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CONGRESO NACIONAL DE 1811

significancia de nuestros saraos nos induce a procurarnos el placer en el juego i la disolucion, porque nada nos hablan al alma. Unas diversiones bien arregladas i establecidas son capaces de aumentar el injenio i la enerjía física, casi tanto como la educacion.

Aun a nuestras pasiones desarregladas puede conducirlas la lei a la felicidad pública, verbigracia, el lujo a la magnificencia de las comodidades públicas, a hacer uso de la industria nacional, etc. Un buen código de leyes, decia, el gran Platon, debe ser un tratado de moral. Este i todos los griegos siempre creyeron tambien que la música, sobre todos los placeres, era la que mas contribuia a formar el físico i moral del hombre, el valor, la virtud, el respeto a la relijion, las gracias de la modestia, las afecciones internas, que, léjos de enervar el alma, le dan cierto grado de elevacion, i aun las nociones de lo justo i de lo injusto. Lo cierto es que los griegos, jueces los mas excelentes en esta materia, creian que una mudanza en la música podria influir grandemente en la alteracion del gobierno. Los chinos jamas tienen una música insignificante; i uno de los los mayores cuidados de cada dinastía es establecer alguna música análoga al sistema de su política particular. Ellos se asombran i no acaban de comprender ni de gustar nuestra música sin objeto i sin dignidad[1].

Debemos estimular de todos modos el respeto i la sumision a los majistrados i padres: lo primero, porque nos resentimos de cierto aire de fria dureza que, aunque en gran parte es defecto de cultura, yo creo que influye bastante nuestro físico en el suelo araucano; lo segundo, porque esta es una de las principales virtudes republicanas. En las repúblicas no hai una fuerza coativa de tanto vigor como en las monarquías, i es necesario suplirla por tal es principios. Nada, dice Montesquieu, da mas fuerza a las leyes que laestrema subordinacion de los ciudadanos a los majistrados; i la gran diferencia que, segun Jenofonte, habia entre las leyes de Licurgo i o tros pueblos, consistia en que sus leyes hacian que un ciudadano corriese a la menor inquisicion del majistrado, i en Aténas se avergonzaba de que le creyesen dependiente de los jueces.

La brevedad de estas notas no me permite individualizar los objetos a que debe contraerse la lei para formar las virtudes i costumbres; pero deseando convencer a los lejisladores de la necesidad de fomentar i dirijir las costumbres i educacion, tan despreciadas en nuestros corrompidos siglos, me valdré del bello discurso de Anacársis, tomado de los principios de los grandes hombres de la Grecia, a quienes yo no puedo dejar de creer en materias de república[2]. "¿Cuál es el fundamento sólido de la tranquilidad i felicidad de los pueblos? No lo son, ciertamente, las leyes que arreglan su constitucion o que aumentan su poder, sino las instituciones que forman a los ciudadanos i dan enerjía a sus almas; no las leyes que distribuyen penas i castigos, sino la voz pública cuando reparte con exactitud la estimacion i el menosprecio. Esta es la decision unánime de los lejisladores, de los filósofos, de todos los griegos i acaso de todas las naciones. Cuando se examina la naturaleza i las ventajas o inconvenientes de las diferentes formas de gobierno, se encuentra por último resultado que la diversidad de las costumbres basta para destruir la mejor constitucion i para rectificar la peor.

"Las leyes, impotentes por sí mismas, toman su fuerza únicamente de las costumbres, que le son tan superiores como lo es la virtud sólida respecto de la mera probidad. Por las costumbres se prefiere lo que es honesto a lo que solamente es justo i lo justo a lo que es útil. Ellas contienen al ciudadano por temor de la opinion, en tanto que las leyes solo le asustan con el horror de las penas.

"Bajo el imperio de las costumbres, las almas desplegan mas elevacion en sus sentimientos, desconfian mas de sus luces i guardan mayor decencia i simplicidad en sus acciones. Un pudor sagrado les penetra del respeto a los dioses, a las leyes, a los majistrados, a la autoridad paterna i a la sabiduría de los ancianos, mas bien por sí mismos que por la dignidad de que están revestidas.

De aquí resulta que en todo gobierno es indispensable mirar la educacion de la infancia como el negocio mas interesante; criarlos con el espíritu de amor a la constitucion, a la simplicidad de los antiguos, en una palabra, en todos los principios que deben regular para siempre sus opiniones, sus sentimientos i sus modales. Todos los que meditaron sobre el arte de gobenar los hombres reconocieron que de la educacion de la juventud dependia la suerte de los imperios; i, en consecuencia de estas reflexiones, puede establecerse como un principio luminoso que la educacion, las leyes i las costumbres jamas deben contradecirse. tambien es igualmente cierto que todos los estados las costumbres del pueblo se conforman a la de sus jefes."

Por estos principios, pusimos nosotros la educacion i las costumbres al cuidado del tribunal que vela sobre el cumplimiento de los leyes. Por esto hemos puesto la educacion jeneral al cuidado de la república, dirijida por un instituto que gobierna la censura, i donde deben formarse todas las costumbres patrias. Por esto se ordena que los hijos de los funcionarios actuales se ejerciten en las artes en que la república quiere formar al pueblo; i por esto se ven tantos artículos dirijidos a premiar el mérito, elevar la virtud i sostener las costumbres.


  1. Platon, Tratado de Leyes, traduccion del tratado de Likoangti, doctor chino, inserto en las Variedades Literarias.
  2. Viaje del joven Anacársis, tomo VI, capítulo 62.