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SESION DE 6 DE NOVIEMBRE

ciones a que liga la real aprobacion, de que jamas dudó este reino, penetrado de la justificacion de su príncipe i de los motivos de sus aprobaciones. Éstas despues no han discrepado, i, para que V. E. no lo dude, i guste del placer de hallarnos justos, tenga a bien el que nos detengamos. Nos esplicamos así porque creemos fundadamente que V. E. se agradará al ver desvanecidas las siniestras impresiones que causan los jenios melancólicos, los juicios precipitados o las pasiones. Chile no ha variado, ni desmentirá jamas el estimable concepto que tiene entre la nacion i entre las naciones que le ha granjeado la honradez de sus naturales desde su incorporacion a la España. Su adhesion a la madre patria está fundada en principios inalterables que todos conocen i sienten. No hai uno que no sepa que la posicion política, moral o física de las provincias de América, las precisa a tener en Europa un amigo, un apoderado, un protector, una obra avanzada que las defienda de las empresas que siempre se fraguan en aquella parte del mundo. No hai quien ignore que las rejiones que componen nuestro hemisferio necesitan un centro de unidad donde se combinen sus intereses, sus relaciones i sus fuerzas; i debiendo ser esto así ¿no es forzoso que prefieran a la potencia con quien convienen en oríjen, relijion, idioma i costumbres? Es igualmente cierto que desgraciadamente hai una rivalidad que, por descuido del gobierno o por inevitahle entre colonias i metrópolis, alejan los ánimos de naturales de los que, por haber nacido en la España europea, pretenden la primacía; pero aquí es donde ménos reina esta division, i a mas, sabemos que el estinguirla es hoi uno de los conatos de la buena política. Esta idea, que casi es innata en los chilenos, la habitud, su colocacion jeográfica que los esepara del roce con estranjeros i viajantes, constituye por naturaleza, razon, conveniencia i necesidad unos verdaderos españoles; i la inclinacion propia de todos los hombres a no cambiar un estado que tienen por bueno, por otro que no han esperimentado, los hace jeneralmente pacíficos i amantes a la quietud. No por eso faltan en mas de un millon de vivientes algunos espíritus poco afectos a la tranquilidad i que siembran la discordia, pero que, no encontrando aquí secuaces, arrojan el fuego a la distancia i perjudican al honor del pais, haciendo que en la Península i en los reinos vecinos se viertan especies contrarias a la verdad, como lo habrá observado V. E. hasta hoi que se nos franquea la puerta para aparecer bajo nuestro aspecto verdadero, i no como nos figuran los políticos malignos, de autores desconocidos, interesados e ignorantes, dignos del último desprecio de un gobierno sabio. La urjente necesidad de conveniencia con la voluntad jeneral, con la de las provincias de América i con las de España, a las que éstas acaban de declararse iguales, obligó a una innovacion accidental de que se creyó dependia la guarda de estos dominios del rei: su ejecucion no debia ocasionar ningun mal, i sí bienes; pero la repugnancia habia traido de pronto desastres, i, en lo sucesivo, tal vez la pérdida del reino u otros daños irreparables. Los polos sobre que jira son la conservacion intacta de la relijion católica i la mayor leatad al augusto Fernando. Está compuesta la junta (segun espresa el real órden) de individuos dotados de lealtad, virtud i prudencia; se dedica a conservar el órden i tranquilidad de este reino; a mantenerlo fiel i sumiso a nuestro soberano el señor don Fernando VII i a las lejítimas autoridades que en su ausencia i cautividad gobiernan sus dominios; a cooperar por cuantos medios le sean posibles a guardar la patria, guardando en todo el respeto i miramientos que es debido a las autoridades del reino, dejándoles libre i espedito el ejercicio de sus funciones. Bajo de estas condiciones se nos ofrece sernos propicio, miéntras que la constitucion que ha de formarse, establece el gobierno que mas convenga a las provincias de la nacion. Todas estas condiciones o deberes están literalmente cumplidas por Chile, que puede fácilmente satisfacer al reparo que se le haga de no haber sufragado mas al auxilio de la metrópoli, con su notoria pobreza, que se le ha hecho mas sensible con la dilapidacion del erario en los últimos gobiernos, con la perturbacion del comercio, con los gastos de defensa i con la suspension del envio de tabacos i situado de Valdivia que ántes venia del Perú. Es igualmente palpable el motivo de preferir el mando de los que están imposibilitados de cometer una felonía al de los que, léjos de darnos un seguro en sus miras, traen contra sí la presuncion de venir imbuidos de los malos designios i ejemplos de los que, por interes, reduccion o capricho, entregaron los dominios i confianza del rei a sus enemigos, los mismos a quienes sin reserva habríamos obedecido como siempre, sin los recelos que acaba de justificar una triste esperiencia. Es cierto, señor excelentísimo, que toda novedad es mala, como dijo el mayor innovador, el Bonaparte de su siglo, Julio César, delante de la estátua de Caton, el mas ríjido romano, i cuya severa inflexible virtud arruinó su patria; pero hai algunas que serian peores. Tal seria la que alterase nuestra actual situacion, i mas si se pretendiese por medios duros, propios solo para alarmar a los pueblos, sobre todo cuando, si hai en ella inconvenientes, son fácilmente reparables, i escusa provisionalmente resultas que despues no tendrán enmiendas. Dilate V.E. la vista sobre ese escabroso Perú, i verá que aun humea el fuego mal apagado de las primeras guerras civiles, heridas curadas en falso que reviven a cierto tiempo i perpetúan el espíritu de inquietud. Los remedios violentos, no el éxito parcial, jamas estinguieron la opinion dominante, sino que la radicaron, o, a lo sumo, la contuvieron miéntras recuperó la fuerza que le dió la misma contradiccion, i que habria disipado la