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SESION DE 22 DE JULIO DE 1819

pió se creyó que el Gabinete español se proponía dirijir contra el Rio de la Plata una fuerza de dieciocho mil hombres; pero las últimas noticias de Cádiz, que alcanzan hasta el 22 de Marzo próximo pasado, desvanecen aquella idea, i varios datos i conjeturas que voi a esponer a V. E. me hacen inclinar a creer que una parte de aquella fuerza será destinada al Pacífico.

Cuando llegó a Cádiz la noticia de la toma de la fragata María Isabel i los trasportes que convoyaba, se hallaban embarcados en cuatro buques mil doscientos hombres que debian venir al Callao escoltados por el navio San Telmo de 74 i la fragata de guerra Diana; pero aquella nueva inesperada les hizo variar de plan. Mandóse desembarcar la tropa i que a los dos buques ya mencionados se agregase el navio Alejandro 1 de 74 i viniesen al Callao, debiendo seguir despues la tropa para el mismo destino por la vía de Panamá. Esto, junto con los inmensos auxilios de jente i pertrechos de guerra que de las islas Británicas han salido para Venezuela i con las dificultades que necesariamente presenta aun a naciones mas activas i poderosas que la España el equipo de una fuerza de dieziocho mil hombres, me mueve a creer que la espedicion contra el Rio de la Plata no se verificará, viniendo sí al Pacífico una parte de ella.

Por mas ciego que queramos suponer al Gabinete español, no puede ocultársele que, perdida Lima, se desplomó para siempre en América el edificio de su despotismo. También debe saber que del dominio del Pacífico depende la suerte del Perú, i así, veremos que a la fuerza naval dirijirán en lo sucesivo gran parte de su atencion. Ya se nos anuncia que ademas de los tres buques mencionados vendrá el Fernando VII, igualmente de 74, i es ocioso que yo indique a V. E. que, reunida esta escuadra con la que existe en el Callao, la nuestra no podría sostener la competencia.

Yo trato de que Lord Cochrane salga a la mayor brevedad a hacer los últimos esfuerzos a efecto de destruir la escuadra española ántes que lleguen los buques de Cádiz; igualmente trato de levantar i organizar tropas para asegurar la suerte del país, para prestar auxilio a las Provincias Unidas en caso de que salgan fallidos mis cálculos para realizar la espedicion al Perú; espedicion tan prometida a aquellos desgraciados habitantes, tan deseada por todos i que por una fatalidad inesplicable no se ha llevado a efecto en tanto tiempo.

Pero, Señor, mis esfuerzos serán inútiles si V. E. no los sostiene con todo su poder. En la crisis en que nos hallamos no debemos andar con paliativos ni contemplaciones. La guerra que ha sostenido con tanta gloria el Estado ha dejado exhaustas las arcas nacionales; el crédito público no está bien cimentado i si no hacemos un esfuerzo estraordinario, debo confesar a V. E. que desconfío de la salvación del país. Lentamente nos vamos consumiendo hasta que reciba la muerte el cuerpo político en el momento que se le acabe su sangre, que es el dinero. V. E. debe pensar sériamente en crear un sistema de hacienda que sufrague a los injentes gastos que tenemos que hacer. V. E. no debe ocuparse en otra cosa que de proporcionar recursos para sostener la nueva actitud que vamos a tomar para efectuar esa espedicion al Perú, que yo miro como el eje sobre que rueda la libertad de América i la felicidad de las jencracioncs presentes i futuras. Si no llevamos la guerra al Perú, es imposible sostenernos, es preciso que sucumbamos. Las innumerables desgracias que agobiarían a nuestro país i posteridad, la afrentosa muerte que nos aguardaría, la humillación de los que sobreviviesen, el oprobio que acompañaría a nuestros nombres mas allá de la tumba, la sola idea de que todo esto ha de suceder si no procedemos con actividad i enerjía, despedaza mi corazon, me arranca lágrimas de sangre i me estimula a poner en conocimiento de V. E. los males que nos amenazan para que, uniendo sus tareas a las mias, cumplamos con nuestro primer deber, que es la salvacion del pueblo que ha puesto su confianza en nosotros. —Dios guarde a V. E. muchos años. —Santiago, Julio 21 de 1819. —Bernardo O'Higgins. —Excmo. Senado del Estado.


Núm. 171

Excmo. Señor:

Incluyo la representacion del sobrecargo del bergantín Trinidad para que V. E. se digne acordar lo que convenga proveer a ella. —Dios guarde a V. E. muchos años. —Palacio Directorial de Santiago, julio 23 de 1819. —Bernardo O'Higgins. —Excmo. Senado.


Núm. 172

Excmo. Señor:

Consiguiente a la orden dada por V. E. para que todos los comerciantes que tuviesen en jiro el caudal de diez mil pesos, entrasen en el número de los electores, nombré inmediatamente una Comision compuesta de tres individuos del cuerpo de comercio, que lo son: don José de Trucíos, don José Jimenez i don Nicolás Lois. Los comisionados ciertamente se han hallado embarazados al contemplar que, siendo mui raras las personas del caudal conocido i que tengan la cuota designada, la matrícula deberá reducirse a un número mui limitado. Contemplando, pues, que la objecion es prudente, tengo el honor de participarlo a V. E. para que se digne limitar la