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CONGRESO CONSTITUYENTE

gunas de Pulauquen, i solo les restaba, llegase el cacique Toriano para emprender su salida. Aquí, pues, Ud. es testigo de la escasez de armamento i pertrechos, i que es el punto mas batido de los facinerosos; i podríamos evitar cualquiera tropelia de ellos si tuviese cincuenta tercerolas con su dotacion de sables o cincuenta fusiles i una carga de municion; pues aquí el armamento i municiones son mui pocas, como Ud. lo debe saber. Una pieza de artilleria seria en este pueblo sumamente ventajosa, de modo que podria ser respetado de los mismos enemigos. Todo esto tengo el honor, por mi parte i a nombre del Ayuntamiento de este partido, hacer presente a Ud. para que provea los medios mas necesarios de su remedio con el Supremo Gobierno.

Con este motivo, aprovecho esta nueva ocasion para renovar la espresion de mi afecto i sinceridad. —Parral i Octubre 24 de 1823. —José Ignacio Urrutia. —Señor Teniente-Coronel i representante de esta delegacion, don Jacinto Urrutia.


Secretaría i Noviembre 1.º de 1823. —Pase al Poder Ejecutivo o aquien corresponde tomar las medidas mas convenientes, para los fines propuestos en el oficio del señor Urrutia.- Dr. Ocampo.


Núm. 623[1]

Parral i Octubre 23 de 1823
 
SEÑOR DON JACINTO URRUTIA.

Mui señor mio i mi amado compadre:

Con sumo dolor tomo la pluma para escribir a Ud., pues aquí Larenas, el gobernador de San Cárlos que regresaba de ésa, ha infundido segun me parece (yo no he hablado con él) que Ud. quedaba bastante enfermo, i que se habia salido fuera de la ciudad, porque asi se lo habian mandado los médicos, i que su enfermedad era sumamente peligrosa. Esta noticia tan amarga me ha sida sumamente sensible a mí (no son lisonjas); pero yo, en vista de que en mi regreso quedaba Ud. tan aliviado, se me hace duro el creerlo, i ojalá mas bien sean cuentos i no verdad. Compadre: en el pueblo es jeneral el sentimiento que hacen de Ud. por su enfermedad o por la noticia.

Aquí nos hallamos todavía amenazados de grupos de facinerosos: Pincheira i sus secuaces, se sabe, estaban reuniéndose en las lagunas de Pulauquen i solo esperaban al infame cacique Toriano con sus indios para hacer su salida; como creo mejor se lo deberá decir doña Juana María.

En Chillan, que era donde habia fuerza capaz de contrarrestar en cualquiera parte con éstos, se ha llevado el coronel don Domingo Torres doscientos trajes en los mejores caballos, de modo que los que quedaron en aquel punto, ademas de ser pocos, están bien escasos de cabalgaduras. En San Carlos, la fuerza de allí es la que siempre ha tenido aquella cabecera. En éstas, tenemos veintidos hombres de tercerola i sable de auxilio de Cauquénes; ademas la compañía de plaza, que consta de cuarenta hombres i doscientos de la milicia suelta, que tambien se hallan acuartelados. Pero sin embargo de que tenemos estas fuerzas i de saber la salida del vandalaje, no dejamos de tener miedo, porque los anuncios son abultados; de modo, que si conforme los consideran son, puede que la pelea esté bonita. En fin, yo en el correo esculliré a Ud. el resultado de estas novedades, i veremos cómo anda el diseño público.

No digo a Ud. mas por ahora i en esta oportunidad que he encontrado por hallazgo, i solo suplico tenga Ud. la bondad de recibir el afecto de toda esta, su casa, i el corazon de su comadre i compadre que desean verlo i S.M.B. —José María Hinostrosa i Sotomayor.


Núm. 624[2]

Vilguin, Octubre 16 de 1823.
 

SEÑOR DON JACINTO DE URRUTIA

Mi mui apreciado primo:

No obstante haberle puesto otras, hallo por conveniente imponer a Ud. el pormenor del estado en que nos hallamos en esta desgraciada provincia, amenazados de invasiones, hallándonos como indefensos; ya verá Ud., por la que incluyo del comandante de armas de San Cárlos, el número de bandidos que esperamos; i me ha movido poner ésta a Ud., porque conozco que por otros conductos no llegarán a ésa sino enredos; aquí ha entrado entre los patriotas un disgusto jeneral, porque se están viendo gobernados por los entregados, cuyo gremio jamas podrá unirse; i si la piedad del Gobierno lo intenta, se equivoca redondamente, i pensando aumentar el bien de la defensa, lo disminuye; i la razon es que los entregados, aunque se vuelvan patriotas, siempre mantienen entre ellos una liga amistosa i separada de los primeros patriotas; éstos tambien los miran como distintos, i mantienen entre

  1. Este documento ha sido trascrito del volúmen titulado Correspondencia del Congreso Nacional, años de 1818 a 35, tomo 80, pájina 110, del archivo del Ministerio de la Guerra. (Nota del Recopilador.)
  2. Este documento ha sido trascrito del volúmen titulado Correspondencia del Congreso Nacional, años de 1818 a 35, tomo 80, pájina 113. del archivo del Ministerio de la Guerra. (Nota del Recopilador.)