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CONGRESO CONSTITUYENTE

hacen servir aun de instrumentos a sus últimos esfuerzos? ¿I en los mismos momentos en que las fuerzas unidas de las cuatro Repúblicas de Sud América, vana disputarse en la tierra de los Incas la gloria de esterminar para siempre esos restos de la antigua tiranía metropolitana, ¿podremos permitir que una mano insidiosa i nefanda venga, a detener la marcha i perfeccion de una empresa que nos costó tantas lágrimas i sangre?

Yo creo i creo firmemente, que no nuestros ejércitos, no nuestros recursos, ni ménos el entusiasmo nacional que nos ha levantado a tan alto grado de fortuna, son las principales ventajas que nos han de conducir al triunfo, sino la ocasion única, los momentos favorables que la suerte o, mejor, la eterna providencia ha puesto en nuestras manos. Dejarla escapar seria un crimen, crimen horrendo e imperdonable, porque acaso no volveria a repetirse en lo venidero. La España, a la vuelta de dos años podria enviar navios i tropas, i que, unidas a las que quedasen en el Perú i debiesen aumentarse en razon del tiempo, nos podrian sojuzgar probablemente. En dos años de inaccion lo perderíamos todo; un poco de seduccion, ardid e industria, seria capaz de precipitar en la anarquía a pueblos nacientes como los nuestros.

Es tambien inconcebible que unos Estados flacos i aniquilados, fuesen capaces de mantener en pié sus ejércitos como si estuviesen en actual guerra; si los despidiesen, la cuestión seria decidida contra nosotros; si se conservasen, lo estaria tambien en un sentido, porque de la miseria era forzoso se siguiese la desesperacion i de ella el rendirse a discrecion del mas fuerte. ¿Cómo el Perú, cuyas entrañas están hoi dilaceradas por mas de treinta mil soldados amigos i enemigos, fuera capaz de llevar sobre sí peso tan enorme i por tan dilatado tiempo? Yo, a la verdad, no entiendo cómo ha sido tan fácil resolver cuestiones tan intrincadas; acaso no se habrán tenido persente en la formacion de semejantes convenios.

¿I qué diremos de las relaciones comerciales? que léjos de traernos algún provecho no nos hacen sino perder nuestras ventajas marítimas por medio de las cuales hemos contrariado los planes enemigos teniéndolos incomunicados con su metrópoli. Si se franquean aquéllas, se han de fortificar necesariamente éstos con la libre comunicacion i otros arbitrios que no hai para qué patentizar. Ellos son tenaces i constantes i nosotros confiados i desidiosos. Dígalo el Perú, que casi de la nada en año i medio han levantado un ejército que amenaza nuestra existencia política.

Por lo demás ¿qué tiene la España que no nos lo traigan los estranjeros a nuestros mismos puertos i con una mayor comodidad? ¿I qué producciones tenemos nosotros que sean de esclusivo consumo en aquella nacion? Ella sí, reportaria de la nuestra grandes e incalculables vemajas, porque de ellas mismas sacarian los elementos necesarios con que subyugarnos concluida la tregua.

Finalmente, nosotros vamos a tratar con los comisionados de la España constitucional; si ésta sucumbe segun lo persuaden todas la apariencias bajo el inmenso peso de la Santa Alianza que ya tiene ocupado una gran parte de su territorio ¿no seria una demencia haber perdido la ocasion única, los momentos favorables i tener que luchar despues con la España servil, apoyada i sostenida en su manía de sujetarnos? Por el contrario, si salvando de los lazos que se nos tienden, corremos a la conclusion del enemigo en su último asilo, ¿quién duda que enteramente libres los cuatro Estados Sud-Americanos i uniformados en ellos desde Panamá hasta el Cabo de Hornos, el patriotismo i espíritu nacional se hagan inaccesibles a las agresiones europeas?

Por todo lo espuesto, repito las mas serias i formales protestas contra la enunciada Convencion preliminar, insistiendo i clamando al mismo tiempo al Soberano Congreso, porque salga, sin pérdida de momento, la espedicion decretada en favor de mi República, por cuanto es esta medida tanto mas grave i urjente, cuanto que abierta la actual campaña entra en sus planes su instantánea llegada, segun acabo de recibir comunicaciones de la mas estrecha ejecucion e instancia.

Dios guarde a los ilustres miembros del Soberano Congreso. —Santiago, 26 de Agosto de 1823. —Señor. —José de Larrea i Loredo. —Al Soberano Congreso Constituyente de la República de Chile.



Núm. 141

Soberano Señor:

Tengo la honra de elevar al conocimiento del Soberano Congreso los gastos hechos en la galeria de las señoras, que se me mandó construir por órden verbal de S. E., el Señor Presidente, cuya cantidad asciende a la de doscientos cincuenta i dos pesos siete reales, incluso en este gasto las cuatro bombas de cristal, i las lámparas de aceite; para que Su Soberanía tenga a bien el mandar se me cubra por el Tesorero Público la cantidad espresada, rebajando de ésta, ciento cincuenta pesos que se me entregaron a buena cuenta.

Ofrezco al Soberano Congreso todos mis respetos i consideraciones. —Dios guarde al Soberano Congreso muchos años. —Santiago, Agosto 26 de 1823. —Soberano Señor. —Domingo Arteaga. —Soberano Congreso Nacional.