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38 CONGRESO NACIONAL

de 23 de Diciembre de 1825. Por el ganado de Longotoma tasado a 12 pesos, se ofrece a 10 pesos cuatro reales, i esta es la mejor postura, pues las demás ofrecen pérdida mui considerable. Advierto a US. que en las antedichas de Longotoma presentan la pérdida de mil trescientos i tantos pesos. ¿Cuál será en los otros fundos cuando están mas bajas las posturas?

La Junta espera que US. le indique lo que deberá hacer.

La Junta saluda al señor Ministro con particular aprecio. —Santiago, Setiembre 6 de 1826. —J. S . Luco. —F. A. Elizalde. —José Ramón de Vargas i Belbal. —Señor Ministro de Estado en el departamento de Hacienda.


Núm. 151

Lisonjeado el Presidente de la República con que se le presentarían recursos para aliviar en parte la miseria que agobia a todo el Ejército por la absoluta carencia de sus sueldos, le pareció conveniente suspender el curso de las reclamaciones que dirijieron los jefes de los cuerpos al Gobierno, con fecha 22 de Agosto último, instando por los auxilios de que estaban privados; pero frustradas las esperanzas de conseguir lo necesario por el ningún ingreso en el Tesoro, i habiendo representado de nuevo los indicados jefes sobre sus anteriores esposiciones, el Presidente se ve en la precisión de elevarlas al Soberano Congreso para que, en vista de lo que en ellas alegan, se digne proveer lo conveniente para remediar tan estrema necesidad.

Con este motivo, el Presidente de la República tiene el honor de ofrecer al Congreso Nacional las consideraciones de su distinguido aprecio i respeto. —Santiago, Setiembre 7 de 1826. —Manuel Blanco Encalada. —Ventura Blanco Encalada. —Al Excmo. señor Presidente del Congreso Nacional.


Núm. 52

Excmo. Señor:

Terminada la campaña de Chile i asegurada la Independencia de la Patria parece que sus defensores tienen el derecho de representar, que tantas veces han sofocado con violencia. Nuestros servicios a la libertad de la República tienen la antigüedad de la revolución, i hacen hoi la integridad del territorio en la última campaña de Chiloé. Nuestra conducta en las diferentes épocas de la guerra ha sido intachable; siempre hemos correspondido con honor a la confianza del Gobierno i al nombre de chilenos, i podemos afirmar sin equivocación que hemos aventajado en un todo a los demás ejércitos del continente. Nuestro sufrimiento, nuestros remarcables sacrificios i miserias, el amor a nuestros paisanos, el absoluto desprendimiento i una ciega i casi servil obediencia, hacen hoi la gloria de nuestra Patria i han sido siempre nuestra divisa. Hoi mismo, Excmo. Señor, apénas tenemos qué comer. No se crea exajeracion, como vulgarmente se dice. Se nos deben cantidades considerables de nuestras pagas, i así esta condición, como la de hallarse la tropa en la mas lamentable situación por su desnudez, desaliento, etc., nos pone en la necesidad de representar a los que a nombre de todos suscribimos, a fin de que se ponga cuanto ántes término a nuestras grandes miserias. No es la primera vez que lo hemos hecho a nuestros jefes, de quienes suponemos hayan instruido a V. E. de nuestro vergonzoso estado. No tenemos vestuario, no hai armamento ni correaje para nuestras compañías, no hai tabladillos para el soldado, que duerme sobre el agua, que aparece en el público como un leproso i que muere inhumanamente en los hospitales, donde falta un considerable número de camas i aun el alimento muchas veces. Prohibida la deserción con pena capital, por estar declarado el Ejército en campaña, tememos con sentimiento una esplosion, de cuya responsabilidad nos eximimos desde el momento. Son innumerables nuestras quejas, Excmo. Señor. Nuestro sueldo es ninguno, pues rara vez i en mucho tiempo recibimos media paga. Nuestro alimento es el rancho de la tropa, i como estranjeros en este pueblo, la mayor parte de nuestras habitaciones son unos calabozos inmundos en el cuartel, que no han servido para la tropa, i que realmente degradan la dignidad de nuestros empleos. Hemos tocado el último grado de envilecimiento. Un exámen escrupuloso en todo lo que aseguramos con el honor del cuerpo, puede satisfacer a V. E . i al Soberano Congreso, pues desearíamos que en el momento se nombrase una comision para inspeccionar nuestro cuartel. ¿Se dirá que no merecemos otra cosa? ¿Se dirá que somos la polilla del Estado, el sosten de los tiranos i que estamos suficientemente recompensados? ¿Podremos, Señor Excmo., llevar con tanta resignación un premio de esta naturaleza? Los que estamos ciertos de haber puesto en uso de su Soberanía a los pueblos, o mas bien, de haber dado Patria a nuestros paisanos con nuestra sangre, ¿podremos recibir por galardón el oprobio i el desprecio de ellos mismos? Concluida la guerra, i sellada, para nuestra gloria, con los últimos esfuerzos de nuestros compañeros en Chiloé, no somos todos necesarios, i podremos decir que ninguno, en el caso en que nos hallamos. Vamos a perecer sin remedio, desconfiamos de las esperanzas, pues un millón de veces se nos ha burlado, no se nos atiende, i la nulidad de nuestros recursos nos pone en la necesidad de reclamar por nuestros sueldos. Si se defiende tanto la propiedad de un ciudadano, ¿no somos sus iguales en derechos? ¿Habremos comprado acaso con las fractu-