rir con docilidad al dictámen de los hombres sabios i esperimentados, que han escrito con la mayor viveza sobre la circulacion de la moneda de cobre, las pérdidas que por la mala fe pueden producir en tales casos i las utilidades en otros mas felices, añadiendo cada uno lo que le sujiere su buen celo, i le hizo concebir la esperiencia advertida en otras naciones.
Confieso con la mayor sinceridad, que nunca he leido en algún político, de tantos que han escrito sobre hacer progresar la hacienda pública, la opinion de hacer circular en grande la moneda de cobre, i por lo mismo, reproduzco las frases del doctor Egaña, cuando en el bien concertado informe de treinta i uno de Octubre último, se esplica de este modo: "Dios nos libre de que a algún majistrado le sujiriese aumentar tanto cobre que estuviesen obligados a llenar sus arcas con él los que compran al estranjero. Se acabaría el comercio, las relaciones con el resto del mundo i seríamos unos quiméricos lacedemonios."
Bien se tocó este proyecto a principios del siglo décimo sesto, cuando, por órdenes de España, se mandaron amonedar en Lima, como por un ensayo, solo trescientos mil pesos en moneda de cobre, la que se aumentó insensiblemente por caminos oscuros, i por lo cual se mandó recojer mui prontamente, no quedando siquiera ni una suerte de ellas ni aun para la memoria. Si Chile cayese en semejante absurdo, (permítaseme esplicarme de este modo) pasado solo el término de un año, se desembarcarían en su costa en tanta abundancia, que su valor se haria iluso en todo el Estado, i nos veríamos en necesidad de imitar a los Maratas i otros potentados de la India que, distribuyendo en los pueblos grandes sumas, cuando les parece, con un solo decreto la dejan en total nulidad i formando otras con distintos signos, vuelven a distribuirla. A mí me basta la autoridad del célebre Necker, suizo habilísimo que perfectamente desempeñó el Ministerio de Hacienda, hasta el principio de la revolucion de Francia; escribió un tratadito primoroso sobre el modo de conducir i hacer progresar el ramo de que estaba encargado, que desde luego corresponde a sus grandes luces; en él esplica que, por las urjencias del Erario de España, reinando Felipe IV, mandó amonedar en cobre un millon de pesos con la calidad de recojerlo i volver su importancia en el preciso término de un año; a los once meses casi a la fuerza, por haber conocido era peor el remedio que la enfermedad, se encontró con millon i medio del mismo numerario.
Los vales reales i papel moneda, que de tiempo en tiempo se renuevan (lo que no puede ejecutarse en la moneda), procediendo con la mayor actividad en el reconocimiento de sus números i otras trabas a que estaban ceñidos por la fraccion, se hicieron tan despreciables i comunes, que de su valor intrínseco bajaron un setenta i ocho, i hubo caso también, de un noventa por ciento, lo que produjo la arbitrariedad i el descontento jeneral, por las pérdidas que sufrió el comercio i las casas de regulares posibles en España. Buen testigo de ésta es la testamentaría de don Matías de barreta, comerciante riquísimo de la vecindad de Lima, a quien la desgracia le sujirió el pensamiento de vender dos cargamentos de producciones de América en Cádiz a trueque de vales reales, prevalido de la estraordinaria baja que sufrían; es cierto que juntó mas de un millon de pesos en papel; pero es mas ciertísimo que quebró completamente con ellos. Pero, para qué es cansar la bien ocupada atención de V.E. en relatar hechos, cuando son mas que notorias las causas criminales seguidas contra los infractores, a quienes se les encontraron sellos mandados formar en reinos estranjeros, despues de haber distribuido muchas sumas en esta clase de numerario, i mucho mas convencido quedará de las maniobras e intrigas a que es susceptible toda clase de numerario que salga de la esfera de su valor lejítimo, leyendo la que se siguió en Alemania, en nuestros dias contra el príncipe de Salmsalm.
El proyecto de batir i hacer circular moneda de cobre, ha sido demasiadamente discutido en los Estados de América, cuyos escritos refluyeron en los Ministerios de España. Don Agustin de Coronas, escribió largamente sobre este pensamiento i sobre la urjencia que habia en Méjico, de erijirse allí moneda pública, en lugar de los clacos que distribuían los pulperos, esto es, amonedar cuartillos i mitades; pero, opina, sean de plata en su valor intrínseco. Don Nicolas Velez de Guevara, ántes de ser oidor en la audiencia de Quito, reflexiona sobre la suerte de moneda inferior, lo mismo que Coronas; solo varía en las circunstancias, porque se decide por el cobre, esto es, en cuartos i mitades. El marqués de Tabalosos, siendo gobernador en las islas de Canarias, también opinó por la moneda de cobre, solo para subrogar los signos impresos sobre suela, i otros sobre jabon con el nombre "Fiocasn", que eran cuartos i mitades, del mismo modo el padre Juan Márquez, en la obra que escribió sobre la política de un gobierno cristiano. Pero sobre toda autoridad, léase con atencion el tratado de Hacienda que trabajó por los años de 44 a 45 del siglo pasado, el Ministro que fué de este ramo en España, don José Campillo i Cosio i quedará convencido en la materia todo pensamiento moderno. Niguno de aquellos hombres habilísimos, esperimentados i de realzado juicio, se han decidido ni en la mas leve frase de sus escritos, por la amonedacion de cobre en grande, i solo sí, por la pequeña que llaman cuartos i ochavos que equivalen a nuestros cuartillos, que los tenemos de plata, i a las mitades que corren en bodegones ad líbitum de la voluntad de sus dueños, cuya inautorizadá moneda, no alcanza a correr en su todo por el valor de quinientos pesos.