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CONGRESO NACIONAL DE 1811

mas íntimas opiniones de su gabinete, cuando debe decidir de las contribuciones, de laumento i reunion de tropas, de la guerra i de la paz, deja al gobierno desnudo de aquellos elementos que lo conducen al despotismo.

La aristocracia pone la administracion en las manos de una clase de personas distinguidas i, por lo regular, sábias. Por este principio no hai duda que deben esperarse buenas resultas en el gobierno. Nosotros hemos practicado esto mismo, no solo en las majistraturas, sino tambien en los que componen las juntas gubernativas; pero evitamos el despotismo de familia o de autoridad, llamando a los empleos a todos los que tienen opinion i mérito, dejando en manos de todos los ciudadanos la repetida eleccion de estos representantes i multiplicandonos para debilitar su influencia. La censura, cuya dignidad i poder consisten en sostener los principios de la Constitucion; que por sí no puede mas que calificar la virtud e impedir el desórden, no graduándolo i condenándolo por su capricho sino por la opinion de una autoridad imparcial, parece que jamas puede coludirse con las demas majistraturas, porque no se le deja otra senda de ambicion que la de pensar con justicia i formarse una opinion gloriosa. Sin embargo, hemos quitado de sus derechos i de las supremas majistraturas la esclusiva de proponer los consultores, que forman la mas soberana autoridad de la república, i les obligamos a que dividan esta prerrogativa con todos los cabildos de las provincias i aun con las juntas jenerales. De suerte que, no dependiendo esta suprema majistratura del influjo particular de las demas, hemos evitado hasta una leve indirecta colusion i aristocracia de autoridades.

Es cierto que el pueblo es el verdadero i lejítimo majistrado de su soberanía, que no se le puede despojar de estos derechos sino en cuanto exije la necesidad de su bien. Le hemos dejado, pues, todo lo que puede mantener sin su perjuicio. Conoce el mérito i puede premiarlo; luego, debe nombrar los empleados. No todos tienen luces para gobernar. Déjesele, pues, que elija para ello a los que él conoce por mas ilustrados; que de éstos deposite su gobierno en unos, en otros pongan la tutela de las acciones, sobre el que no puede velar en masa, para que con imparcialidad le avisen los desórdenes; i, finalmente, en otros (pero en gran núímero i momentáneamente) consigne todos sus derechos i soberanía primitiva, paraa que corrijan los abusos de autoriedad i los atentados contra la Constitucion.

El pueblo puede ser corrompido por dinero i por influencia; pues sepárese desde un estremo hasta otro de la república este pueblo elector; tenga sus juntas divididas en todos estos puntos, que jamas podrá ocuparlos todos la influencia de uno o dos hombres ni la de los partidos provinciales: i si es tan notorio i universal el mérito de un pretendiente, está bien que prepondere, pues, como decia Aristóteles, si hubiese un hombre tan henemérito en la república que todos lo confesasen, éste deberia ser su rei. Para que el pueblo no pueda ser corrompido con el dinero i los partidos, elíjase a la suerte, i para cada vez, solo una corta parte electora. Con tal incertidumbre se salvará el partido, el cohecho individual, las disensiones, etc., i, sobre todo, el gran resto que queda sindicará los errores, i un elector temerá la opinion, cuyo freno pierde el pueblo cuando obra en masa.

A pesar de todo, un caso imprevisto pudiera dividir este pueblo en guerras i partidos. Entónces el precioso íris de la paz, la censura, inmoble en su tribunal, incapaz de ser mas de lo que le hizo la Constitucion, i perdiendo todo, si la destruye, sin armas i solo con la representacion de un padre amante que tiene la libertad de comunicar francamente i de aconsejar a sus hijos discordes, no perdonará medio para conseguir una feliz reconciliacion.

Pero ¿a dónde me conduciria un análisis de esta naluraleza? Los mismos artículos de la Constitucion pueden manifestar su objeto i su estrecha armonía i relaciones al que quiera meditarlas.

Ilustracion III
¿Cuál jénero de gobierno cnviene a este pais?

Yo creo con Filangieri que la moralidad de cada pueblo influye mas que su clima i temperamento en el gobierno i las leyes que le convienen. Sin embargo, cuando a la influencia física se agregan ciertas proporciones locales, i cuando un pueblo, por su nulidad política, por no haberse reconcentrado en sí mismo, por mirar con indiferencia todo lo que le rodea, i haber fijado sus esperanzas i sus opiniones en otro pueblo mui distante, no tiene en sí abusos ni preocupaciones nacionales inveteradas, privilejios particulares que defender, ni otro alguno de los grandes obstáculos que se ofrecen para establecer un sistema tema de gobierno; entónces, digo, puede el lejislador fijarse seguramente en la influencia física i en la localidad jeográfica para establecer su gobierno, porque él puede darle moralidad i opiniones.

Tal es Chile, cuyos habitantes solo han reconocido por patria a la España, de donde debian recibir una existencia precaria, i que para su existencia política parece que la naturaleza le señala el gobierno republicano, misto de aristocracia i democracia, que, como dice Aristóteles, es el mas perfecto.

Su estension moderada proporciona una regular influencia al gobierno para conservar las costumbres uniformes, las leyes con actividad i que todos se miren como hijos de un propio suelo.

Una república, para conservarse i mantener sus costumbres, que son las que la sostienen, no debe ser conquistadora; i este pais, cerrado por todos sus puntos con difíciles barreras, ni puede estenderse a conquistar lo que le es imposible