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172 CONGRESO NACIONAL

dió que, faltando éstos i habiéndose duplicado una multitud de votos, el pueblo no tuvo aquel medio seguro, prevenido por la lei paia cotejar el número de cédulas con el de personas. La omision de los rejistros les abria una puerta franca para cometer toda clase de excesos, pues no solo se duplicaban, las cédulas, introduciendo dos o tres dentro de una, sino también permitiendo al mismo sufragante votar dos veces, i todos estos males sabe US. que eran consiguientes a la omision del rejistro en la votacion para escrutadores. Las cédulas se entregaban dobladas, i el Presidente las echaba del mismo modo al cántaro, sin descubrir otras que iban dentro de aquéllas. Podas estas maniobras eran apoyadas con gritos, escándalos i espresiones insultantes, que vertía un presbítero, don Francisco de Paula Fernández, aparecía aquí en los momentos de empezarse a realizar estos actos. Este eclesiástico, prostituyendo el decoro de su sagrado carácter, desde el primer dia de su llegada, empezó a alarmar a todos los vecinos i a sembrar en el pueblo un espíritu de discordia tan jeneral i obstinado, que ha puesto a los ciudadanos en el mas alto grado de indignación unos con otros. En la plaza pública i aun en la misma Sala consistorial, delante del Cabildo, se le han oido dicterios capaces de escandalizar a la mas indecente taberna. El señor cura vicario de esta iglesia se personó en la Sala a sufragar, i luego el presbítero Fernández le ataca con insultos tan groseros, que apuraron la moderación de este párroco, i fueron el escándalo del pueblo reunido. Este mismo eclesiástico advenedizo se ha jactado públicamente i se jacta con descaro de haber vejado una sociedad a que no pertenece ni puede pertenecer, porque su inmoralidad lo hace ya insufrible en los pueblos que por desgracia ha habitado.

Conforme al artículo sesto de la convocatoria, se le puso la acepción de ineptitud para sufragar, por la causa criminal que se le ha seguido de resultas de los crímenes que cometió en Illapel, en el corto tiempo que aquellos feligreses tuvieron la desgracia de estar bajo la dirección espiritual de un pastor tan corrompido como éste. Los delitos que allí cometió le han privado a Fernández del beneficio del curato, i hasta hoi ni ha sido rehabilitado, ni ménos ha podielo indemnizarse de la infamia que por aquéllos le ha resultado; pero como este mismo presbítero es el instrumento ejue ha buscado la facción de Mascayano, para llevar adelante sus intrigas i sofocar la libertad de este vecindario, por eso él mismo ha sostenido este apóstol de la discordia, cuyas decisiones, a presencia del Cabildo, eran únicamente las que se observaban i tenian efecto, mirándose con el mas alto desprecio cualesquiera reclamaciones que el pueblo hiciese en con rario. Así se practicó la votacion para constituir la mesa de escrutadores. Ganaron ésta, i habiendo salido electos los cuatro vocales, i el presidente de la facción contraria, tuvieron ya un campo mas franco para ejecutar sus maniobras. Uno de los vocales de dicha mesa fué el presbítero Fernández, i éste, abrogándose facultades del presidente de ella, dispuso que don Francisco Antonio Pérez. , sin haber sido electo escrutador, llevase uno de los rejistros que la lei encarga precisamente a uno de los escrutadores. Dicho Pérez es públicamente decidido por la facción de Mascayano, i no tenia autoridad alguna para avanzarse a ejercer funciones c¡ue la lei quiere terminantemente se desempeñen por algunos de los vocales de dicha mesa; i aquí tiene ÜS. quebrantada la convocatoria en el artículo veintitrés, que así lo dispone. Con este vicio se continuó la votacion; colocaron la mesa en un punto estraordinario i tan incómodo para los sufragantes, que apénas dejaren a éstos un mui corto i estrecho espacio para acercarse a ella; de suerte que el agolpamiento de los vecinos i la opresion, todo parece se proporcionaba con estudio para hacer aquel acto el mas confuso, i de esa aglomeracien de hombres resultaban riñas entre unos i otros, hasta llegar al estremo de salir los sufiagantes a darse de golpes en la plaza pública, c.omo sucedió con don Manuel Aguirre, a quien casi mataron a golpes los del paitido contrario, teniendo la osadía un hermano mismo del postulado para gobernador, de cargar contra el ciudadano Aguirre, llamar tropa i conducirlo a la cárcel pública, sin mas motivo que porque Aguirre advirtió a la mesa que un hombre habia votado dos veces. Los señores de ésta se aprovechan de aquel suceso i a pretesto de cautela cierran las puertas de la Sala, quedándose ellos solos por largo intervalo, con el cántaro de sufrajios a su disposición i con la mayor franqueza para echar i sacar los votos que quisieron. En este paso es mui fácil inferir cuántas maniobras harian hombres tan despechados por el partido opresor. A esto se agrega que por una puerta privada se introducían a la Sala grupos de hombres ineptos para votar, i como allí no habian dejado un solo ciudadano que los rechazase, la mesa recibía sus sufrajios sin embarazo alguno.

El pueblo, que observaba una conducta tan escandalosa como ésta, se penetró de la alta indignación i con un clamor jeneral protestaba en altas voces la nulidad de cuanto se estaba haciendo; pero como el designio era llevar adelante éstas, todo se despreció; hasta que, aburrido, el pueblo se retiró quedando sin sufragar cerca de doscientos vecinos de la mas notoria habilidad. Es imposible, señor, detallar los escandalosos acontecimientos de aquel dia, porque su narración ocuparía inmensas pájinas i solo aseguramos a US. que no hubo fraude que no se cometiese, apoyado los autores en la decidida protección que les franqueaba el gobernador local. Entre los electos para el Cabildo, el alcalde de primera elección don Manuel Parrací, no tiene aquel tiempo de residencia que exije la misma convocatoria para ser elejido, pues todo