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CONGRESO NACIONAL DE 1811

objetos que hallen mas ventajosos a la república, pero se observará que nos hemos contraido a exaltar la industria i la agricultura. Nos fundamos en los siguientes principios:

Primero, las naciones asiáticas no son navegantes; se han conservado mucho mas que las europeas; i, a pesar de su mal gobierno, no tendrian frecuentes guerras si no fuesen de sucesion i de conquista.

Segundo, la localidad de este pais a los estremos de la tierra no permite un arrieraje i tráfico útil; i, al contrario, su fertilidad proporciona una industria baratísima, que debe atraer mayor concurrencia que la India, i en donde sea proveida de todos los tesoros e industrias de otros paises sin peligro de guerras.

Tercero, una marina comerciante excita el jenio de ambicion, conquista i lujo; destruye las costumbres i ocasiona celos, que finalizan en guerras.

Cuarto, los industriosos chinos sin navegacion viven quietos i servidos de todo el mundo. Nosotros, defendidos de Europa por la distancia, i de nuestros vecinos por el cabo de Hornos, la cordillera i el despoblado de Atacama, tenemos unas murallas que nos aseguran mayor tranquilidad que la de ellos si no buscamos guerras de comercio.

Quinto, Lingüet[1], por un exámen del resultado de las aduanas inglesas i de sus aritméticos políticos, manifiesta que la Inglaterra, despues de consumir todos sus ingresos comerciales de ciento diez años, ha salido alcanzada en cincuenta i cuatro millones de libras esterlinas solo en los intereses estranjeros que paga para sostener este comercio. Poco despues de la guerra de las colonias subia su deuda a tres mil millones de libras francesas, i sus intereses a ciento veinte millones, que debian pagar los ciudadanos. Esta es la nacion mas feliz i poderosa en el comercio; esto cuesta, la: emulaciones de tráfico i guerras mercantiles conducidas con fortuna. ¿Qué costarán las desgraciadas i de pueblos débiles? I ¿cómo se hallará la Inglaterra al fin de la presente i dilatadísima guerra que sostiene? Pueden verse las reflexiones del doctor Price sobre lo perjudicial del comercio en las colonias americanas i sus notas sobre el Tratado de Comercio de la Gran Bretaña, escrito por el caballero Whitworth.

Ilustracion VI
Reflexiones sobre los artículos de esta Constitucional relatálos al estado eclesiastico

Estamos seguros que los eclesiásticos sabios i virtuosos, capaces de comparar nuestros artículos con las instituciones primitivas de la Iglesia, bendecirán nuestros deseos por el arreglo i edificacion de su tribu, i que siempre llevarán (con el autor de la preciosa carta[2] sobre la influencia del sacerdocio en la corrupcion de las costumbres) las terribles consecuencias de un desórden eclesiástico. Pero si algunos espíritus por escrúpulo i poco conocimiento, creen que el estado no debe tocar a la moralidad sacerdotal i que puede dejarle en anarquía, tengan presente que la relijion i el sacerdocio existen para los hombres, no para la divinidad, que no los necesita. Todo pontífice, dice San Pablo, elejido del medio de los hombres, es establecido para servir a los hombres; un eclesiástico es un ciudadano, i en su arreglo civil i moral depende de su gobierno, que, por su autoridad civil i por el derecho de proteccion, debe estirpar cuantos abusos corrompan el cuerpo i a los ciudadanos, con tal que no toquen en los misterios. Es digno de lágrimas ver a los relijiosos que, olvidando la jurisdiccion ordinaria conferida por Dios a los obispos sobre el gremio sacerdotal, ocurren a los tribunales profanos, unas veces por las mas pequeñas domesticidades relijiosas, i otras por los negocios mas sagrados i espirituales. ¿Es esto inviolabilidad?

Casi en toda la Europa se ve gran parte de los beneficios curados sujetos a la nominacion de patronos, que muchas veces son protestantes, i aun judíos; i los grandes títulos i beneficios eclesiásticos se presentan ordinariamente por los monarcas, sin que lo sepa el clero. Compárese esto con nuestras notas civiles pasadas a la junta eclesiástica para que ella proponga los beneficios.

Los diezmos distribuidos en los cortesanos de la órden de Cárlos III, en los reyes, duques i condes, canónigos i en cuantos objetos profanos han querido los monarcas i sus ministros ¿no estarán mas respetados consignándolos únicamente al sacerdocio pastoral, a la educacion relijiosa i sustento de los pupilos miserables, conforme lo practicaban las congregaciones apostólicas de los primeros siglos con las limosnas de los fieles? Nuestras antiguas leyes, especialmente las de partido í las copiosas doctrinas de Solórzano, les harán ver que estos diezmos, a mas de haber tenido iguales asignaciones, son justamente aplicables a tales objetos.

No es estraña en la práctica del día una junta eclesiástica consultora del supremo diocesano, i en los preciosos siglos de la iglesia, la tuvieron los obispos. "En los primeros siglos, dice Fleury, los cristianos todo lo hacian por consejos a juntas, porque solo se queria que reinase la razon, la regla i voluntad de Dios. En cada iglesia el obispo no hacia cosa importante sin el consejo de los presbíteros, los diáconos i los principales de su clero. Frecuentemente consultaba tambien a todo el pueblo cuando este tenia intereses en el negocio, como en las ordenaciones."

En los saludables establecimientos para la


  1. Anales de Lingüet
  2. Inserta en diario eclesiástico de París, i en el Espíritu de los Diarios.