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SESION DE 3 DE OCTUBRE DE 1820

valerse de los cuartillos, i sonrojándose de recibirlas un preciado o jactancioso, cuando necesita comprar en la pulpería alguna cosa de menuda importancia, en cuyo lance pierde de ordinario las tres cuartas partes del real de plata, por no tolerar la nota con que la común aprehension hiere a los que otros apellidan económicos i aprovechados; de cuyos conocidos perjuicios participan también los tenderos i almacenistas de jéneros de Castilla, porque en sus ventas pierden los quebrados, que no perderían si hubieran las dichas monedas.

El vil i bajo concepto que, por cualquiera jente que se precia de tal cual distincion, se forma de recibir i conservar las señas, cuyo vano desaprecio produce tantas i tan repetidas pérdidas a los vecinos de Lima, nace, no tanto de desestimarse el valor que en sí tienen, pues no es ingrato como de ser una obra i artefacto destituida de autoridad pública i concebida, nacida i creada en las mismas casas, donde no dejan de venderse también efectos sórdidos, i como que, derivando de manos que principalmente se emplean en manejar jénero de este bajo concepto despues de circular por otras, han de volver a la misma pulpería.

Todo este fantástico respeto o respetuoso reparo, que las degrada de la esfera que merece su valor, cesaría sí hubiera monedas caracterizadas con la autoridad real, que tuviesen igual estimacion, en cuyo caso, cualquiera haría de ellas el debido proporcionado aprecio que merece el valor que presentan las señas.

Ni a la verdad, señor, debe graduarse en clase de tan baja estima el valor de dichas señas, que merezca dejarse sin remedio el cúmulo de perjuicios, mediante la pérdida de su importe que se difunden entre los vecinos; pues no es tan ingrato el valor de un cuartillo, pues lo que con él se consigue en Lima, un mollete tan cumplido, como que contiene cuanto pan basta para mantener a un hombre todo un dia, siendo tan bastante que no hai estilo de dar aun en las casas mas acomodadas, mas ración de pan para una comida al criado mas robusto.

Con esto, bien se deja comprender cuán suficiente cuota seria para una limosna ordinaria, a un mendigo una moneda pública que a cualquiera le valiese lo que en la particular conformidad se estima valer en las pulperías un cuartillo o su mitad; pues con este socorro queda remediada la urjente necesidad de un dia, que ya es limosna sin duda superior a la que mas comunmente se acostumbra dar a los pordioseros aquí en España.

Entónces, sin duda fuera la pobreza mas frecuentemente remediada; pues, al que por cortos haberes o poco espíritu le es repugnante el desprenderse del medio real de plata, no le fuera violento el alargar una moneda equivalente a la actual de cuartillo o la mitad, i el pobre, con esta moderada cuota, lograría lo suficiente i no carecía de este socorro como carece, miéntras que, pendiente de una estéril esperanza de conseguir mas de lo que es bastante a una urjencia perentoria, se encuentra totalmente privado hasta del mas parco i moderado alivio.

En verdad, que un pobre de tantos como hai en Lima, mas pronto para su remedio, podrá de entre muchos recojer algunos cuartillos o mitades que de un solo individuo medio real de plata, el cual, siéndole árduo a un pobre el conseguirlo, sin duda merece con ser mas de estimarse en cotejo de aquel ménos, puesto que ya es suficiente socorro el de un cuartillo, por el cual se da en la pulpería la mitad de pan i lo equivalente a la otra mitad en otra vianda, i aun por solo medio cuartillo, el pan que basta para un almuerzo o mui cumplido desayuno, i a este respecto, aun por el medio cuartillo se consiguen dos o tres especies de comestibles o de otra clase que sufragan mui bien a los menesteres de un pobre.

La conveniencia, señor, de reducirse a formales monedas las que corren por señas, es tan suspirada como que, mas que útil, se reconoce por todos dilijencia forzosa para el tráfico i comercio. Unicamente puede recelarse no cuadrar el propuesto tema a algún pulpero que, poco considerado i ciego de la ambicion, quiera temeraria o injustamente resentirse de que, por la nueva plantificación de monedas, se le prive de aquellos injustos lucros que hasta ahora ha conseguido en las pérdidas i quebrantos que quedan insinuados, siendo todos en notorio daño del común; pero, como cabalmente, esa iniquidad i perniciosa raiz es la que se tira a arrancar como cruel guadaña de la República, queda satisfecho el recelo tan desatendible, como que únicamente pueda fomentarse por una intención ambiciosa i delincuente.

Pero, hasta a los mismos pulperos se estiende la conveniencia de subrogarse moneda en lugar de dichas señas, porque muchos de ellos venderían lo que no venden, i como entónces nadie se embarazaría de dichos respetos vergonzosos como ahora, de aprovechar las señas, ni se retraería de espender medio real de plata, por el silenciado oculto sentimiento de perder lo que éste vale mas que aquella menudencia que a la sazon necesita, proporcionarían mas fácil el despacho de sus jéneros, i por este sano medio mas aumentadas sobre mas justa las ganancias.

También lograban la conveniencia de que, circulando moneda mas baja i de inferior valor al medio real de plata, serian incomparablemente mas frecuentadas sus tiendas, porque, siendo ellas las que abastecen al común de todo cuanto se necesita de menudeo, logrando pobres, niños i cualquiera mas fácilmente las monedas de menor cuantía, pródigamente las llevarían a las pulperías para comprar desde luego comestibles i aun mediante la ménos dificultad que tendrían en conseguirlas, hasta bagatelas i fruslerías, fácilmente despacharían.