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SESION DE 27 DE OCTUBRE DE 1820

ron cuando el Estado se declaró independiente, sin opcion a los que se hayan formado por los descuentos a empleados civiles i militares de la patria; entendiéndose que las viudas i familia de éstos deberán cobrar el montepío de los fondos públicos, por no haberse llevado una caja separada i por no corresponder la entrada a la salida.

Con la incitativa del Supremo Gobierno sobre los auxilios pedidos por la provincia de Cuyo, para embarazar los progresos de los anarquistas, convino S.E. en que se faciliten armas, municiones i dinero, conciliando las necesidades que cercan esta República en medio de las campañas que sostiene; teniendo siempre presente los singulares servicios i los sacrificios por que arrostraron las provincias de Cuyo para dar a Chile su libertad.

Dispuso S.E. se pasara nuevamente al Supremo Gobierno, copia del oficio que se le remitió con fecha 14 del que rije, para que se evitaran el abuso i los desórdenes que se cometen en la representacion de la comedia, a fin de que, teniendo S.E. presente lo que allí se espuso i el nuevo reclamo del Cabildo de esta capital, se cautelen los daños que se insinúan, poniéndose reparo en que no se ofenda el dogma i la relijion santa que profesamos. I, previniendo S.E. se avisara por secretaría esta determinacion al Cabildo, firmaron los señores senadores con el infrascrito secretario. Fontecilla. —Perez. —Alcalde.—Rozas. —Cienfuegos.—Villarreal, secretario.


ANEXOS

Núm. 625

Excmo. Señor:

La República se halla amenazada por momentos de los horrores de una guerra cuya naturaleza i desenlace, en caso de desgracia, va a ser sin comparacion mas infamante i ominoso que el que podríamos haber sufrido en la gloriosa lid contra la España. Diez meses há que las provincias del Rio de la Plata, devoradas por una espantosa revolucion, cuyo término se aleja a medida que se multiplican los desórdenes, se brindan con sus propias desgracias a la ambición de un vecino poderoso que, en los famosos anarquistas de Alvear i Carrera, ha hallado los ajentes mas proporcionados a sus miras. El primero parece que se acerca a completar sus planes de esterminio i de infamia respecto de los pueblos trasandinos; el segundo, que los tiene iniciados entre nosotros por vías subterráneas, se prepara a invadirnos de frente, abriéndose paso por la provincia de Cuyo, uno de los pocos pueblos que, a costa de sacrificios, ha tenido la gloria de sustraerse a los embates de aquellos perversos.

El peligro, pues, de que se vea amenazada esa provincia (como verá V.E. por las comunicaciones de los Gobernadores de Mendoza i San Juan, que tengo el honor de remitir en copia), no es tan terrible para ella como para este Estado, único objeto de las aspiraciones del traidor Carrera. En tales circunstancias, ninguna medida capaz de prevenir males tan funestos debe desestimarse; al contrario, una actividad sin límites i estraordinarios esfuerzos deben promover cuantas directa o indirectamente pongan a cubierto la tranquilidad de la República. La primera i mas esencial que hoi se presenta es proporcionar a Cuyo los medios de defensa que solicita, facilitándole parte de los elementos de guerra que piden sus gobernadores, así como la cantidad de dos mil pesos de pronto, i por el término de un año mil pesos mensuales, contando desde el 1.º de Enero próximo.

Por esta via, no solo se consigue disponer en Cuyo una fuerza que en todos respectos debe considerarse como nuestra division de vanguardia contra las hostilidades del invasor, sino, lo que es mas, fijar en nuestro favor la opinion de esos pueblos que, por un esfuerzo de virtud, no ha vacilado hasta ahora; pero, que nos detestaría con justa indignacion, si por una ingratitud sin ejemplo i un criminal olvido de nuestros mas inmediatos intereses, le abandonara Chile en sus peligros, léjos de recompensar los sacrificios heroicos que algún dia costó a los cuyanos nuestra restauracion.

Aun me he detenido mas de lo preciso en hablar a V.E. sobre un asunto cuya decision debe ser tan obvia como rápida i análoga a la ilustrada política de V.E. En su concepto, espero se sirva acordar la facilitacion de los auxilios que necesita la provincia de Cuyo, en intelijencia que, sobre su designacion, ya concillaré las necesidades de aquellos pueblos con las que ofrece la campaña del sur i demás atenciones de la guerra, que en todos los ángulos de la República sostenemos. —Dios guarde a V.E. muchos años. —Palacio Directorial de Santiago, a 25 de Octubre de 1820. —Bernardo O'Higgins. —José Ignacio Zenteno, secretario. —Excmo. Senado de la República.



Núm. 626

Excmo. Señor:

Por las conversaciones que he tenido con el cacique Guaichun, gobernador de toda la indiada que ocupa el territorio que corre desde la Punta del Sauce hasta la Guardia de Lujan, en una visita a que anteriormente fué invitado por este Gobierno, don José Miguel Carrera se habia anticipado a ganar la amistad de éste i otros caciques de aquellas inmediaciones, sin duda con el doble objeto de facilitarse el paso al sur de esa República, cuando la resistencia de esta provincia no se lo permitiese directamente; e introducir, entretanto, probablemente de negocio,