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CONGRESO NACIONAL DE 1811
XXI
ACTA DE LA INSTALACION DEL CONGRESO NACIONAL, EN 5 DE JULIO DE 1811
PRESIDENCIA DE DON JUAN ANTONIO OVALLE


SUMARIO. —Apertura del Congreso en el dia 4 de julio. —Asisten los vocales de la junta de gobierno, los diputados, los miembros del tribunal de justicia, del cabildo i de la universidad de San Felipe, los prelados i los jefes de los cuerpos militares. —La concurrencia se dirije a la iglesia Catedral, donde celebra una misa solemne el vicario capitular don José Antonio Errázuriz, i predica un estenso sermon el padre Camilo Henriquez. —Los diputados prestan el juramento de estilo. —En seguida, todos los concurrentes salen de la Iglesia i se dirijen a la sala de sesiones del Congreso. —En ella, pronuncian sendos discursos don Juan Martinez de Rozas i don Juan Antonio Ovalle. —Son elejidos: presidente, don Juan Antonio Ovalle, i vicepresidente, don Martín Calvo Encalada. —Se acuerda que estas elecciones se repitan cada quince dias. —Se decretan el tratamiento i honores que corresponden al Congreso i a su presidente. —En la sesion de 5 de julio, prestan el juramento de obediencia al Congreso los jefes militares, los prelados i las corporaciones. —Se nombran secretarios del Congreso a don José Antonio Echáurren i a don Diego Antonio Elizondo. —Finalmente, se mandó estender el acta de instalacion. —Anexos.


Cuando el reino de Chile, preciosa e integrante porcion de la monarquía española, divisaba sin equívoco que rayaba casi en la sima de las desgracias por los desventurados sucesos de la metrópoli i triste situacion del adorable Fernando VII; cuando los contrastes de la fortuna le hacian dudar de su futura suerte; i cuando en su seno miraba acrecentarse la division i variedad de opiniones, entónces fué cuando su ilustre ayuntamiento i vecindario, reanimados con la memoria de sus leales projenitores, i noble presentimiento del vasallaje mas feliz, sensibilizó la tierna efusion de sus afectos; meditó con el celo mas activo i con la contraccion mas viva, el arbitrio que pusiese en seguridad o constituyese en ménos riesgo los derechos mas sagrados de la relijion, los homenajes mas augustos del soberano i los deberes mas lejítimos de la conservacion de la patria, objeto los mas sublimes del vasallaje relijioso.

La diversidad estaba solo en los medios, conviniendo todos en su incomparable importancia, i que era preciso que la razon i prudencia adaptase el mas a propósito para reducirnos a un punto de unidad. Maldecian ya por momentos las cadenas de la servidumbre, que miraban no a gran distancia, al paso que la fidelidad suspiraba por la conservacion del reino bajo la única apreciable dominacion que reconocia hácia su rei; queria perpetuarle íntegro en sus reconocimientos, incontaminado i libre de un vínculo estranjero; i, por eso, ni debia aventurarle a la direccion de un mandatario desconocido, ni persuadirse fuese el gobierno de un solo individuo tan preservado de la corrupcion como el de siete patriotas. Tenia a la vista los desgraciados ejemplares de gobernadores que descendieron a tanta infamia cuanto les habia realzado el mérito i la lealtad.

En 18 de setiembre del pasado año se deliberó, de comun consentimiento del alto pueblo de la capital i sus corporaciones, la instalacion de una junta provisional gubernativa del reino, que la precaviese del riesgo que la amagaba hasta