por ciento sobre el valor nominal, lo que hacia el diez sobre la cantidad recibida. No se fijó término para la duración del contrato ni se estipuló destinar ninguna suma para la amortizacion de los vales; de modo que el capital puede continuar ganando aquel interes, sin disminuirse, por tiempo indeterminado. Esta sola circunstancia hace el empréstito francés mas oneroso que el prusiano, pues, en aquél se disminuye anualmente la cantidad prestada, i creciendo en la misma proporcion los fondos destinados a la consolidacion, se hace servir cada año mayor suma de los mismos intereses en la estincion de la deuda. Fuera de esto el empréstito prusiano se contrató con ménos gravámenes para el Gobierno, pues los varios valores de los vales no llegaban, uno con otro, a setenta i dos por ciento, es decir, se recibieron cerca de setenta i dos libras por cada ciento que rezaban los vales.
Así fué como el Gobierno de Prusia, en 1808, recibió de Mr. Rothschild 3.774,900 £ en dinero por el valor de 5.000.000 en vales que debían consolidarse dentro de veintiocho años, cobrando un interes anual de cinco por ciento. Estos intereses en los veintiocho años deben ascender a 7 millones; i los mismos, destinados anualmente para la consolidacion, deben haber subido a 1.650,000, siempre que los vales se consoliden por el valor recibido i no por el nominal. Todo lo que suban de aquel punto tendrá que aumentar el costo del Gobierno de Prusia de la amortizacion del empréstito, conforme a lo que se estipuló en su contrato: así pues, en el caso mas favorable para la consolidacion de los vales prusianos, habrá sucedido que por 3.744,000 £, ha pagado en veintiocho años 8.650,000, que es lo mismo que haber dado dos i cuarto millones por cada millon recibido.
El empréstito de España se contrató el año pasado con la casa de Laffitte i Hubbard de París, por valor de 15 millones de pesos; pero aunque en la circular de estas casas se dijo que se había contratado a razon de 70 por ciento, nadie ha creido otra cosa sino que éste era un medio de dar valor al papel español, habiendo convenido secretamente el Gobierno de Madrid con los supuestos prestamistas de no cobrarles sino las cantidades que realizasen, al precio que les fuese posible; así es que ahora mismo se venden en Lóndres aquellos vales a razon de 55 por ciento, lo que haría la quiebra de los contratantes, si su contrato hubiera sido tal como se publicó. Como quiera que sea, según la misma circular se ve que el interes de aquel empréstito corresponde a 10 por ciento, i que el Gobierno español se obliga a pagar los vales por el valor nominal; lo que hace que el negociante que compra hoi en Lóndres un vale de cien pesos, dobla su dinero i gana en el negocio un diez por ciento anual si llega el caso de que le paguen; pero, como este caso no es demasiado seguro, en el concepto de muchos, son pocos los vales que se venden.
El Gobierno de Nápoles, en estos dias acaba de contratar con la casa de Rothschild, en Paris, otro empréstito, en que recibe 55 £ por cien, manifestando que sus rentas ordinarias suben a 20 millones de ducados, i que su deuda actual solo consume dos millones de éstos en el pago de intereses.
Es, pues, visto que de los empréstitos citados el mas favorable es el de Prusia, i por tanto, compararé con él los dos que yo propuse para Chile; pero ántes de entrar en el cotejo de las ventajas i de los sacrificios, me parece que se debe considerar la enorme diferencia que hai entre las necesidades de aquellos Estados i la nuestra, así como entre el crédito que tienen los antiguos Gobiernos, con el que es natural que tenga uno nuevo. En materia de tanto interes, es necesario ver despreocupadamente todo lo que favorece i lo que daña, para no padecer equivocaciones que sean fatales al buen éxito de las empresas, i por tanto diré a US. lo que hallo en mi juicio con la claridad conveniente.
En cuanto a la necesidad que han tenido Francia, Prusia, España i Nápoles de hacer estos empréstitos, es bien constante que solo ha sido la de anticipar el recibo de una corta parte de las sumas que tendrían en el producto de sus contribuciones. La conveniencia de hacer esta costosa anticipacion es solo la que resulta de conservar el crédito que se tiene, porque por grande que sea éste, si se carece del dinero para gastarlo en el preciso momento que se necesita, se haria, con la mas mínima demora en el pago, una pérdida incomparablemente mayor que las que trajera el empréstito mas oneroso. Así vemos que todos estos Estados han contratado sus empréstitos por unas sumas muí inferiores a sus entradas anuales, i en unos tiempos en que se hallaban en paz con todo el mundo. Diremos mas bien, que solo buscaron el dinero, despues que la conclusion de una guerra les dejaba en circunstancias de mayor desahogo. Por lo que hace a nosotros, el caso es mui poco semejante. Estamos aun mui empeñados en una guerra de la peor condicion; estamos espuestos a sufrir contrastes estraordinarios; estamos obligados a gastar mucho mas de lo que nuestras rentas producen, i estamos en peligro de vernos algún dia en situacion de no tener ya de dónde sacar ni lo mas preciso.
Veo en el último manifiesto que ha publicado el Excmo. Señor ▼Director Supremo, que se han gastado ya en la guerra de esta última época nueve millones, i que los caudales escasean mucho. Yo tengo cada dia nuevas pruebas de esta escasez, i del mal dolorosísimo que esperimenta con ella ese Estado. El aumento de impuestos sobre el pueblo, ni la continuacion de los que hai establecidos, pueden remediar aquellos males. Por el contrario, el único remedio que se