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SESION DE 23 DE OCTUBRE DE 1826

"unas i otras estancan los bienes raíces, los sustraen de la circulación, i privan al Erario con la calidad de inalienables de la percepción de alcabalas en las ventas sucesivas, que se celebrarían manteniéndose en manos libres. Trascribe despues los fundamentos con que el sólido Navarrete impugnó en años anteriores semejantes establecimientos, que halagan la soberbia de uno de la familia, i contaminan con ella i con la holgazanería a los demás; porque el mayor se lleva la mayor parte de la hacienda, quedando los otros con presunción de caballeros por ser hermanos de un mayorazgo; constituidos en el ocio i aborrecimiento a los oficios mecánicos; al paso que el Rei Teodorico dijo: "que tenia por cosa inicua, que en una familia se llevase uno la hacienda, i que los demás jimiesen en la descomodidad de la pobreza", doctrina que parece tomada de San Pablo. Ne uno ebrio multi esuriant[1]."

En Italia el elocuente Filangieri, colocando entre los grandes obstáculos de la poblacion el número de muchos grandes propietarios i pocos propietarios pequeños, halla el remedio de tanto mal, sin ofender los derechos de nadie, o por mejor decir, multiplicándolos i hac iéndolos mas justos i sagrados, con solo que se quiten ántes todas las cosas los mayorazgos i los fideicomisos. Estos son las causas de las riquezas exorbitantes de unos pocos, i de la miseria de la mayor parte. Los mayorazgos sacrifican los demás hijos al primojénito de la familia; las sustituciones sacrifican muchas familias a una sola. Aquéllos i éstas disminuyen infinito el número de propietarios en las naciones de Europa, i son actualmente la ruina de la poblacion. ¡Cuántos desórdenes nacen de un mismo principio! ¡Cuántos males se orijinan de una sola lei injusta i parcial! El padre que no puede tener sino un hijo que sea rico, querría tener un hijo único, pues en los demás no ve mas que un gravámen de su familia. Se calcula la infelicidad de una casa por la multitud de los hijos; i cuando se ha logrado tener un heredero, se cree haber cumplido con lo que prescribe la naturaleza. Rompe el Ínteres los sagrados vínculos de la sangre. Privados los hermanos por otro hermano de la comodidad que gozaban en la casa paterna, no ven en él mas que un usurpador que los oprime i los despoja de un bien a que tenian un derecho común. Obligados a mutilarse, maldicen el momento en que vinieron al mundo i la lei que los degrada.

Tantos hijos que por no ser primojénitos están privados de propiedad i, por consiguiente, del derecho de casarse, obligan a tantas otras jóvenes a permanecer en el estado del celibato. Sin esposo, i violentadas por los padres, se ven frecuentemente obligadas, estas infelices, a encerrarse, a pesar suyo, en un claustro, donde juntamente con su cuerpo sepultan para siempre su posteridad.

Se sorprenderán las jeneracionts futuras al observar tan grande contradicción entre el modo de pensar de nuestros políticos i sus leyes, entre las máximas con que se dirijen nuestros Gobiernos, i las determinaciones de sus códigos. En todos los gabinetes de Europa ha penetrado el espíritu de antimonacato. La diminución de estos asilos del celibato i de la esterilidad ha liegado a ser uno de los objetos mas serios de la administración. Por todas partes ve el Ministerio con desagrado el vacío que deja en la jeneracion el monacato de ámbos sexos, i hace los mayores esfuerzos para contener este desórden; pero al mismo tiempo deja abierto el manantial que le alimenta. ¿Encerrarían, por ventura, los claustros tantos frailes i tantas vírjenes, si en una gran porcion de las familias del Estado no se destinase al matrimonio el solo primojénito? A no ser por los mayorazgos, ¿veria la relijion entre sus ministros i entre sus vestales tantas víctimas de la desesperación? Encerrando los claustros ménos hombres i ménos esclavos, si no fuese por aquella institución bárbara, ¿no encerrarían, quizá, mas personas virtuosas?

"Estas son las funestas consecuencias de las primojenituras, tanto mas mortíferas en la actualidad, cuanto han llegado a hacerse mas frecuentes. No hai ciudadano con trescientos o cuatrocientos escudos de renta, que no instituya un mayorazgo, creyendo ennoblecer su familia con una injusticia autorizada por la costumbre de los grandes. Entretanto, se aumenta mas i mas el número de los no propietarios con la progresiva reunión de las haciendas en pocas nianos, i se cree que aquellas mismas leyes que sostienen las primojenituras i las sustituciones, pueden fomentar la poblacion con algunas ténues excepciones concedidas al grávamen de los padres! Forman un volcan i pretenden luego impedir sus erupciones con un diquede vidrio! ¡Mutilan a la mayor parte de los ciudadanos, i pretenden luego multiplicar su número, dispensando de las cargas de la sociedad al padre que tiene doce hijos! ¡Miserable imbecibilidad de los hombres i de los lejísladores! Eres mas funesta que la misma peste, pues los estragos de ésta no hacen mas que acelerar la muerte de los hombres; pero los tuyos impiden que reciban el sér, i hacen ménos sensible su pérdida.

"El primer paso, pues, que debería darse para multiplicar el número de los propietarios, i para desmembrar esas grandes masas que levantan la grandeza de pocos sobre la ruina de muchos, seria abolir las primojenituras i los fideicomisos, que parecen dos instituciones creadas de intento para disminuir en Europa el número de propietarios i de hombres [2]."

Nada puede compararse con esta descripción animada de los daños que producen los mayorazgos, sino la enérjica declamación del mismo

  1. Cap. XXI.
  2. Ciencia de la lejislacion, libro II, cap. VI