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ASAMBLEA PROVINCIAL DE SANTIAGO

Manuel Novoa. —J. Pedro Arce. —Honorable Asamblea de la provincia de Santiago.


Núm. 27

Señores Diputados.

La reunion de los representantes del pueblo en esta augusta Asamblea, es el momento suspirado de la Patria para aplicar remedios a los terribles males que la aflijen; i jamas Gobierno alguno se vió en circunstancias de desearla con tan ardiente empeño como la Junta Gubernativa en la crísis actual. Vosotros vais, señores, a restablecer la Nacion, que desgracias, que no era fácil prever, amagan reducir a la nada. Seis años de un Gobierno coronado en todas sus empresas con sucesos felices, respetado entre los estraños i temido al ménos en nuestro territorio, habían dado al Directorio pasado todo el poder de hacer bien. Al ímpetu de las armas i a la exaltacion de pasiones que acompañan los primeros momentos de toda revolucion, habia sucedido la calma de la paz. El pueblo conocia que sus derechos no consistian en el uso de un poder ilimitado i ejercido aisladamente, que podia precipitarle en la anarquía; í que su sólida felicidad estaba en el órden i en establecerse instituciones garantes, que bajo el imperio de las leyes le defendiesen de la arbitrariedad. Pero, por una desventura que acompaña al hado de las naciones, faltó tino para hacer el bien al Gobierno que mejor pudo hacerlo. El descontento público rompió la barrera de la opresion i, ajitadas las pasiones en este impetuoso choque contra el anterior Gobierno, amagan males que, si no se evitan ántes del término en que lleguen a ser irremediables, sumirian a la Patria en el sepulcro, llevando tras sí el recuerdo de doce años de gloria i de sacrificios perdidos. A vosotros, pues, padres del pueblo, se encarga alejar la confusion, la desorganizacion, el deshonor de la Patria. Este es el preciso i el grande objeto con que sois llamados.

La Junta no teme decirlo: Chile nunca se vió en crísis mas peligrosa. Nuestra revolución presenta vicisitudes en que cuasi se han cometido todos los errores e inadvertencias de que es capaz el espíritu humano; mas, en un gobierno siempre concentrado, i en la estrecha union de todos sus hijos, oponia la Patria un dique a las desgracias que iban a inundarla. Hoi por la primera vez amenaza el grito de desunion, i esta voz, mas que a los oidos, debe herir el corazon de los patriotas. La prudencia, un jeneroso desprendimiento de intereses subalternos que nada son delante del bien jeneral del Estado, i los principios de la mas exacta igualdad i justicia, evitarán los desórdenes, las divisiones que van a hacer a los pueblos maldecir la hora en que salieron de su tranquila esclavitud.

Luego se cumplirán dos meses que el voto de nuestros conciudadanos nos llamó a encargarnos de la administracion pública, i no ha pasado un dia de este corto período que no haya sido señalado con alguna circunstancia que agravase la amargura de nuestro corazon. Al haceros presente la situacion política del Estado, vais a fijar la vista en un cuadro de desgracias presentes i de temores para lo futuro que avergüenza nuestros días, i que silenciaríamos para que fuera de Chile no se supiesen nuestas miserias interiores, si el mal no necesítase de tan urjente remedio i si no estuviese en nuestras manos mejorar nuestra suerte i ser respetables i felices en el momento que queramos.

Chile formaba una República indivisible en principios de Noviembre último. Abrumados los pueblos del peso de la opresion, se sustrajeron de la obediencia del Director del Estado estableciendo Asambleas que reuniesen respectivamente la representación de cada provincia. Este esfuerzo jeneroso, dirijido únicamente contra el ciudadano que gobernaba con arbitrariedad, no ha podido ser una empresa contra nosotros mismos; no ha podido tener por objeto atacar la unidad de la Nacion. El Director, en los últimos dias de su mando, para restituir al país la tranquilidad que no pudo conservar, ofreció a los representantes de Concepcion (que decian obrar de acuerdo con los de Coquimbo) abdicar en la persona que ellos le propusiesen, la Dirección Suprema del Estado, cual la habia ejercido, para que este trastorno no ocasionase la disolución de la República. El pueblo de Santiago que ignoraba tal propuesta i que ademas no creia aceptasen las provincias ofrecimientos del jefe a quien combatian i de cuyo influjo desconfiaban, se anticipó a verificar el trastorno para reunirse a sus hermanos.

Permitid, señores, a la Junta una clase de vanagloria que, aunque la caractericéis de debilidad, es la que ménos puede manchar la reputacion del hombre honrado. Sus vocales tuvieron la satisfaccion de creer que, ocupando provisoriamente el Gobierno, podrian reunir la voluntad de la Nacion. Enemigos constantes del despotismo i, por consiguiente, de la administración que acababa; defensores impertérritos de los derechos de los pueblos, i habiendo dado pruebas de desprendimiento, se persuadieron que, si las provincias habian tomado las armas contra la persona únicamente del Director para reunirse en un Congreso, destituida aquélla, i convocándose éste, se habia llenado el deseo universal. Por otra parte ¿qué males podrian haber sufrido Concepcion i Coquimbo, que no hubiese sentido mas agravados Santiago? ¿Qué ventajas podrian prometerse de una reforma, que Santiago no las esperase también? Iguales los males; iguales las necesidades; iguales las circunstancias; i unos mismos los remedios, no existia una provincia en quien se presumiesen aspiraciones o intereses distintos. La Junta, sin embargo, no tuvo la lijereza de querer