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180 CONGRESO NACIONAL

"Entre los documentos de estaclase hai uno en la Contaduría Mayor que merece consideración por su autenticidad. En la construcción de los diques de este rio se observó una notable afluencia de jornaleros, i para no despedirlos con dureza, se les propuso el diario de un real o los dos tercios del jornal de aquel tiempo i a los niños el de medio real, adoptando este arbitrio de dilatar el auxilio que mendigaban i único que permitían los fondos. Ocurrían a centenares, no encontrando dónde emplearse. Esto sucedía cuando habia algunos recursos, aunque mínimos i difíciles, pero que alcanzaban a embotar las ansias i necesidades de trabajar; pero éstos últimamente han desaparecido sin ser reemplazados.

"Una mirada detenida en las calles, suburbios i campañas, ofrece un melancólico comprobante de esta triste verdad; enjambres de hombres i mujeres que mendigan ocupacion, i millares de muchachos criándose en la holgazanería i naturalizándose con la repugnancia a la actividad i a la viitud.

"Los pocos que, sin estimar su tiempo i facultades, consiguen concluir algún miserable artefacto, reciben su precio como limosna i su estipendio como un hallazgo. De aquí nace aquella desidia habitual que se nota en muchos i la aversión a ocupaciones eventuales que, por una cruel indolencia e irreflexión, se atribuye a la índole de los naturales o influjo del clima, prevención que basta a disipar la vista de los fragmentos de tantos talleres desiertos i de los artífices sumidos en una miseria espantosa, que crece al paso que encarecen los artículos de subsistencia, progresa el lujo i las necesidades ficticias. Su situación es mas angustiada que cuando éstas eran ménos conocidas, cuando la política colonial, impidiendo la fabricación de las manufacturas que nos enviaba, dejaba labrar las que no les costeaban, especialmente cuando la guerra cortaba su navegación i nuestra tosca industria suplía la falta de importación.

"Tan evidente que en Chile falta ocupacion para sus habitantes, como que es necesario el proporcionársela i no podrán contradecirlo los que saben que esto mismo se procura incesantemente. aun en países mas adelantados, que es el clamor de cuantos escriben sin preocupación.

En el hecho convienen todos i solo discordan en los medios. Hallarlos entre los objetos designados ántes, es impracticable, i siguiendo las huellas trilladas del resto del mundo conocido, debemos considerar la industria como únicamente capaz de llenar el hueco inmenso que aquéllos dejan en el tiempo, facultades e indijencia de estos pueblos. Aun cuando la buena política no prescribiese este modo de distraer el espíritu de facciones a que se prestan fácilmente los que no tienen de qué vivir ni qué perder i convertirlos en ciudadanos interesados en la conservación de la Patria, aun cuando la moral i policía no exijiesen en las ocupaciones populares el remedio de los vicios i del desorden, aun cuando la humanidad no compeliese a fomentar el solo antídoto de la miseria, bastaría a procurarlo el anhelo de la riqueza i de dar celeridad al jiro interior que estiman los economistas tanto o mas que la estension del Eterno, porque, haciendo volver al común el numerario de los pudientes, habilita nuevos consumidores i contribuyentes. De ellos se forman compradores de terrenos que realizan la división que, de cualquiera otra manera, es ideal, efímera i el estandarte de la turbulencia, se hacen capaces de pagar gustosos los derechos parroquiales, i no necesitarán de excepciones nominales i gracias que no tienen sobre qué recaer.

"Pero este bien tan grande, tan urjente, ¿cómo se conseguirá? Permitiendo, dicen, la franca introducción de manufacturas estranjeras que, sirviendo de modelos i su concurrencia de estímulo, exciten a su imitación...

"Mui bien, ¿cuánto tardaremos para llegar a igualarlos en bondad i precio? ¿Llegaremos alguna vez? Para ello es preciso que pasen ántes siglos i que miéntras tanto perezcamos. A mas, es necesario que, en este intermedio, trabajemos con las pérdidas inseparables de toda empresa nueva i que vendamos nuestras manufacturas a precios mui inferiores a las estranjeras para poderlas escluir, porque precisamente han de ser inferiores por largo tiempo i tendrán contra sí la jeneral prevención que hai a favor de lo que viene de fuera. Ahora, pues, ¿quién sostiene estas incalculables anticipaciones? No el Gobierno, que no puede ni debe hacerlo; ningún empresario, porque no hai caudales suficientes, ni se espondrán a sacrificios tan enormes como lejanos de compensación; no los políticos, que escriben porque... ya se ve... Con que lo mas seguro es que jamas llegaremos a igualar en una carrera, en que nos llevan la ventaja, que siempre conservará la misma distancia i nos constituirá eternamente sus colonos. Para escusar este inconveniente, ¿no será mas justo i racional seguir las sendas trilladas por las naciones que mas han prosperado? La prudencia recomienda esta conducta i el ejemplo nos autoriza a la imitación.

"No hai una, sin excepción, que no haya prohibido la salida absoluta o condicional de alguno de sus productos o la internación de varios artículos estranjeros, para dar valor a las materias propias i ocupacion a los habitantes, haciéndolos así mas independientes i en partes superiores a otros. Esta práctica se halla sancionada en todos los tratados de comercio i en los reglamentos, vedándolos del todo o gravándolos tanto que indirectamente los escluyen.

"La Inglaterra, país clásico de la libertad, economía e industria, prohibe en sus islas la entrada de toda manufactura que puede labrarse en ellas, sin embargo de que, pudiendo ser canje a inmensas producciones de sus talleres, ayudarían a su espendio. El velámen i jarcia, cuyas primeras