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APÉNDICE

Buenos Aires defienden con nosotros una misma causa i han adoptado el mismo sistema; son, por consiguiente, nuestros aliados naturales contra los enemigos comunes; lo son i deben serlo por nuestro propio Ínteres; miéntras que subsista el gobierno i sistema que han adoptado las provincias del Rio de la Plata, nosotros a nadie tenemos que temer i viviremos en una perfecta tranquilidad. Si somos atacados por la marina, lo que es mui remoto, porque la empresa es mui difícil i aventurada, tendremos una provincia amiga que nos dará graciosamente todos los auxilios que le pidamos, i que no podremos ni pedir ni obtener de ninguna otra parte de nuestro continente; mas si Buenos Aires cede, si Buenos Aires sucumbe a los esfuerzos del despotismo, el suntuoso edificio de nuestro sistema i de nuestra libertad se desplomará por su propio peso, i todos pereceremos en sus ruinas; los chilenos aislados, abandonados a sus fuerzas individuales, i separados por los mares i por inmensas distancias de las naciones del globo, no podrán resistir por mucho tiempo a los esfuerzos combinados de dos virreinatos que los rodean; para desconocer unas verdades tan evidentes, es preciso no tener ojos o carecer del sentido común.

Tenemos, pues, el mayor ínteres en la subsistencia í conservación del gobierno i sistema de Buenos Aires, ínteres que nada ménos importa que nuestra existencia política, nuestra libertad i el goce de los derechos sagrados a que nos hallamos restituidos. Si tenemos tanto ínteres en que se conserve i subsista, debemos cooperar con el mayor esfuerzo a su conservación; debemos auxiliarlo cuando necesite de nuestra ayuda. Buenos Aires es la puerta de la gran fortaleza de este reino: si ésta se franquea a los enemigos comunes, mui en breve nos hallaremos envueltos en mil riesgos i peligros, perdiendo todas las ventajas de nuestra posicion jeográfica; si allí estamos amenazados del enemigo, allí debemos volar a defendernos; si se incendia una casa del barrio, concurren todos los vecinos a apagar el fuego para que no trascienda a las suyas; i cuando queramos discurrir como egoístas i sin jenerosidad, será para nosotros una felicidad incuestionable hacer la defensa de nuestros derechos i de nuestra causa en un territorio ajeno, separando así del nuestro los horrores de la guerra.

No es esto lo que parece bien a los enemigos declarados de nuestra sagrada causa, ni a los traidores hipócritas que piensan como ellos, que tienen los mismos deseos i aun no se declaran: quieren ser los testigos, los verdugos o instrumentos vergonzosos de nuestra ruina i desolación, i dicen con alborozo i alegría: "Buenos Aires se halla en peligro, Buenos Aires se halla atacado i amenazado por enemigos feroces e intratables, que también lo son del sistema chileno, i que van a entronizar el despotismo i la desolacion; no se le auxilie, ni se le ayude, déjesele perecer; que perezca Buenos Aires, que se reponga i restituya el gobierno del terror i de la servidumbre, i luego lo veremos restituido en este reino; así discurren estos viles, estos pérfidos enemigos de nuestra sagrada causa, i cuando se les habla de auxiliar a los patriotas del Rio de la Plata, sin poder ocultar el veneno que encierra su corazon dañado, se exaltan, maldicen, llaman escomulgados a los que no piensan como ellos, i a las ridiculas i despreciables razones con que intentan cubrir su alevosía, añaden calumnias indecentes e imposturas groseras, con que pretenden alucinar a los ménos advertidos: nuestros diputados del Congreso han imitado su conducta en este punto.

Buenos Aires se halla atacado por todas partes de los comunes enemigos, i solo debe su conservación i nuestra tranquilidad esterior, a sus esfuerzos heroicos i a su constancia. Una potencia estranjera lo amenaza de mui cerca i con sus tropas invade su territorio; se halla escaso de pólvora para defenderse i defender la causa común; la pide a los diputados del Congreso, i estos tigres, estas fieras decretan la ruina i la muerte de sus amigos, de sus aliados, la de su patria i la de nuestros valerosos soldados que mandamos en su auxilio; i tratan de negarla cuando hasta aquí no han tenido ni tendrán en adelante otra madre a quien ocurrir por los socorros que le ha prestado jenerosamente.

Por fortuna o por acaso, para la última decisión de este grave negocio, se hicieron venir al Congreso los tres individuos del poder ejecutivo que habian nombrado, cuales eran don Martin Calvo Encalada, don Miguel Benavente i don Juan José Aldunate; los dos primeros son patriotas conocidos, i a esta feliz ocurrencia se debió el buen suceso del dia; se entró en votacion, i por solo un voto se ganó el auxilio de la pólvora; esto quiere decir que la mitad del Congreso se componía de enemigos declarados de nuestra sagrada causa; con todo, el auxilio de 80 quintales que se decretó era tan corto que, ligando el reino a las resultas de este paso, el beneficio real que se hacia a la patria i a nuestros aliados era de mui poca importancia, i los dejaba en la misma necesidad i peligro.

El pueblo noble i jeneroso de Santiago, que ya oia discurrir sobre el proyecto inicuo de sujetar el reino a un cetro estranjero, era testigo ocular de tantos desórdenes, de tanta anarquía, i sentía todo el peso de la opresion, arbitrariedad i despotismo de sus mandatarios i representantes; el pueblo ya no dudaba de los designios depravados que abrigaban en su corazon, i tomando su partido, proclama su ruina i escarmiento; no todos eran igualmente culpados, cuatro o seis eran los autores del complot í llevaban la voz; los demás seguían por espíritu de facción i de parcialidad, sin saber lo que se hacían.

Las tropas veteranas que salvaron la patria el 1.º de abril, la vuelven a salvar el 4 de setiembre. A las 12 de este dia toman el parque de arti