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CONGRESO CONSTITUYENTE

tro comisionado, de arribar a Tepic, puerto de Méjico, con pérdida de un juego de velas, de todos los palos, cuatro anclas, dos botes i una lancha, sin contar la averia de la carga. Habilitada de nuevo la fragata, continuó su viaje a Guayaquil sin poder espender alguna cosa en este punto, tanto por las convulsiones intestinas que ajitaban el país, como porque el comercio ordinariamente estrecha sus relaciones en todos aquellos países que están sujetos a las vicisitudes de la guerra; la falta, pues, de numerario, la mortandad que esperimentó el buque en la mitad de su jente, la escasez de víveres, los horrores del hambre que amenazaban a Guayaquil, fueron causa para que, abandonando este puerto, tornase otra vez a Tepic, donde habia dejado mui buena parte de su carga. Nosotros ignoramos el resultado de esta negociacion; solo sí sabemos que, arribando a aquel puerto a fines del año próximo pasado, cuenta dos años i un mes de navegacion, sin que hasta ahora haya podido realizarse una empresa que tiempo há debia estar afinada i concluida.

Los empresarios, pues, que hasta entonces habian tenido contraria la fortuna, pensaron indemnizarse de sus quiebras, fletando otro buque de Calcuta con doce mil fanegas de trigo para el puerto del Callao, en tiempos que, desprovista la ciudad de los Reyes de este articulo, creian venderlo con conocidas ventajas; mas, el resultado, léjos de corresponder a sus esperanzas, una triste esperiencia ha acreditado lo contrario. El navio James Scott tocó en aquella costa a principios de Febrero, cuando las harinas conducidas de Norte América, abundaban, cuando, por decirlo todo, solo se ofrecian por el trigo veinte reales, siendo así que hasta allí ascendía su costo a siete pesos seis reales por fanega. No paró en esto nuestra pérdida. A la retirada del Ejército de la Patria, ordenó el Gobierno se abriesen i franqueasen a todo individuo las bodegas de Bellavista, quemándose las sobrantes, para que en ningún tiempo pudiese aprovecharse de ellos el enemigo. En suma, Señor Excmo., las cartas de nuestro consignatario don Ambrosio Aldunate, testifican que la pérdida del trigo resultante del saqueo se regula en tres mil fanegas, i que agorgojado el resto, es imposible venderlo a cualquier precio.

Paso por esponer a V. E. cuanto han trabajado los socios por mantener el crédito de una compañía naciente, que ha sabido sostenerse en medio de las desgracias i de la escasez de sus fondos. Baste decir que el celo, la rivalidad del estranjero, ha puesto en práctica cuanto dicta el espíritu de comercio, el interes nacional que le caracteriza, a fin de arruinar un establecimiento que puede dar al jiro la estension posible, despertando la emulacion de los indíjenas; que para dar a esta especulacion toda aquella rapidez que demanda un comercio lucrativo, nos ha sido indispensable tomar dinero a crédito con crecidas usuras; i es de este modo que la Stamnore ha ahorrado los gastos que ocasiona la demora de los buques en los puertos.

Hasta aquí solo hemos hablado a V. E. de los males que ha esperimentado la sociedad, ya por la falta de ajentes, conocimientos i relaciones, ya en razon de los contrastes i vicisitudes a que están espuestas las empresas distantes i morosas, las especulaciones de mero cálculo, i cuyos resultados no pueden presajiarse con fijeza. El ménos prevenido advierte que la utilidad i ganancia en estos casos está subordinada a las circunstancias i variaciones en los precios de una plaza; resta, pues, tratar de los obstáculos que no ha podido vencer, a efecto de disfrutar de los beneficios del Gobierno. Por el nuevo reglamento se ordena "que las mercaderías en buque nacional mandado por capitan, cuarta parte de tripulacion chilena, habrán la rebaja de un veinte por ciento de la suma a que ascienden los derechos;" pero cuando el Estado, falto de naturales, ha tenido que echar mano de los estranjeros para tripular sus buques, ¿podremos nosotros con facilidad, i en los pocos dias que ancla la Stamnore en estas costas, encontrar jente de esta clase i mucho mas personas intelijentes que puedan hacerse cargo de un buque i conducirlo por mares desconocidos? En la primera espedicion empleamos varios jóvenes en las plazas mayores, con el objeto de hacerles útiles, i aun pusimos de nuestra parte un apoderado en Calcuta; mas, lo cierto es que los que retornaron a las costas de Chile no han querido volver por la poca salud que se disfruta en aquellos países; que uno de los socios, esto es don Manuel Yávar, murió en una edad harto consistente, i que nuestro consignatario Herrera procuró abandonar aquel clima, i hoi se halla envuelto en la desgracia de la Lady Blackwood, segun se ha dicho de antemano.

Por otra parte, en el citado artículo del reglamento se hace la rebaja de un veinte por ciento sobre los derechos que adeudan los comerciantes del país; es decir, un cinco i cuarto por ciento ménos que el estranjero. Dicha rebaja, si nos es permitido esplicarnos de este modo, no guarda la debida proporcion. El estranjero, como mas versado en el tráfico, tiene otros conocimientos, ideas i relaciones, miéntras el chileno vive aislado i falto de la instruccion necesaria para conducirse en esta clase de negocios. Es bien sabido que en todas las naciones los derechos son dobles para el estranjero; que la aduana de Calcuta exije del chileno un seis por ciento, i al natural un tres en la esportacion; esta misma proporcion se observa en la internacion de los cobres; pero nosotros pagamos en Chile doce reales por quintal, i el estranjero dos pesos; siendo mui digno de notar que, en todos los viajes anteriores, hemos contribuido a la par de aquél, i cual si no fuéramos naturales; en semejante caso preciso es que, faltando el equilibrio, la balanza de comercio se incline i ceda a favor del alieníjena con conocidas ventajas.