en la barra.)

Se reclamó el órden de la barra por el señor Meneses; el señor Villagran trató de insolente al pueblo; i los señores Infante, Fariñas i el coronel Campino lo reconvinieron fuertemente por esta espresion.

El señor Villagran. —Solo una dificultad es la que he propuesto ayer, que tenemos los diputados de Concepcion. para entrar por el sistema federal, que aun no se ha satisfecho, i es la siguiente: Supongamos que los gastos de la lista civil en un pueblo asciende a cincuenta mil pesos; que la lista militar importa otro tanto o mas, i supongamos también que sus entradas no alcancen a veinticinco mil. ¿No sería una especie de indiferencia el abandonar este pueblo a sí mismo? No podría llamarse desgraciado un hombre a quien, porque gozase de libertad e independencia, lo abandonasen sus hermanos i lo viesen morir de hambre? En este caso se halla Concepción; ella