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SENADO CONSERVADOR

tratarse de la solicitud de don Mariano Sarratea, a que habia sido citado. Leyóse ésta i tomándose en consideracion por el Senado los males que se podian ocasionar al comercio, si la lei sobre suspensión de devoluciones corria sin término alguno, engañando la buena fe con que habia practicado sus introducciones, se acordó:

"Que el artículo idel proyecto de aduanas se promulgue en los términos en que primeramente se sancionó, mandando se devolviese al Ejecutivo la petición indicada, por no estar ya el suplicante en el caso que motiva su reclamo." Leyóse por el Ministro de Hacienda i Guerra una gaceta que el Gobierno de Buenos Aires habia remitido por estraordinario a este Gobierno, en que se comunica la disensión que se ha suscitado entre los españoles serviles i liberales del Alto i Bajo Perú. El Senado quedó enterado.

Se leyó una representación firmada por don Antonio Álvarez, don Félix Antonio del Solar i don José del Sol, a nombre de los oficiales de guardias nacionales, en que, refiriendo haber elejido éstos ante el Comandante de Armas, al ciudadano Cotapos por su jefe; i piden que el Senado acepte el nombramiento, dando las órdenes correspondientes, se acordó: "Diríjase al Gobierno esta solicitud para que instruya con conocimiento de los antecedentes a que se refieren los que se suponen podatarios del cuerpo de oficiales nacionales."

Se llamó a discusion el reglamento de justicia i habiéndose hecho observaciones sobre todo él, se reservó para otra sesion.

En este estado, se levantó la presente. —Agustín de Eyzaguirre. —Doctor Gabriel Ocampo.


ANEXOS

Núm. 266 [1]

Excmo. Señor:

Los que suscriben por sí i a nombre de los oficiales del cuerpo de nacionales, ante V. E., protestando nuestros respetos, decimos: que, para el nombramiento de los jefes que deben mandarlo, se nos convocó por el señor comandante jeneral de armas; i en uso de nuestros derechos lo hicimos, en don José Antonio Cotapos, convencidos de su aptitud i méritos contraidos en la revolucion. A pesar de ésto se resistió con tenacidad nuestra eleccion, i se manifestó un empeño decidido en desairarla, proponiendo en lugar de aquél, el mismo comandante jeneral a don N. Ovejeros, para jefe, puramente accidental. Repulsados de este modo nuestros votos i violadas nuestras facultades, nos fué preciso deferir por el momento, i sofocar el sentimiento que dejó estampado en nuestros corazones, una maniobra tan indebida. Si es digno de estrañarse el ínteres con que se sostuvo esa propuesta, aun es mas remarcable que posteriormente, para proceder al nombramiento del coronel i teniente-coronel del mismo cuerpo, no se nos hubiese reunido como se hizo ántes i que, faltando en la propuesta la precisa formalidad de la terna prevenida por V. E., se hubiese pretestado, para subsanar ese defecto, la falta absoluta de individuos capaces de desempeñar estos destinos. Parece que al responder de este modo el Poder Ejecutivo, se proyectó un nuevo agravio al cuerpo de oficiales i un ataque directo al honor nacional. Es la primera vez, Excmo. Señor, que se oye decir, que ni la revolucion, la disciplina militar, ni la esperiencia de tantos años de guerra, no presenten algunos individuos capaces de mandar el cuerpo cívico. Pero enmudeceremos a este nuevo agravio.

Cuando los que suscriben están convencidos de los peligros inminentes que amenazan la existencia de la Patria, i que su primer apoyo consiste en la organización de la guardia cívica, estrañan que se les compela a recibir unos jefes que no pueden merecer sus confianzas. Partiendo de este solo principio, protestamos a V. E. que, en nuestra negativa, no se mezclan intereses particulares sino puramente el deseo de salvar la Nación, dando toda la aptitud i enerjía necesaria a los brazos que deben sacrificarse por ella.

Al examinarla V. E., con el grande objeto que la produce, no se escucharán seguramente las malignas indicaciones con que acaso pueden confundirse la rectitud de nuestros sentimientos cívicos. Hemos abjurado las ideas rastreras, detestamos los partidos i queremos solo salvar la Patria. Este es el ájente poderoso que ha reunido nuestros votos para remover en tiempo los inconvenientes que ya principian a asomar.

En la peligrosa posicion en que nos hallamos, la razon i la prudencia no indican a Chile otro partido que el de tomar las armas, i en este sentido la organización de las milicias es necesaria a su libertad. Mas, en un momento en que acaba de fundarla sobre los escombros del poder arbitrario, V. E. no puede ponerse en contradicción con ella, ni ser indiferente al clamor de los mismos que se ofrecen voluntariamente a sacrificar sus propiedades i existencia, a componer la fuerza nacional i oponer una barrera impenetrable a las incursiones del despotismo. Ellos son los que, agregando a sus servicios un derecho incuestionable, exijen se les respete la facultad de nombrar al ciudadano, a cuya voz se marche a la consumacion de esta grande obra, cuyo primer elemento es la confianza pública. No se ha observado seguramente que es destruida en el solo

  1. Este documento ha sido trascrito del volumen titulado Correspondencia del Congreso Nacional, años 1818 a 35, tomo 80, pájina 130, del archivo del Ministerio de la Guerra. (Nota del Recopilador.)