talidad singular observamos que, si el pueblo no es capaz de retenerse en los límites de una libertad ilustrada, los que están revestidos del poder no saben mantenerse en los términos de una autoridad racional; el pueblo se inclina a la licencia, los jefes a la arbitrariedad. Así, el gobierno que contenga a aquél en la justa obediencia, i a éste en la ejecucion de la lei, i que haga de esta lei el centro de la dicha comun i de la recíproca seguridad, será el jefe de obra de la creacion humana. Representantes de Chile: esta es vuestra tarea. ¿La llenareis? Si, porque os conduce la sinceridad, el interes, la rectitud, la firmeza i el amor a la patria. ¡Feliz pueblo que, dominando los acontecimientos, superior a todos los poderes e intereses momentáneos, i cautivando todas las pasiones, os hallais en estado de recojer vuestros pensamientos, de medir el espacio en que debeis de establecer la justicia i la igualdad, de combinar los medios de obrar un bien tan jeneral, de remover los obstáculos, i de elevar sobre un suelo llano el grande edificio de la pública felicidad!
La perspectiva de un movimiento tan suntuoso, unas ideas tan magníficas, llenan vuestros corazones de un sagrado entusiasmo i de un santo temor. Estos sentimientos son precursores del acierto. Ellos descubren en vuestras almas heróicas profundamente grabados los principios que os cubrirán de la gloria de haber fabricado la fuente de las virtudes, el asilo de la inocencia, el destierro de la tiranía, en suma, el honor i seguridad de la patria. Sí, señores, yo sé que teneis mui presente que un millon de personas os ha fiado su suerte i la de su innumerable posteridad; que ésta i el resto del orbe tienen fijos sus ojos sobre vosotros; que, como depositarios de la confianza de los pueblos, les debeis en todos tiempos dar cuenta de vuestras operaciones, así como todos los majistrados, simples ajentes de la autoridad que emana de ellos; que nada haga conocer mejor que somos de una misma patria que una lei jeneral, los mismos reglamentos, las mismas cargas, las mismas prerrogativas. Borrad de vuestros diccionarios las voces gracia, excepcion, i olvidad hasta las ideas de estos anzuelos del despotismo. Que ni las provincias, ni los cuerpos, ni las personas puedan tener privilejios que los separen de la igualdad de derecho. Por eso echo de ménos entre vosotros a los representantes de los cuatro butalmapus. Que del seno de las virtudes públicas han de salir i elevarse por el sufrajio libre de los pueblos al derecho de rejirlos sus administradores i funcionarios; así, la idea de un majistrado o jefe nato o perpetuo, o de un empleo comprado, es, por consiguiente, absurda. De ese modo, habrá en todos nuestros cantones un mismo espíritu, un respeto igual a la lei. El comun jamas sofocará la autoridad lejítima, i no se verán insurrecciones sino para vengar la soberanía popular, si fuese ofendida. Que las peticiones mas justas han de sujetarse a las formas, a fin de que la libertad estribe en la lei, i que la lei no penda ni sufra de la petulante licencia, i se distinga la voluntad bien contestada del pueblo de la de los movimientos sediciosos de hombres sin costumbres o mujeres depravadas. Que para evitarlos i disipar en la raiz el oríjen de las inquietudes, no hai medio mas probado que la educacion. Ocupada la clase numerosa, e instruida la que debe dirijirla, no pensará aquél la en variar una situacion, que le es grata, i ésta será el apoyo de vuestra obra. Encaminemos el valor, talentos i natural virtud de nuestros excelentes jóven es por la senda de los conocimientos útiles hácia el bien que prepara la onstitucion, i ellos serán sus garantes. Su ilustrado patriotismo la pondrá bajo la salvaguardia de todas las profesiones, de todas las personas, que podrán reclamarla i deberán sostenerla. Está penetrada vuestra sensibilidad de los estragos de la hidra devoradora de los litijios, que al parecer escojió nuestro suelo para su infernal caverna. Si no podeis aniquilarla, encerradla a lo ménos dentro de los términos mas estrechos que permita la humana prudencia. Precaved con teson los efectos de aquella tendencia que tenemos por habitud hácia la manía de perder i agraciar. Sobre todo, haced que vuestras reglas no se contradigan con la invariable naturaleza, i que estriben en las costumbres, cuya formacion es la grande obra de vuestra mision. Sí, señores, vosotros vais a crear este antemural de las leyes, i sin el que seguramente perecerán. Nada hai mas necesario, ni mas fácil, si os resolveis a presentar a los demas en vuestras acciones el modelo de las virtudes públicas i privadas; en suma, si considerais que el majistrado es el libro siempre abierto a los ojos de todos i el maestro nato del resto del pueblo. Esta conducta, mas que todos los reglamentos, hará vuestro verdadero carácter, i os constituirá inviolables en vuestras augustas funciones, i en vuestras dignas personas. La probidad i la virtud será vuestro asilo contra la lei. El que la quebrante faltando a sus empeños no es digno de ser miembro del cuerpo lejislativo. No merece concurrir al órden público quien lo perturba con sus odios, su ambicion o mal ejemplo. ¿Se dirá lejislador aquel que proscribe la lei? ¿Representante del pueblo, el que deshonra el pueblo? Ni tratará de virtudes el que es acusado de crímenes e infidelidades. Pueblos, meditad bien los que elejís, i que sean tales que no necesiten de la inviolabilidad. Majistrados, procurad ser tales que la posteridad os bendiga; aspirad a que las naciones os citen mas bien como honrados que como sabios; abrazad con celo los negocios mas espinosos, seguidlos con asiduidad i constancia, conducid los a su fin sin salir de vuestra tranquilidad; haced el bien i limitad vuestras miras a la dulce satisfaccion de haber obrado bien; inmolaos jenerosamente a vuestra patria i ocultadle con destreza los servicios que la haceis. Estas son las cualidades de un ilustre ciudadano, señores, i éstas son las vuestras.