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SESION DE 3 DE AGOSTO DE 1820

relijion cristiana. Este tirano dio al cielo un millon de mártires, i no contento con esto, favorecía a los herejes arríanos, para que, a fuerza de guerra, acabasen con los cristianos; también intentó reedificar el templo de Jerusalen, para hacer nulas las profecías del Salvador sobre la destruccion del templo i la dispersión de los judíos; para esto hizo publicar un edicto a favor de los judíos; de que los tuvo juntos, los eximió de los tributos que sus antecesores les habian puesto, i les hizo saber que queria que a costa de su Erario se reedificase el templo de Jerusalen.

En consecuencia de esta promesa, hizo venir los mas excelentes arquitectos de su imperio, i dió órden a sus tesoreros para que aprontasen las sumas necesarias para tan grande empresa; escribió también al gobernador de Jerusalen para que favoreciese esta obra, dándole a saber que era una de las cosas en que mas se interesaba su imperio. Los judíos, trasportados del gozo por este salvo-conducto, hicieron resonar voces de alegría por todo el orbe i se juntaron de todas las partes del mundo a reedificar su templo. Juntos que fueron, hallaron en Jerusalen una inmensa copia de materiales i dinero. Empezaron su fábrica, i Teodoreto afirma que para empezarla hicieron palos i azadones de plata, i que las señoras de mayor suposicion de su nacion, se disputaban la fortuna de sacar la tierra de los cimientos en sus ricos vestidos.

Veamos ahora el fin de esta obra empezada con tanto aparato, i en la que el Emperador pretendía oscurecer las verdades de la relijion cristiana i las profecías del Redentor. Sócrates afirma que abiertos los cimientos, al empezar a poner las primeras piedras, salió de los cimientos un volcan de fuego tan furioso, que redujo a pavesa no solo las piedras sino también a los trabajadores con sus herramientas; que al punto se levantó un huracan de viento, que se llevó por el aire toda la cal, arena i maderas que estaban acopiadas; que este mismo huracan ajitó las llamas que salían de los cimientos; i que este fuego incendió todas las galerías i edificios, reduciéndolos a pavesas con todas las herramientas i materiales; i por último, vino un temblor o terremoto que sepultó a los trabajadores que habian quedado con los dineros i herramientas. Este mismo autor afirma que, a la mañana siguiente, apareció en el aire una cruz tan resplandeciente, que alumbraba desde el monte Olívete hasta el Calvario, i que esta misma cruz grababa en los vestidos de los judíos i de los jentiles una cruz tan perfecta que no la podían despintar por mas esfuerzos que ha cian. Este caso tan portentoso que confirma la relijion cristiana i sus milagros, lo escribió Josefo Judío i muchos de los jentiles. No nos cansemos, porque la casa que Dios no edifica en vano trabaja el que la edifica; i así, en vano trabaja el libertino en oscurecer las verdades que Dios tiene reveladas; i ¿por qué? Porque Dios tiene prometido que su verdad ha de permanecer eternamente. Veritas mea in ceternum permanet.

I pasemos a ver lo que dicen los mahometanos de la relijion cristiana; éstos confiesan su santidad i milagros i también sus misterios, no porque la quieran profesar, sino porque Mahoma dejó escrito en su Alcorán, que Jesucristo fué enviado por Dios para redimir al hombre; confiesa los misterios, que nació de madre vírjen; que resucitó i subió a los cielos; también confiesa la predicacion de los apóstoles i sus milagros, la constancia de los mártires; todo esto confiesa en su Alcorán i que la relijion cristiana es santa i buena, que en ella se salvan los hombres; mas, para introducir sus errores, decia cuando predicaba que Dios, compadecido de la flaqueza de los hombres, lo habia enviado a él para que enseñase una lei mas suave i mas conforme a la naturaleza; i preguntándole los que le oian que por qué él no hacia milagros como los hacia Jesucristo, a lo que respondió que, poique Jesucristo predicó i enseñó una lei tan estricta, fueron necesarios milagros para que la creyesen, i como él predicaba una relijion mas conforme con la naturaleza, no necesitaba de milagros; pero que una i otra eran buenas i que en ámbas se podian salvar los hombres. Con estas cavilaciones, pudo engañar a tantos que se condenan en su falsa relijion.

De todo lo espuesto, se deja ver con toda evidencia la firmeza, la pureza i santidad de la relijion cristiana, confirmada con milagros; la pureza de su doctrina i costumbres, la confiesan los paganos, los judíos i los mahometanos, como tengo espuesto i lo puede ver el curioso mas estensamente en el padre Colonia; solo el hereje se atreve a oponerse a estas verdades; éstos como los fariseos, que no pudiendo negar la evidencia de los milagros que el Redentor hacia, pues públicamente resucitaba los muertos, sanaba los enfermos i espelia los demonios, decían para llevar adelante su sistema: "Este en Belcebú, príncipe de los demonios, hace milagros"; así los herejes atribuyen los milagros de la cristiandad a causas naturales, a la casualidad; i lo que es mas, a ficcion i engaño del cristianismo. ¡Infelices! algún dia dirán: Ergo errabimus avia veritatis.

Pondré dos ejemplitos que tengo leidos, que no dejarán de hacer alguna impresion en los corazones piadosos, aunque los libertinos se rien de ellos; el uno leí en un autor italiano, que no me acuerdo de su nombre, i es como se sigue: "Habia en aquella ciudad una mujer energúmena, poseída de un demonio tan fuerte que solo a un relíjioso capuchino, de conocida virtud, le obedecía; este demonio, cuando lo exorcitaba el relijioso que saliese, le decia el demonio: "Yo "saldré; pero tengo licencia de Dios para atormentar a esta mujer por cierto tiempo, i así "he de volver"; este sacerdote, por mandado del obispo i de los prelados, la asístia. Fué un dia por la mañana i la halló buena, la confesó i le administró el sacramento de la Eucaristía; fué a la tarde i también la halló buena; entonces se retí